El obispo de Jaén da la bienvenida al nuevo Papa
Han repicado las campanas de todas las iglesias de Jaén
Obispo de Jaén.
El primero fue Pedro, elegido por el mismo Jesús para “edificar la Iglesia”. Desde él hasta León XIV, el nuevo pontífice, han pasado 266, con el Cardenal Robert Francis Prevost, 267 pastores han sido escogidos para guiar a la Iglesia universal en un momento determinado de la historia. Ahora será León XIV el que tome el timón de la barca de Pedro en un tiempo nuevo de cristiandad que ha empezado a caminar en sinodalidad.
Las campanas de los templos de toda la Diócesis han comenzado a repicar nada más asomar el humo blanco de la chimenea de la Capilla Sixtina, sin todavía saber el nombre del elegido por el colegio cardenalicio. Ha sido en la cuarta sesión de votaciones cuando los cardenales electores, inspirados por la acción del Espíritu, han dado su confianza a este cardenal procedente de Estados Unidos, con raíces españolas.
El obispo de Jaén, Monseñor Chico Martínez, ha comparecido tras conocer al nuevo Vicario de Cristo para felicitar a la Iglesia por la elección del nuevo Papa: “Damos gracias al Señor por este gran regalo, un don pascual para la Iglesia universal. El Espíritu Santo ha suscitado en el corazón de los cardenales al nuevo vicario de Cristo, regalándonos al pastor que la Iglesia y el mundo necesita en este momento de la historia. En comunión con él, renovamos nuestra fe y adhesión al ministerio petrino, signo visible de la unidad de la Iglesia”.
En su intervención, Don Sebastián ha pedido al pueblo de Dios, que peregrina en Jaén, “elevar, desde ahora, una oración confiada por el nuevo Papa, para que el Espíritu Santo lo ilumine, lo fortalezca y lo colme con sus dones para la misión que el Señor le confía como Pastor de la Iglesia universal y servidor de todos”.
En su mensaje, el obispo diocesano ha encomendado a los patronos de Jaén, San Eufrasio y la Santísima Virgen de la Cabeza, su intercesión ante el Dios del amor para que el nuevo Pontífice trabaje desde la entrega y el servicio “a toda la Iglesia que tiene en el centro a Cristo resucitado y su mirada puesta, siempre, en los últimos”.