Me suda la Polca

Jesús Calamidad

¡No, con el teclado o el celular, no! ¡Carajo!

...Lo que queremos es parecer, no queremos ser, queremos parecer...

Investigando en el internete acerca de la película “Emilia Pérez” (Investigando dice... Ptsss, ni que fuera yo... No soy más tonto porque no entreno) me he topado con un vídeo de Kristoff Racynski en youtube sobre los escándalos que ha generado la cinta. No te voy a decir quién es el tipo si no lo conoces, no te voy a hablar sobre ello y no te voy a dejar el enlace. Si quieres lo buscas y lo ves. Personalmente me quedo con una apelación en la que increpa a Selena Gómez, la actriz barra cantante, barra modelo, barra empresaria, barra instagramer, barra tiktoker, barra A2 de español para extranjeros, que interpreta a Jessi la mujer del narco “El manitas” del Monte. Tranquila, no voy a destripar nada del argumento aquí, entre otras cosas porque no he visto la película y posiblemente no vaya a verla jamás. Verás, no salen el tipo de zombies que me molan y para disfrutar de una invasión de ultracuerpos ya está la original del setenta y ocho. Peliculón.

El caso es que el Racynski ha expuesto algo muy interesante en el vídeo de marras sobre un episodio en las redes sociales protagonizado por la Gómez recientemente. Resulta, cuchi que te cuente, que la nena estaba en su mansión mega millonaria viendo las noticias y se enteró de que Trump quiere expulsar a los inmigrantes ilegales de los EEUU y éstos se están manifestando en la calle en contra de ello, normal. Sorprendida y afligida ante el dato, contuvo las lágrimas el tiempo suficiente como para buscar una localización adecuadamente iluminada en su casoplón, colocar el móvil en un plano narrativo conveniente, ponerse aceptablemente mona según lo requiere la ocasión y grabarse un vídeo para subirlo a Instagram. Entonces ya sí, ahora, ahora a llorar a moco tendido. Entre moquera y moquera exclama en inglés que si es que su gente, su sangre, su pueblo, sus raíces y que la mierda del Trump y que la injusticia y que el racismo y que el puto cisheteropatriarcado blanco (lo último es una morcilla de cosecha propia)... y que pues que perdón, que qué mierda, ¿oyes? O sea. Bua, bua y más bua, que si ella pudiera o pudiese hacer algo, pues, eah. Te lo digo ya para que no te pille de sorpresa: “Si actúa igual de mal en la película, apaga y vámonos.”



Ahora soy yo el que se aflige ante el dato. Selena Gómez ingresa con una sola publicación en Instagram unos, aproximadamente, ochocientos mil dólares en concepto de publicidad, cien arriba, cien abajo. No es coña, los datos son públicos, del 2.022. El trámite para conseguir la nacionalidad estadounidense cuesta entre los cinco mil y los quince mil dólares, salvo excepciones.Todo la información está en “uslawcenter” en castellano y en decenas más de gabinetes legales expertos en inmigración en los Yunaitet Steits. Eso significa que con solo una publicación de Instagram, Selena podría ayudar a legalizar su situación a unas cincuenta familias de inmigrantes ilegales en Estados Unidos. Como bien dice Kristoff: “Si ella realmente quisiera.” Sí, los datos los he extraído del vídeo del amigo, pero los he contrastado en el puto internete, so lista. No me pagan lo suficiente como para contratar a un verificador de datos, no. Yo me lo guiso y yo me lo como. ¿Cómo se te queda el cuerpo? Lo único... igual el mes que viene me dan el palo con el teléfono. No me cabe el pelo de una gamba del susto que llevo. Claro, me entra la obsesión y acabo llamando al puto “aslawcenter” a lo sin meditar y veremos a ver. Conferencia buena ahí. “¿Tiehne ustet la intensión de emigrarl a los Yunaitet Steits..? ¿Llama ustet desde Austria, right?” Se pensaría que les iba a llegar un Arnold latino. ¡Bah, me lo pasé de coña, lo pago con gusto! En fin... que sigo.

