En líneas muy generales, tanto en la sociedad civil como en las instituciones, se pueden percibir dos tipos de personas en las cuestiones que inciden sobre el futuro de Jaén y de su provincia. Por un lado, las personas que denomino “hombres-freno”, en las que prevalece el género masculino, pero que también puede incluir al género femenino. Y, por el otro, las personas activas y emprendedoras del progreso y bienestar de la sociedad jiennense. La noción de “hombres-freno” sirve para identificar una de las causas –entre otras– que explican por qué la situación de la provincia de Jaén es discriminatoria y de falta de infraestructuras básicas para su desarrollo desde hace décadas.
¿Qué son los “hombres-freno”? Con esta denominación hago alusión a las personas que habitualmente tienen una actitud y posición de resistencia –en distintos grados– hacia los cambios y proyectos que son necesarios para el progreso de nuestra provincia. Es una cuestión de mentalidad (mentalidad-freno), asumida por inercia histórica o buscada por motivos varios, incluidos los intereses personales o grupales. Los hombre-freno en Jaén ralentizan –o incluso estancan– el avance de nuestra tierra. Su mentalidad sobre Jaén y provincia es viejuna, más propia de inicios del siglo pasado, situada fuera de la realidad de hoy. Ellos optan por ahogar el futuro de Jaén a cambio de mantener su presente actual (statu quo).
La constatación de hombres-freno en nuestra sociedad, y sobre todo en la gestión pública jiennense, explicaría (en parte) por qué la provincia de Jaén ha ido acumulando promesas y proyectos incumplidos que son necesarios para converger con nuestros iguales y estar a la altura de nuestro tiempo, quedándonos atrás década tras década.
La actitud y posición de los hombres-freno en la sociedad jiennense se identifica por los 2 siguientes rasgos:
En primer lugar, falta de ambición para Jaén y su provincia. Los hombres-freno tienen una actitud y una posición conformista frente a los poderes públicos. No entra en su mentalidad ni en sus planes romper el statu quo discriminatorio que hoy padece Jaén, en el que la han posicionado desde hace décadas tanto el Gobierno central del Estado como la Junta de Andalucía. O, en todo caso, es capaz de asumir pequeñitos cambios que no alteran ese statu quo (cambiar algo para que nada cambie). En general, los hombres-freno se aproximan más a la figura de un “bienquedas” con los poderes públicos, con su entorno social y con los grupos en los que se inserta. Prefieren centrarse en gestionar las pequeñas cosas del día a día, sin encabezar habitualmente ni impulsar grandes proyectos que rompan las cadenas que hoy soporta la provincia de Jaén.
Y en segundo lugar, consecuencia de la falta de impulso y ambición anterior, el maltrato contiuado de las Administraciones Públicas a Jaén y provincia. La actitud de conformismo de los hombres-freno genera (a corto, medio y largo plazo) efectos muy dañinos al progreso de la sociedad jiennense. En la medida que las élites políticas y poderes públicos de Madrid (Gobierno central) y de Sevilla (Junta de Andalucía) perciben ausencia de impulso –debilidad de exigencia– por parte de los responsables institucionales jiennenses para pelear por los cambios que llevan el progreso a nuestra tierra, estas élites y estos poderes van a entender rápidamente que tienen el terreno abonado –vía libre– para poder imponer a la provincia de Jaén (incluso a través de sus hombres-freno, y una vez más) la privación de cualquier proyecto que alcance cierta entidad, aun cuando se trate de infraestructuras básicas necesarias para salir del pozo discriminatorio en el que nos encontramos.
Pues bien, estas dos características no sólo explicarían (en parte) la situación actual de nuestra provincia, sino también el por qué el Gobierno central y la Junta de Andalucía se han atrevido a tanto contra la sociedad jienense a lo largo de décadas. Una consecuencia habitual de cómo actúan las élites políticas de Madrid y Sevilla cuando tienen hombres-freno en nuestra tierra es que estos poderes públicos osan mostrar sus desprecios a los jiennenses de modo descarado, con actitud incluso chulesca, sin un mínimo ropaje de cortesía, y a menudo con arbitrariedad, sin importarles a veces hasta incurrir presuntamente en la ilegalidad a la hora de usurparnos grandes proyectos en connivencia con otras élites políticas locales.
El robo del Plan Colce a Jaén en 2021 en el último momento (Gobierno central del Estado), y de los cerca de 3.000 puestos de trabajo que conllevaba, que abrió los ojos a muchos hombres-freno y a otros tantos tibios, y que cambió a la sociedad jiennense definitivamente, así como la pretensión de imponer un recorte salvaje y arbitrario a la Universidad de Jaén en 2022 por parte de una Junta de Andalucía con un superávit de 1.700 millones de euros –que los jiennenses paramos en las calles–, son ejemplos recientes de estos atrevimientos descarados y ofensivos.
Los hombres-freno han sido y son una sangría para el avance de la provincia de Jaén. Es como pedalear con una bicicleta frenada mientras los demás van en AVE. La alternativa a los hombres-freno son las personas activas, emprendedoras e impulsoras del desarrollo de nuestra provincia. Cada uno/a debe autoevaluar si su mentalidad y su posición se corresponde con la de un hombre-freno o la de un emprendedor/impulsor de mayor bienestar para la población jiennense. Y si el resultado es que nos situamos en el lado del freno y no de la gente, hay que sugerirle que se pase al “otro lado” de la vida de Jaén y su provincia: el lado de pelear por su progreso y por el bienestar de los jiennenses allí donde sea necesario y el tiempo que haga falta.