El Condado, un viaje por la tierra 'salvaje' que mezcla tradición y futuro

La Asociación para el Desarrollo Rural de la Comarca busca poner en valor y dar a conocer los ocho municipios que conforman esta zona de Jaén

Inmensidad, belleza y asombro son las primeras palabras que vienen a la cabeza cuando la mirada desconocida se posa por los municipios que conforman El Condado de Jaén. Una extraña sensación de incredulidad y expectación recorre la mente de quien descubre los ocho pueblos de esta comarca escondida a simple vista que se convierte en paraíso y oasis para todo el que se adentra en ella.

El olor de sus cultivos, el rojo y verde de su piedra caliza y sus terrenos inmensos de olivar, encinar y monte. El sonido de sus arroyos y ríos, y la histórica impronta de sus monumentos y calles. Cada rincón, cada paso, cada sensación. Todo lo que encierra esta tierra y la convierte en ella profundiza en cada uno de los visitantes, que solo pueden preguntarse cómo este tesoro que cautiva y embruja podía estar ahí, a escasos kilómetros de casa. 

Porque muchos se adentran en sus calles creyendo que este será un paseo más, una experiencia casual más que encerrar en la memoria. Pero cuando su mente y su corazón se abren a El Condado, arranca una experiencia única y significativa por este territorio fronterizo que fue encrucijada de caminos. Una Jaén que la Asociación para el Desarrollo Rural de la Comarca de El Condado (ASODECO) busca poner en valor y dar a conocer a través de las experiencias comarcales de promoción del destino turístico 'Oleoturismo en El Condado'.



Huellas de dinosaurios, arte rupestre, puentes romanos, castillos, museos, centros de interpretación, yacimientos, calles serpenteantes, paisajes medievales, casas modernistas. No importa lo que el visitante busque, esta comarca noble por su origen y caracterizada por la hospitalidad de sus habitantes se lo entregará. 

Vilches, Arquillos, Navas de San Juan, Santisteban del Puerto, Castellar, Sorihuela de Guadalimar, Chiclana de Segura y Montizón son los ocho municipios que forman parte de esta Jaén desconocida para muchos que encierra dureza, belleza, naturaleza, patrimonio, tradición y modernidad. 

Para trasportarse a la Jaén más empinada y agreste, solo hay que visitar Vilches que, con sus serpenteantes y angulosas calles, pone a prueba al visitante hasta premiar su valentía y arrojo por el esfuerzo con unas vistas únicas de la mayor llanura de olivares de la zona, del embalse de Giribaile, su castillo medieval y su paisaje cubierto por verde y agua y colmado por la imagen más cultural del pueblo con pinturas de artistas como el linarense Belin.

Un pueblo compuesto por el monumento natural de El Piélago, el ermitorio de Giribaile, el embalse de la Fernandina, los cerros Mortero o Jarabacil y más entornos para disfrutar de una inusual combinación de tradición, cultura, arte, gastronomía y naturaleza en estado puro.

Pero Vilches también tiene una mirada más rural, natural y salvaje. Una visión construida con cuidado, cariño y esmero hacia una de sus actividades principales y más tradicionales: la ganadería de toros de lidia. Es lo que se descubre al transitar por la finca El Añadío, un páramo inmenso del verde más puro, los naranjas y amarillos de la época que recorren decenas de riachuelos y que sorprenden a cada paso por la hermosura de su ser, compuesto por 400 hectáreas donde unas 350 cabezas de ganado viven en la plenitud de la Jaén más rural. 

Terneros recién nacidos, vacas que protegen a sus retoños, toros de enorme envergadura, caballos que pastan con tranquilidad e, incluso, ovejas que han confundido su camino y se convierten en un ternero más. Un oasis de naturaleza en mitad de la civilización que traslada a otro mundo pasado en el que el cuidado al campo y su respecto se han convertido en una norma obligada. 

Pero esta comarca jiennense no es solo ganadería y patrimonio, sino que encierra la principal actividad y emblema de toda la provincia, el aceite de oliva y todo su engranaje turístico y de culto. Y como ejemplo de la necesidad de fomentar este aprendizaje de una tierra de mares verdes y ríos de aceite se encuentra el Centro de Interpretación del Aceite y el Olivar de Navas de San Juan, que mediante sus medios audiovisuales, olfativos, educativos y dinámicos muestran los distintos matices que conforman esta actividad que ha hecho que solo El Condado produzca más aceite de oliva que toda Italia. 

El Condado es gastronomía, tradición y naturaleza. Pero también es historia, y así lo demuestra Arquillos en su Centro del Interpretación Pablo de Olavide, que rinde homenaje al fundador de las Nuevas poblaciones de Sierra Morena, que tiene premios de arquitectura de Andalucía y que recrea la historia de Pablo de Olavide y de cómo llevó a cabo este proyecto encomendado por el rey Carlos III. 

Así, en un recorrido visual, atractivo y ágil, los visitantes pueden aprender de la mano el propio Pablo de Olavide la visión distintiva que le hizo crear estas poblaciones y las medidas que hicieron de este proyecto uno ilusionante y de futuro. 

Porque justo eso es lo que emanan los ocho municipios de El Condado, ilusión, distinción y descubrimiento. Unos pueblos que encierran en su ser una belleza repleta de matices, colores y aromas que los convierten en un viaje que alcanza y conquista para siempre el alma y la memoria.