La tirilla

Santiago Donaire

Dentro-Fuera

Llegamos a las elecciones andaluzas con mucha incertidumbre. Si nos atenemos a las encuestas, la mayoría son de parte y las pocas que se basan en datos objetivo

Llegamos a las elecciones andaluzas con mucha incertidumbre. Si nos atenemos a las encuestas, la mayoría son de parte y las pocas que se basan en datos objetivos llevan tiempo sin acertar. No es buena época para la demoscopia pues a los problemas de Andalucía se suman los específicos de esta provincia, que a base del secular maltrato consiguieron generar un sentimiento de discriminación con connotaciones más victimista que luchadora y reivindicativa. Debemos añadir al coctel de incertidumbre, las consecuencias de la mayor pandemia en un siglo y su correspondiente crisis. Para guinda tenemos una guerra cercana que tiende a enquistarse y que indujo a la histórica subida de la energía, arrastrando al resto de precios hasta una inflación desconocida en décadas, la amenaza de una recesión de carácter mundial planea peligrosamente.
Es cierto que en España hay un gobierno que mediante políticas progresistas consiguió aliviar en parte el sufrimiento de la población, nada que ver con la crisis anterior gestionada por la derecha con ayudas a los bancos y recortes en los servicios básicos de la gente. El gobierno presidido por Sánchez encauzó las ayudas hacia las empresas, autónomos y trabajadores, salvando con ello el tejido productivo y lo más importante el empleo: ERTEs, salario mínimo, subida de pensiones, mínimo vital, solución ibérica al recibo de la luz, las ayudas al combustible… Aunque no sé si se comunicó adecuadamente el tremendo esfuerzo realizado, me da por lo que vemos, que no lo suficiente.
Preocupa que cada vez son más los jóvenes sin posibilidad de emanciparse, sin acceso a una vivienda que está por las nubes, con trabajos que driblan la Normativa laboral, en fin algo impensable hace unos años: pobres con trabajo. Ciudadanos que ya no atienden al discurso clásico de izquierda-derecha o el más reciente del arriba-abajo, ahora se impuso el dentro-fuera del sistema. Es ahí donde las nuevas derechas, la radical, se mueve como pez en el agua, presentándose como “outsiders” los de fuera del “establishment”, aunque lleven viviendo de la política toda la vida. Se colgaron la etiqueta del monopolio de lo políticamente incorrecto, consiguieron adueñarse del malestar de parte de los que se encuentran desubicados. Miedo da.
Lo ocurrido con la izquierda en varios países de Europa, donde han pasado a la irrelevancia, debe marcar el camino de lo que no hay que hacer aquí. La respuesta pasa por acabar con la eterna división, el cainismo, deben ser capaces de seducir al electorado mediante ideas realistas, novedosas, cercanos a los problemas de la gente, creíbles, generosos, con soluciones imaginativas, y con una renovación real. Hay que dar respuesta a los que se quedaron fuera.
Salud