Descentralizar Andalucía es mejorar la Provincia de Jaén. La razón es que el centralismo (incluido el centralismo autonómico) se ha mostrado bastante ineficaz. No permite contar con todos los territorios de una comunidad, a los que margina generando un desarrollo desigual dentro de la misma, sobre todo en relación a los territorios más alejados del centro del poder, deja además de perseguir el equilibrio territorial necesario para el progreso de la comunidad “entera” y se desentiende del hecho de que el territorio modula el ejercicio de los derechos individuales, y un territorio con un nivel de desarrollo no óptimo afecta negativamente a la realización de los derechos de las personas que lo habitan.
Como es conocido, la Constitución Española (CE) finiquitó el centralismo de la dictadura y organizó territorialmente España en un modelo descentralizado de 17 Comunidades Autónomas (CCAA) y 2 ciudades autónomas (Estado de las Autonomías). Modelo, que repartió las “competencias” entre el Estado central (artículo 149 CE) y las CCAA (artículo 148 CE). Y del mismo modo, también el “presupuesto” correspondiente a cada competencia. Este hecho permitió que el dinero del Estado central se territorializara y llegara a más rincones del país, lo que contribuyó a que España diera un salto increíble en el nivel de vida y en el bienestar general. A este respecto, en relación a nuestra comunidad autónoma, Andalucía cuenta para el 2023 con un presupuesto de 45.600 millones de euros con los que atender sus competencias.
Pero, las CCAA no son iguales entre sí. Por ejemplo, la dimensión y población entre unas y otras es muy diferente. En general, excepto las grandes (las dos Castillas y Andalucía), la media son CCAA de 3 o 4 provincias, o incluso más pequeñas. Sin embargo, el Estado de Derecho español las concibió, fueran grandes o pequeñas, de modo bastante homogéneo. Aunque se regularon distintas vías de acceso a la autonomía (artículos 143 y 151 CE), una vez que se constituyeron las CCAA, se estableció prácticamente un grado alto de semejanza político-administrativa en la mayoría de ellas en relación a su organización interna y al modelo de gobierno a emplear, que fue el siguiente: gobierno con un único centro de poder político y administrativo para todo el territorio de la comunidad autónoma.
Esta organización y modelo de gobierno autonómico ha significado, lamentablemente, que cuando las CCAA se configuraron internamente, cometieron el error de recuperar el centralismo que el Estado había desterrado en 1978. Error, que ha incidido más en aquellas CCAA con mayor territorio. Y ahí tenemos que mencionar a Andalucía.
Recordemos que Andalucía tiene una extensión prácticamente del 20 % del territorio español (87.599 km2) y una población cercana a los 9 millones de habitantes (21 % de la población española). Por territorio y población, Andalucía es prácticamente un país. Más extensa y con más habitantes que algunos países europeos y latinoamericanos. El Estatuto de Autonomía de 2007 la define como una nacionalidad histórica que forma parte de España.
Si comparamos las dimensiones de Andalucía y la Comunidad Autónoma uniprovincial de La Rioja (5.045 km2; la provincia de Jaén tiene casi el triple de extensión; y 313.571 habitantes; la provincia de Jaén tiene el doble), constatamos la gran diferencia entre ambas CCAA. Sin embargo, internamente, La Rioja y Andalucía se organizan similar y con el mismo modelo de gobierno centralista, consistente en un único centro de poder político y administrativo para todo el territorio de la comunidad autónoma. La Rioja, al ser un territorio pequeño, tiene la posibilidad de evitar los defectos del centralismo (lejanía al administrado, desatención, desigualdad y discriminación territorial). Pero, en el caso de Andalucía, con una extensión y población enormes, es imposible. Y aquí el centralismo de la Junta de Andalucía ha hecho estragos, sobre todo en relación a los territorios más alejados, como la provincia de Jaén.
Por eso, el balance de la provincia de Jaén gestionada desde el viejo y rígido modelo de gobierno centralista (jacobino) con el que la Junta de Andalucía lleva las riendas de nuestra comunidad autónoma desde hace más de cuarenta años (desde el 20 de octubre de 1981) es claramente negativo.
En todo este tiempo, la Junta de Andalucía se ha caracterizado históricamente más que otra cosa por la inacción y desatención política y presupuestaria, que ha generado desigualdad y discriminación territorial en el ámbito de sus competencias hacia los proyectos “estratégicos” que marcan el desarrollo de Jaén. Y de hecho, Jaén no ha podido sacar adelante prácticamente en estos cuarenta años ningún proyecto estratégico en los que tiene competencia la Junta (y que se acumulan con retrasos que sobrepasan las dos décadas), cuya falta de realización sigue lastrando el presente de los jiennenses e impidiéndoles desarrollar su futuro. Hay que mencionar sin embargo en lo dicho una excepción, la creación de la Universidad de Jaén (1993) gracias a la voluntad y el empuje del gran Antonio Pascual Acosta, un auténtico profeta y mentor en su tierra. Lo único positivo que ha recibido la provincia de Jaén en los últimos 40 años. ¡Balance desalentador!