La Selena publica el vídeo del lloriqueo mocoso reivindicativo con ínfulas de empatía de clases y no recibe la respuesta del público que ella buscaba, que ella necesitaba para reencalar el trampantojo que nos viene impostando desde su adolescencia de latina inmigrante y mujer racializada que se ha hecho a sí misma a pesar de la monstruosa voracidad de... añade lo que te apetezca, hoy todo vale y siempre valió en lo que respecta a ciertas divas de la Göttliche Komödie. Au contraire, mon amie! En las putas redes sociales, que no están precisamente boyantes de genios ni de próceres de la humanidad, y a pesar de ello, le han puesto los puntos sobre las íes. ¿Cómo, no se han tragado la pantomima? Je ne peux pas le croire! Unglaublich! ¡Toma! ¿Acaso la moral ha perdido sus criterios estéticos? ¡Toma, toma! ¿Acaso el Calamidad está usando el Google Translate indiscriminadamente para dárselas de políglota? ¡Toma jeroma! Esta vez la inmundicia y el odio indiscriminado que es el líquido amniótico en las redes sociales dieron la hora como un reloj parado. Esos niños rata de internet le han sacado los colores, le han puesto en su sitio. Y llevan toda la puñetera razón. ¿Tanto te duele el tema? ¡Coño, nena, estás en una posición privilegiada para aliviarlo un poco, en serio! Con que “sacrifiques” los beneficios de una sola publicación en Instagram, una sola, habrás ayudado a cincuenta familias por las que tanto dices sufrir. No saco los contratos publicitarios porque se te caen los palos del sombrajo. Pero no. Lo suyo es subir un videíto al Instagram para que todos me vean llorar, cuantos más mejor. Pero siempre mona, ni ojos enrojecidos, ni cara desencajada, ni mocos de más. Todo tiene un límite, estético.

Lo que queremos es parecer, no queremos ser, queremos parecer. Queremos los laureles de la bondad, de la moral, de la rectitud sin pagar el precio que cuestan. ¿Sorpresa? Todo cuesta, sí, todo tiene unas consecuencias, un precio, una recompensa en el mejor de los casos y, sobre todo, una condena. El santurronerío en las redes sociales está colmando ya el vaso de la paciencia y no porque sea detestable anunciar tus filias o tus fobias; no, eso es humano y un derecho fundamental. Está empezando a irritar porque disfrazar tu activismo o, lo que es mucho peor, un desvergonzado maniqueísmo o un simple y ancestral oportunismo con la libertad de expresión es tratar a tu interlocutor de idiota, de majadero servil. Aún más cuando para ensalzar tu imagen pública en la dirección que más favorece a tus intereses egoístas y materiales recurres a las emociones legítimas de los demás, fingiendo una empatía que solo es mero pancismo, para ordeñarlas hasta la sangre y pretender que semejante cinismo no tendrá consecuencias indeseables para ti. ¡Coño, ya, Irene! Me voy del tema, otra vez. Perdón.

Me voy a meter en un jardín, qué cojones, otra vez. Temitas donde la peñita se quiere autoimponer la aureola de la santidad moral y social pero sin sudar mucho en el intento. Es decir, muy a favor siempre pero sin ni puta idea realmente y facha todo el que quiera debatir al respecto. Un, dos, tres... ¡Responda otra vez! Por ejemplo, el conflicto en la franja de Gaza... Por veinticinco pesetas cada una. Un, dos, tres... ¡Responda otra vez! El conflicto en la franja de Gaza.

Cuotas por género.

Política de puertas abiertas a la inmigración ilegal.

Derecho a la ocupación.

Animalismo.

Ley trans.

Interrupción libre y gratuita del embarazo...

