Que el clima político está enrarecido, crispado, no es noticia, viene siendo así desde hace unos años. Siempre lo fue cuando la izquierda gobernó, pues la derecha cuestiona la legitimidad de los gobiernos que no presiden, cosas de patrimonializar el poder, como algo que les corresponde por designio divino “por la gracia de Dios”. Que todos los políticos contribuyen a ello, sin duda, pero todos no son iguales, las injurias infinitas y los graves insultos son patrimonio de la extrema derecha y la derecha extrema, acordaros de las retahílas que oímos constantemente en sede parlamentaria.
Claro que la polarización no solo viene de los políticos, aquí hay muchos responsables, fijaros que la banca, las empresas energéticas o las alimentarias son los generadores de la crispación por el saqueo al que están sometiendo a las familias de este país, son los anti Robín Hood, roban a los trabajadores para repartir dividendos récord a sus accionistas. Eso tan evidente es ocultado, maquillado, por la multitud de medios de comunicación de los que son propietarios, que para eso los adquirieron, de esa forma ellos quedan de perfil y es hacia la clase política con bastante menos poder que ellos, hacia donde dirigimos nuestras quejas.
El problema es que en los últimos tiempos la crispación saltó de los parlamentos, salones de plenos o tertulias, a la vida cotidiana, como una mancha que todo lo ensucia, así las Redes Sociales que en un principio fueron una herramienta utilizada para escuchar las quejas de la ciudadanía. Han terminado convirtiéndose sin duda en un lodazar donde la gente se insulta sin pudor. No puedo, es insoportable que desde perfiles falsos y no tan falsos, insulten e impidan cualquier intento de debate. Sin duda obedece a una estrategia que Rajoy tan bien expresó: "Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político” pues eso.
La impunidad para insultar bajo el anonimato no es solo en las redes sociales, cada vez más en los actos masivos, protestas o manifestaciones terminan con incidentes en los que se increpa a un político o un partido o a un jugador por ser de otra raza, parece que la responsabilidad se diluye ante la sensación de impunidad que dan los grupos, tal que los perfiles anónimos.
Hoy quería haber hablado de algo concreto como lo poco que me gusta la exaltación de la muerte en la Semana Santa o el desfile cirquense de la legión con su macabro Viva la muerte, pero necesito armarme de fuerzas para soportar a quienes me dirán de todo por pensar diferente, no se molestarán en argumentar, les bastará con el insulto y su famoso “respeto” que no es más que un “¡porque no te callas!”. En fin que por respeto a las fuerzas armadas pienso que mejor estarían de maniobras para cumplir su misión constitucional que haciendo malabares en un acto religioso.
Salud.