En vista de lo anterior, se puede afirmar que el Estado de las Autonomías se encuentra aún inacabado. En su diseño queda todavía una fase pendiente: la descentralización de las CCAA, a fin de conseguirse una administración autonómica más eficaz para todo el territorio y toda la población, que sea capaz de alcanzar mayores niveles de calidad democrática. Proceso, que estaría pendiente fundamentalmente en las autonomías más extensas, como es el caso de Andalucía.
Ante esta realidad que se expone, la razón, la eficacia y la calidad democrática para todos, así como el interés general de la ciudadanía llaman a gestionar la Junta de Andalucía desde un nuevo modelo de gobierno, innovador y actual de carácter “descentralizado” y, por tanto, a postergar en el ámbito autonómico al viejo y rancio centralismo jacobino tal como hizo el Estado en 1978, reformando en este sentido el Estatuto de Autonomía de Andalucía.
Claro está, descentralizar la autonomía andaluza es descentralizar un conjunto de competencias actuales de esta comunidad autónoma, sea de modo exclusivo o delegado, y es también descentralizar el presupuesto andaluz que las financia. ¿A favor de quién? A favor de las instituciones más próximas al ciudadano, que es el ámbito en el que se desarrolla fundamentalmente la vida de la gente: las instituciones locales, sobre todo de las ocho Diputaciones provinciales de Andalucía. Y en nuestra tierra, a favor de la Diputación Provincial de Jaén. Pensemos que una descentralización razonable podría abarcar, por ejemplo, hasta un 20 % de las competencias y presupuesto andaluces, que se cederían fundamentalmente a las Diputaciones provinciales, que podrían contar con un presupuesto digno para financiar sus competencias de entre 1.200 y 1.500 M€ anuales.
La descentralización de la autonomía andaluza busca evitar que el poder político autonómico transite por el camino de la desigualdad y discriminación territorial al que se dirige fácilmente como defecto grave del centralismo. Y tendría un efecto muy positivo, que sería similar (en consecución de infraestructuras de los territorios e incremento de PIB territorial, en este caso tanto de los territorios provinciales como del conjunto de la comunidad autónoma) al que tuvo lugar cuando el Estado descentralizó a favor de las CCAA. La razón es que descentralizar la autonomía andaluza supone democratizar el reparto del presupuesto andaluz, a fin de extenderlo con mucha mayor igualdad y equidad a todos los territorios de Andalucía, dando cumplimiento al mandato del Estatuto de Autonomía que obliga a los poderes públicos andaluces al equilibrio territorial.
Un modelo descentralizador de la autonomía andaluza, además de innovar en la organización política del Estado de las Autonomías, muy probablemente conduciría antes o después, en razón de la rendición de cuentas y de la responsabilidad ante el electorado, a que las Diputaciones provinciales fueran elegidas directamente por los ciudadanos.
Un modelo descentralizador autonómico a favor de las Diputaciones provinciales aportaría más progreso social y bienestar general para la población e igualmente más equilibrio territorial para la comunidad autónoma que cualquier otro de modelo centralista. Tenemos algunos ejemplos en otras partes de España de cómo puede funcionar la descentralización a favor del ámbito local: sea el caso del conjunto de competencias significativas que ejercen Diputaciones como las de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa y asimismo históricamente la Diputación de Navarra.
En relación a la provincia de Jaén, un modelo autonómico descentralizador facilitaría más que ningún otro que salieran adelante proyectos estratégicos que, por estar paralizados desde hace décadas, hoy estancan nuestro futuro. Si como competencia exclusiva de la Junta dichos proyectos han recibido históricamente la inacción del poder político andaluz, al pasar a competencia compartida o exclusiva de las instituciones jiennenses (dependiendo del proyecto) tendrían sin duda una mayor viabilidad de financiación y correspondiente realización.
Se pueden poner ejemplos concretos de cómo un modelo descentralizado de la autonomía andaluza, que sitúa el desarrollo estratégico de la provincia de Jaén en manos de los jiennenses, sería altamente beneficioso para esta provincia y para sus habitantes: la autovía Jaén-Córdoba (Torredonjimeno-El Carpio) (coste 400 M€), ya estaría construida hace muchos años, financiada conjuntamente por las Diputaciones de Jaén y de Córdoba; la Ciudad de la Justicia, coste 50 M€, sin duda estaría también construida hace mucho tiempo; la Ciudad Sanitaria (coste 450 M€) asimismo se habría realizado años atrás financiada en varios periodos anuales; la conexión ferroviaria del Parque empresarial de Santana (9 M€), ya la hubiera tenido en tiempo atrás Linares y estaría dando sus frutos con la instalación de nuevas empresas; la autovía Jaén-Andújar, con probabilidad estaríamos ya circulando por ella; e igualmente se facilitarían las autovías Jaén-Peal-Cazorla y Jaén-Alcalá la Real (todas ellas articulan internamente nuestro territorio); en el mismo sentido, el desarrollo del Puerto Seco de Jaén y del Puerto Seco de Linares, ambos compatibles, con probabilidad ya estarían resueltos creando empleo en nuestra provincia con la posición centrada privilegiada que tiene el territorio jiennense en Andalucía y de cara al resto de España y Europa. Y otros proyectos más.
Por todo lo dicho, no me cabe la menor duda: descentralizar Andalucía es mejorar la provincia de Jaén. Pero también se puede decir con otras palabras: descentralizar Andalucía es mejorar a Andalucía “entera”, y no reducirla a algunos territorios.