La IA en la UJA: «No es que la prohibamos, es que la enseñamos»

La UJA redefine el papel de la Inteligencia Artificial en la educación con un modelo ético e inclusivo que ya inspira a instituciones de todo el mundo

 La IA en la UJA: «No es que la prohibamos, es que la enseñamos»

Francisco Roca y María José Grande.

En septiembre del año pasado, la Universidad de Jaén anunció el lanzamiento del proyecto GenIA-UJA (Generative Intelligent Assistant-UJA), mediante un acuerdo pionero de colaboración con Google para implementar la inteligencia artificial en el entorno universitario. El proyecto fue ideado basándose en tres pilares fundamentales: aprendizaje personalizado, impulso de la investigación y optimización de la gestión administrativa. Hoy en día, esta implementación se lleva a la práctica y ya está dando resultados tanto a nivel interno como en el reconocimiento académico internacional.

Francisco Roca, vicerrector de Formación Permanente, Tecnologías Educativas e Innovación Docente, ha sido uno de los principales impulsores de este proyecto. Afirma que la inteligencia artificial está transformando la sociedad y que el deber de la universidad es ser el “faro” que guíe a las nuevas generaciones en el manejo de esta nueva herramienta y saque a profesionales que sepan dominarla. Esta fue la principal motivación que llevó a Roca a mantener las primeras conversaciones con Google for Education España sobre cómo obtener las licencias de Gemini. «Nosotros trabajamos con herramientas de Google que nos garantizan la seguridad de los datos, que se quedan de manera interna.» Gemini estaba empezando a funcionar y aún era bastante caro, pero «al ser unos mil profesores en la UJA, no habría problema.» A esto, Roca respondió tajante: «No, no, no. Yo no quiero para mil, yo quiero para los 18.000. Yo quiero inteligencia artificial para todos» –profesores, alumnos y personal administrativo–.



Mientras los profesores reclamaban mecanismos y medidas de control y limitación del uso de la IA por parte de los estudiantes, el vicerrectorado trazaba los primeros esbozos de la ‘Guía de buenas prácticas para el uso responsable y ético de la IA’. A continuación, comenzaron las jornadas de formación. «Primero, presentamos el proyecto al profesorado y al personal de aquí, y a posteriori, jornadas para todo el alumnado. [...] Formación básica y luego formación avanzada.»

«La formación de profesores va desde concienciar. [...] Todavía hay sitios en los que la gente hace un trabajo o presenta un documento y dice “y lo he hecho sin inteligencia artificial,” como si eso fuera un logro. Eso no es un mérito a día de hoy, eso es un demérito porque estás diciendo que no tienes competencias en inteligencia artificial.», afirma Francisco Roca.

María José Grande Burgos, vicedecana de Biología en la Facultad de Ciencias Experimentales y profesora de biología y microbiología, afirma que la principal amenaza percibida por los profesores era que los alumnos se iban a servir de la IA para hacer un trabajo, para hacer un proyecto, para escribir una tesis… «Deben de servirse para eso, pero como una herramienta.» Una herramienta de retroalimentación en la que la IA se alimenta de las propias ideas que el estudiante le da. Y además, puede ofrecer análisis, patrones o ideas que él a priori no ve.

«Hay muchas tareas que son necesarias, pero a lo mejor muy repetitivas, como la bibliografía, que eso prácticamente te lo da hecho la IA. Pero el aspecto crítico, el saber redactar un proyecto o un Trabajo Fin de Grado, incluso el redactar tu parte experimental, saber la hipótesis de inicio, los resultados, hacer una valoración de esos resultados, eso realmente no te lo da. Ahí es donde juega un papel importante el alumno, al hacer esa evaluación de resultados, pues finalmente tiene que discutirlos y tiene que hacer una buena elaboración y una buena defensa de ese trabajo.», explica María José Grande.

La IA como herramienta

La vicedecana defiende que los profesores deberían considerar la IA como una herramienta de evaluación progresiva del alumnado. «En las órdenes y en los comandos que el alumno va metiendo queda reflejada su experiencia. Y poco a poco, conforme va elaborando un trabajo, se va viendo su evolución.»

La UJA tiene una visión clara del uso de la IA para optimizar tiempo y esfuerzo. En una sociedad donde las nuevas generaciones aprenden de una forma cada vez más diferente, la IA puede servir para que los profesores puedan ahorrar todo el tiempo que emplean en la elaboración de esos tediosos power point y dedicarlo a la creación de nuevos materiales didácticos. Francisco Roca, que también es profesor de matemáticas, mantiene que con este nuevo sistema ha sido capaz de elaborar un temario en el que los alumnos pueden moverse con más agilidad y con el que pueden interactuar y consultar dudas específicas.

