Historia de la Semana Santa de Jaén

Un espacio promovido por la Diputación Provincial y la Caja Rural de Jaén

Video: EXTRA JAÉN

Historia de la Semana Santa de Jaén.

La Semana Santa de Jaén, que se celebra cada año coincidiendo con la primera luna llena de la primavera, está declarada de "Interés Turístico" desde 1981, y a nivel autonómico está declarada Bien de Interés Turístico-Cultural Andaluz desde 2006 y Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía.

Las primeras cofradías que se implantan en Jaén lo hacen en plena Edad Media, tras la conquista de la ciudad por Fernando III el Santo en 1246. Estas eran muy distintas a las cofradías actuales, tenían fines piadoso-militares, se dedicaban a ofrecer auxilio a los necesitados y se organizaban como escuadras o batallones para defender la ciudad, se sabe que existieron las de «San Luis», «San Acacio», «San Blas», «Santiago», «San Onofre» o «Santo Tomás».

No fue hasta el siglo XVI, cuando la Iglesia, a través del Concilio de Trento, decidió combatir el protestantismo, que no admite la adoración de las imágenes (idolatría), impulsando la creación de tallas y sus salidas procesionales por las calles.



En un principio las cofradías nacieron en los conventos. Así en 1541, se formó la Devota Hermandad de la Santa Vera-Cruz en el Real Convento de San Francisco de Asís. Por su parte, los dominicos fundaron en el Real Convento de Santa Catalina la «Antigua y Primitiva Cofradía de las Angustias y Cinco Llagas de Nuestro Señor Jesucristo» en 1551. En el 56, se fundó la «Cofradía y Hermandad de la Transfixión y Soledad de la Madre de Dios» en el monasterio de la Virgen Coronada de los carmelitas calzados, que más tarde fundan la Cofradía del Santo Sepulcro y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo en 1580. Esta nueva cofradía tuvo un importante pleito con la de la Soledad que es el origen de la existencia en la ciudad de dos cofradías de «Santo Entierro», cuya oficialidad se alternan anualmente. A finales del siglo XVI, los carmelitas descalzos fundaron en su convento de San José (lo que conocemos como el Camarín de Jesús) la Cofradía de Santa Elena que es el inicio de la del Abuelo. La última cofradía de penitencia que se fundó en la ciudad durante esta época fue la «Cofradía de los Esclavos del Santísimo Sacramento y Cena del Señor», en 1616 en el convento de la Santísima Trinidad.

Desde finales del siglo XVII a principios del XVIII la Semana Santa atravesó una profunda crisis, causada por el decaimiento económico y demográfico provocado por los últimos Austrias. Esto llevó a la desaparición de cinco de las seis cofradías de penitencia fundadas en la ciudad, excepto la de «Nuestro Padre Jesús Nazareno», antigua de «Santa Elena», que no cesó nunca de realizar estación de penitencia. Con la llegada de la dinastía Borbón, el país recibió un gran impulso y las cofradías resurgieron con la refundación de algunas desaparecidas y la fundación de nuevas.

En esta época destaca el enorme crecimiento de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, debido al gran número de milagros que se le adjudicaban a la imagen de El Abuelo. En 1726 fue recuperada la cofradía de la Vera-Cruz. Ese mismo año se recuperó también la Hermandad del Santo Sepulcro. También fue restaurada la cofradía de la Soledad, que tuvo un gran crecimiento gracias a su procesión del Santo Entierro.
En este siglo también se fundaron nuevas cofradías gracias al impulso experimentado. En 1709 se fundó la Cofradía de Jesús entrando en Jerusalén en el convento de las dominicas. Se fundaron otras cofradías de fines benéficos que no realizaban estación de penitencia, como la hermandad del Santo Cristo de la Clemencia, fundada en 1746 en el Real Convento de Santa Catalina; la Cofradía del Santo Cristo de la Buena Muerte, de 1766 en el convento de la Merced; y la Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración en 1761 en el Convento de San Francisco, que tras extinguirse con el convento se refundó en 1888.

En el siglo XIX, las cofradías volvieron a sufrir una fuerte crisis a consecuencia de la ocupación francesa y la desamortización. Esto hizo que algunas hermandades tuvieran que abandonar sus sedes y trasladarse a otros templos.

En el siglo XX se reorganizaron algunas de las cofradías, La Cofradía de la Buena Muerte lo hizo en 1926, la de la Clemencia en 1945 y la de la Borriquilla en 1946. En esos años, además, se fundaron nuevas hermandades, la de los Estudiantes en 1946, la del Perdón en 1952 y la del Silencio en 1955. En los años 80 la Semana Santa vivió un nuevo resurgir que llevó a la fundación de tres nuevas cofradías en la ciudad, Hermandad de la Estrella y la Cofradía del Resucitado, la Hermandad de la Amargura y la última cofradía fundada en el siglo XX: la Hermandad de la Santa Cena en 1998. En los primeros años del siglo XXI surgieron varios grupos de cofrades con la intención de fundar nuevas cofradías, dos de los cuales vieron culminado su trabajo con la aprobación de sus estatutos en el año 2012, fueron las hermandades de la Caridad y el Cautivo. Poco después, en 2015, lo fue la del Lavatorio, y en 2017 la del Gran Poder, así mismo, en la actualidad, otros grupos continúan trabajando en distintas parroquias de la ciudad para fundar nuevas cofradías.