El popular dicho viene a cuento de las polémicas declaraciones vertidas el pasado fin de semana por el presidente argentino, Javier Milei, durante su estancia en Madrid y con las que logró agitar aún más si cabe el avispero de la política nacional con sus acusaciones falsas de corrupción contra el presidente del Gobierno de España y su mujer, así como con sus recetas económicas ultraliberales. El deslenguado personaje puede ser muchas cosas, pero lo que no se puede decir es que sea un político al uso. Perteneciente a la escuela Trumpista, su grotesca figura y su discurso estentóreo ha encontrado hueco en este maremágnum de medios conservadores y políticos patrios, abonados al griterío y a los fuegos de artificio aunque ello suponga posicionarse al lado de alguien que se jacta de despreciar la justicia social y afirmar que “los impuestos son un robo”. Semejante personaje proclama a los cuatro vientos que la justicia social es “aberrante” y la redistribución de la riqueza se basa en el “resentimiento” y la “envidia” de quienes tienen menos frente a los que están “ganando plata”. Para el presidente argentino los auténticos “héroes” son aquellos que escapan de las garras del Estado, aunque ello entrañe aumentar la desigualdad. Por muy exagerado que pueda parecer, su discurso no dista mucho del mensaje que nos hace llegar a diario el gobierno de la Comunidad de Madrid a través de su potente artillería mediática. “De la desigualdad nadie se muere” o que la justicia social “es invento de la izquierda que promueve la cultura de la envidia”. Estas perlas han sido vertidas por la ínclita Isabel Díaz Ayuso, alumna aventajada de Milei por estos lares, que junto a Santiago Abascal, Esperanza Aguirre o Cayetana Álvarez de Toledo vieron con muy bueno ojos la llegada del candidato ultraliberal a la Casa Rosada. La derecha española no habla de “motosierra”, pero el ciudadano sí percibe con bastante precisión el chasquido de la tijera de podar en aquellas comunidades donde gobierna. ¡Ojo! para el PP no son recortes, son “necesarias reformas estructurales”. En cualquier caso, los “Mileis” de la política, tengan el acento que tengan, sean del país que sean, nos quieren hacer creer que quien es pobre es porque es un vago y no quiere trabajar; en cambio, quien es rico es porque se lo ha ganado con tesón y esfuerzo, independientemente de apellidos y herencias. Lo demás, justicia social, reparto de la riqueza, impuestos a los ricos o la intervención del Estado son “mamandurrias”, como diría Esperanza Aguirre. El objetivo: hablar de lo que menos preocupa a la gente, en lugar de dar respuesta a sus problemas y alinearse con lo peor de cada casa o cada país.
Antonia Merino
Con perspectiva sureñaÉramos pocos y llegó Milei
La derecha española no habla de “motosierra”, pero el ciudadano sí percibe con bastante precisión el chasquido de la tijera de podar donde gobieran