«Yo tenía grabadas las clases. He cogido esos vídeos, se los he dado a la IA y a ese producto le he metido los apuntes y los enlaces relacionados y le he dado a los alumnos una herramienta donde preguntarle justamente las cosas que nosotros hemos visto en clase.» Incluso pueden pedirle que les genere simulacros de examen, propiciando un sistema de enseñanza mucho más adaptado y personalizado. «Ellos me preguntan qué va a caer en el examen y yo les digo: “Ahí tenéis. Y os voy a decir cómo voy a poner el examen.” Y yo cojo allí la pantalla y le digo: “Hazme cinco preguntas, dos de sucesiones y tres de ecuaciones diferenciales.”» De esta forma, los estudiantes pueden resolver el examen, corregir sus errores y practicar todo cuanto quieran. Se trata de dotar al alumnado de un “asistente personal” que le explique exactamente lo que ha dado el profesor. «Ya no es buscar en un infinito de contenido, sino que estás buscando en algo muy concreto.»

Ética y brecha económica

La universidad es muy consciente de los riesgos que la IA podría traer consigo. En el plano ético, existe una línea muy delgada entre el uso como herramienta y la falsificación académica, recurriendo al plagio. El sistema antiplagio de la universidad, ‘Turnitin’, cuenta con un detector de inteligencia artificial, pero aún no está desarrollado al completo. María José Grande explica que «la IA es siempre de nueva creación, y ¿cómo se detecta algo que es de nueva creación?» Por ello es fundamental educar desde la raíz en las buenas prácticas del uso de esta nueva tecnología. «El alumno debe indicar en su trabajo que la ha utilizado.»

La integración de la inteligencia artificial en el ámbito universitario también pone en evidencia una serie de desigualdades estructurales que es necesario abordar de forma crítica y consciente. Uno de los principales riesgos es la brecha económica, ya que muchas herramientas de inteligencia artificial son de pago o requieren dispositivos y conectividad de calidad que no todos poseen. Al garantizar el acceso universal y gratuito a la herramienta Gemini para toda la comunidad universitaria, la UJA trata de reducir este sesgo.

Más allá del acceso, existe una brecha ideológica. Esto se debe a que las herramientas de IA están influidas por los modelos, datos y valores con los que han sido entrenadas y pueden favorecer determinadas visiones del mundo, excluyendo otras y reforzando a su vez desigualdades culturales, lingüísticas o sociales. «En TikTok, en China, lo que más se les muestra a los jóvenes son contenidos educativos, formativos, cosas que realmente les enriquecen... Sin embargo, esa misma herramienta, aquí, lo primero que te lanza es distracción y ocio», explica Roca.

También se reconoce la existencia de una brecha de competencias digitales debido a que no todo el mundo tiene el mismo nivel de familiaridad o soltura con el uso de herramientas de IA por falta de formación o apoyo técnico. Este es el punto principal en el que se enfoca la UJA, que desde el primer día ha puesto en marcha jornadas y cursos de formación. «Es peligroso. Por eso es fundamental la formación, no solo del uso, sino de qué se está usando.»

Reconocimiento internacional a la Universidad de Jaén

El modelo de integración total de la IA desarrollado por la UJA ha sido reconocido por la propia Google for Education como caso de éxito en su web oficial, gracias al proyecto GenIA-UJA, convirtiéndose en la primera universidad española en lanzar un proyecto piloto de estas características con el modelo Gemini. Además, la Universidad de Jaén ha captado la atención de instituciones académicas de dentro y fuera de España. Sin haberlo buscado explícitamente como objetivo estratégico, la universidad se ha convertido en referente internacional. La experiencia se ha compartido en ciudades como Londres, Ámsterdam o Milán, y múltiples delegaciones de universidades extranjeras han visitado Jaén para conocer de primera mano cómo se ha puesto en marcha este sistema, tal y como relata Roca: «Aquí les decimos “sois bienvenidos,” porque nuestra obligación al final es formar a la gente y hacer un mundo mejor.» La UJA muestra una actitud de colaboración en este aspecto, abriendo sus puertas a otras instituciones y compartiendo su experiencia de forma transparente.

«Más que reconocimiento, a mí me gusta entenderlo como colaboración. Igual que nosotros, cuando tenemos alguna carencia en un área o necesitamos orientación, acudimos a otras universidades o instituciones que nos pueden aportar luz —y normalmente, si pides ayuda, te la dan—, también nosotros estamos dispuestos a compartir lo que hemos aprendido. Si tenemos experiencia en algo y además ha funcionado bien, estamos encantados de ponerlo a disposición de quien lo necesite. De hecho, invitamos a quien quiera venir, se lo enseñamos sin problema, porque muchas veces lo contamos y no se lo creen hasta que lo ven.», apunta Francisco Roca.

El proyecto de inteligencia artificial en la Universidad de Jaén no nace de una ambición por destacar ni de una carrera por ser los primeros, sino de una convicción profunda: formar a las nuevas generaciones con responsabilidad, sentido crítico y visión de futuro. La apuesta por la IA responde a un compromiso ético con la sociedad y con el papel que debe jugar la universidad como motor de transformación.

GenIA-UJA ha demostrado que la inteligencia artificial, bien entendida y bien implementada, no sustituye el pensamiento, sino que lo potencia. Y que cuando se pone al servicio del aprendizaje, de la equidad y del bien común, es una herramienta transformadora y profundamente humana.