A contracorriente

Alejandro Mas

Mapas

¿Por qué los olivareros de la campiña jiennense se oponen a la declaración de Patrimonio Mundial de la candidatura Paisajes del Olivar?

 Mapas

Olivar.

Para no perderse. Para saber de dónde venimos, a dónde vamos, por qué caminos. No dejemos de ver nunca el mapa.

Vivimos en una sociedad democrática y de mercado. El primer término define unas normas básicas, generales, el terreno de juego. El segundo explica las reglas por la que se mueve todo, por las que se explica todo, las reglas del juego.



En una sociedad de mercado, capitalista con más o menos regulación, hay que saber en primer lugar cuál es el producto que se vende y quién el cliente que lo compra. Teniendo estos papeles bien identificados podemos saber qué ocurre y vislumbrar qué ocurrirá.

Véase el ejemplo de las compañías aéreas low cost. Ryanair no tiene una política de fidelización de clientes, puntos por volar, descuentos para viajeros frecuentes ni nada parecido. No es un síntoma de dejadez o de mala política comercial. Es que para Ryanair usted o yo no somos los clientes. Somos el producto, la mercancía que Ryanair transporta para servir a sus verdaderos clientes: las administraciones regionales y municipales, que son las que pagan para recibir la mercancía. Por eso es una compañía que no cuida al viajero sino todo lo contrario, lo maltrata y encajona como ganado.

Más ejemplos de actualidad. Ni usted ni yo somos clientes (si tuviéramos una cuenta) para el Consejo de Administración del BBVA. Los clientes para ese Consejo son los accionistas. Y el producto que vende son las acciones. Depositantes o prestatarios somos simplemente parte de la maquinaria, engranajes que hacen que la fábrica siga funcionando, sustituibles en cualquier momento y desechados si nuestros números no son acordes con la política de creación de valor de la acción. Por tanto, la fusión pretendida con el Sabadell en nada beneficia ni a trabajadores ni a ahorradores o emprendedores, porque estos no formamos parte de la ecuación. Solo beneficia a accionistas y por ende al Consejo de Administración cuyo objetivo es el bonus por aumento de valor de la compañía.

Ahora bajemos a nuestra realidad. ¿Por qué los olivareros de la campiña jiennense se oponen a la declaración de Patrimonio Mundial de la candidatura Paisajes del Olivar?

Estuve tentado en mis reflexiones de simplificar la respuesta basándome en que los bulos y la estulticia mental de unos cuantos eran los culpables de una negativa irracional. Pero miré el mapa y encontré caminos. Estamos en una sociedad capitalista. ¿Cuál es el producto que venden nuestros olivareros de la Campiña?

Desde la modificación de las reglas por las que se rige la Política Agraria Comunitaria, para nuestros olivareros de Porcuna o Lopera el verdadero producto no es el aceite, es la titularidad de los derechos a la subvención. Ese es el objeto que se vende y traspasa. Y que incluso trasciende al hecho de seguir gestionando la explotación agrícola. Esta teoría la demuestra una afirmación de Luis Carlos Valero de ASAJA en el programa ‘Diezoom’ de Diez TV el pasado 21 de mayo: “el que tiene que vender el aceite me parece muy bien, pero el que tiene que cultivar los olivos va delante” (sic). Para ellos el territorio no es más que el marco en el que tienen lugar el hecho económico, y los árboles y su fruto son el medio. Esto en nada deslegitima a los propietarios agrícolas de la Campiña. Tienen todo el derecho del mundo a obtener la riqueza que una tierra y unas políticas públicas otorgan, es más, así es como han de hacer. Pero no debemos equivocar el diagnóstico al analizar por qué un acontecimiento netamente beneficioso para quienes viven en aquella comarca, como puede ser la declaración de Patrimonio Mundial, aglutina miles de rechazos por el temor infundado de que pierden autonomía en la gestión de sus fincas y por tanto su producto perdería valor. No se pierde autonomía, no se limita el tipo de olivar que puede plantarse, pero el miedo no es racional y si hay algo que siempre va sobrado de miedo, es el dinero.

Pero ahora miremos un poco más de cerca el mapa. Miremos, los vericuetos y senderos ocultos en todo bosque, incluido el de olivos. Las reglas “ocultas” del juego donde aparece la pelea partidista, la política miope, la de dañar al contrario si con ello adquiero ventaja. Cómo el portavoz del gobierno andaluz y el representante de ASAJA compartían el sentido de sus valoraciones al respecto de la polémica: “el olivar sigue siendo patrimonio de todos los jiennenses” y “no vamos a hacer que la gente cuando pase por el olivar cierre los ojos, pueden mirar el paisaje todo lo que quiera”. Coinciden en mantener el status quo, en que estamos bien como estamos. Sobre todo, porque así nadie del equipo contrario (en este caso la Diputación Provincial) tendrá medalla. Igualmente, los alcaldes de los pueblos que están afectados por las zonas candidatas a catalogación por la UNESCO, han declinado un deber mayor, como es propiciar, defender e incluso abanderar un proyecto de enorme futuro para sus pueblos, con el que conseguirían diversificar su tejido económico y dar sentido a inversiones importantes realizadas en materia turística (Porcuna y Lopera en mayor medida). Han elegido, en cambio, el pájaro en mano de sus apoyos electorales, de los que depende su futuro en pocos años, y se han decantado hacia el rechazo con la excusa de la equidistancia entre las razones reales y las falaces. Tampoco la Diputación Provincial culmina con la debida diligencia el proceso que inició con tan buen criterio. Liderar no es estar a lo que diga el que más alto grite o el que más numeroso aparente ser. Precisamente liderar es llevar a los dubitativos, inseguros, recelosos hacia el destino que les conviene, a pesar de sus protestas. De lo contrario aun hoy no habríamos salido de la cueva.    

Ver el mapa y saber cómo discurren los caminos te da la paz de saber dónde estás y por dónde pasarás. Te rebaja la ansiedad el ver que, en realidad, el resto del mundo no está tan perdido como parece, es que los demás tienen sus propios caminos. Algunos incluso tienen sus propios mapas, aunque sean de tierras planas.