¡Campana y se acabó! Han sido un follón de cosas que no entiendes del todo y que solo precisas para que te perciban como un santurrón o una santurrona, como buena gente, gente en la que se puede confiar, presión de grupo, da igual el grupo, consignas facilitas a lo Goebbels, a veinticinco pesetas cada una... pues no lo suficiente como para que me mires por encima del hombro, hombre. O mujer, o lo que sea, me da exactamente igual, me importa un bledo. ¡Recurramos a la opinión de las Supertacañonas! Eso en el mejor de los casos, en el que de inocentón estés rozando lo bobo y solo quieras las palmaditas de los que comparten tu ribera del río, bobo. A los que conscientemente jugáis a este peligroso juego para, por ejemplo, como ya se está viendo, mojar el churro, vivir del cuento, etc... ¡Uy, con esos y esas ya nos las veremos bien crudo en el futuro próximo! No se vale luego lo de que estabas cumpliendo órdenes, no se vale. No sirvió en Nuremberg y no servirá aquí.

Es que no, no puede ser. El activismo se ejerce con actividad, con acción. Aunque no te lo creas, yo respeto al que sintiéndose cercano al sentimiento palestino o cree que se está cometiendo un genocidio injusto hacia él, usa sus vacaciones para viajar hasta allí, a los campos de refugiados, para hacer lo que esté en su mano. Esa persona me puede dar la murga lo que le apetezca y mucho más, y yo tendré que cerrar el puñetero pico. Philip, Melissa, Mahyot sois unos putos cracks, os admiro, pero como ni tenéis redes sociales, ni podéis leer ni hablar español, pues cuando volváis seguiré discutiendo con vosotros, putos hippies. Que conste que yo no sé lo que está pasando en la franja de Gaza, lo he intentado, he leído mucho sobre ello, pero no puedo aseverar quién es el tirano y quién no. No puedo porque no puedo, es que no puedo, no sé lo que está pasando allí en realidad. No he pisado Israel o Palestina en mi jodida vida y solo tengo unos colegas que tiene su visión del conflicto, claro, pero que para hacerme una opinión global o certera no me llega. Me sorprende que haya tanta gente con las cosas tan claras, con la simpatía tan definida en un bando o el otro, me sorprende. Sobre todo porque como yo, nunca han pisado esa tierra y ni se han interesado en conocer el conflicto en sí. Me sorprende. ¿Es horrible? Sí, es horripilante. El ser humano es horripilante. Tanto lo es que es capaz de usar la tragedia ajena para su propio beneficio, para ganar cuatro nimiedades como puedan ser un par de “likes”, un polvo, que su película no sea abucheada en Méjico o ganar las elecciones en el país más bobo y gordo del planeta. Somos así.

El caso es que me parece muy bien que se esté empezando a desenmascarar, o se nos esté empezando a desenmascarar, al que utilice el sufrimiento y el dolor ajeno para obtener rédito. Desde luego no sé si Serena Gómez se lo merece, parece ser que sí, pero no lo sé. El caso es que precisamente ella sí que está en posición de marcar la diferencia en cuanto a lo que manifiesta le causa verdadera preocupación. Pero igual es que no quiere porque no le importa y está bien eso también. Ningún problema. A mí, personalmente, me importa un carajo que se extinga el Ajolote, aunque esa carita.., por eso mismo no haré un vídeo llorando y clamando por un mundo mejor cuando suceda, que no será muy tarde. Otros como Philip, Melissa y Mahyot se ponen manos a la obra y... ¡no lo publican en las redes sociales! ¡Putos hippies!

P.D.: Si de verdad te importa algo arremángate. ¡No, con el teclado o el celular, no! ¡Carajo! ¡Haz algo! Algo de verdad, algo que de verdad marque una diferencia por muy pequeña que sea con tu cuerpo entero y con tu alma destinada a penar en el averno.

P.P.D.: ¡Ah, no, conmigo no cuentes! Yo lo que quiero es ver el mundo arder, de ahí que solo escriba. Que solo escriba chorradas, que es mucho más de querer ver el mundo arder y punto, sin apego. Así, por hacer ascuas.