El Expositor: Flor de olivo, del calentón al desatino

Crónica política de la semana de Manuel Expósito Moreno

 El Expositor: Flor de olivo, del calentón al desatino

Olivo en flor.

Y el Madrid, ¿qué? ¿ha vuelto a ganar La Liga? Mayo mayea, vestido de blanco, entre primeras comuniones, cruces de flores y otras fiestas de primavera, incluidas las taurinas y futboleras. La política por estos pagos, superada la vigilia sanchista, el gusto y la gana por el lodazal y sus artífices, oteando las expectativas electorales inminentes, se prepara para los comicios europeos del 9 de junio. Catalunya mediante, que también en parte es nuestra (“En la turbamulta del Congreso de los Diputados, un pariente lejano, parlamentario de la Esquerra, se ha puesto melodramático. En La Bobadilla, su tía abuela, que lo ve por la tele, emocionada, llora”). La confección de las candidaturas de los principales partidos despejó definitivamente la incógnita barajada en círculos íntimos de San Telmo sobre la posible salida de la consejera-paisana Catalina García hacia Estrasburgo-Bruselas. La cuota de cabecera otorgada por Génova 13 al poderoso PP andaluz se cubre con la ya ex consejera de Agricultura, Carmen Crespo, segunda de la lista tras Dolors Montserrat (en el ‘25’, testimonial, una comprovinciana, la filóloga y periodista María Jesús Molina, en la actualidad asesora del grupo popular europeo, hija del gran poeta místico ubetense Ramón Molina Navarrete) y un mínimo reajuste en el Ejecutivo de Moreno Bonilla asignando las competencias agrarias y de agua, de almeriense a almeriense, al titular de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul, Ramón Fernández-Pacheco, a la sazón portavoz del Gobierno andaluz y, llegado el momento, uno de los potenciales relevos del jefe. No vuelven a mezclarse churras y merinas, es decir, no se fusionan otra vez Agricultura y Medio Ambiente, pero interinamente un solo político estará al frente de ambos departamentos. O sea, la indiscutible capitalidad regional de Almería, a partir de su próspero intensivismo agrícola, el inagotable delfinario de Gabriel Amat y una cercana remodelación en el staff de la Junta que Juanma no descarta. La patada hacia arriba a la ex alcaldesa de Adra favoreció alguna especulación en torno a las opciones de un cargo de segundo nivel, adscrito a la Consejería de Agricultura, la directora general de Industrias, Innovación y Cadena Agroalimentaria, Cristina de Toro, vinculada a la provincia desde su etapa en Citoliva. Olvidémonos de ello, por ahora, que todavía no toca, aunque quizás antes de la vacación estival el presidente le pegue un charipeo a su equipo para afrontar con mayor determinación la segunda mitad de la legislatura. Quemados y pusilánimes, a la madriguera.

Paisajes del Olivar. Ya lo dije la pasada semana, se veía venir: olía a muerto, como proclamara el alcalde de Porcuna, Miguel Moreno, advirtiera el de Arjona, Juan Latorre, y agradeciera, confirmado el óbito, el de Arjonilla, Luis Miguel Carmona. Entre todos la mataron y ella, solita, sola e incomprendida, se murió. La candidatura anduvo falta de pedagogía en el proceso y sobrada de bulos en su desarrollo. Las organizaciones agrarias no eran suficientemente representativas en la zona y las cooperativas fueron sondeadas mediante la superficialidad de lo que consideraron contactos informales. Para integrar, convencidos, a los 8.500 propietarios de la zona 14, la de La Campiña, un 40 por ciento del total de la superficie afectada, tendría alguien que haberse calzado los patucos correspondientes, patear camadas y terrones, e intentar empatizar en mayor medida con la simpar idiosincrasia de los ‘capapardas’. Quien asegurara haberlo hecho, a la vista está, no lo hizo. Faltó pedagogía, psicología, empatía, insisto. Otra cosa es que, más pronto que tarde, vayamos a acordarnos del enorme valor añadido que echamos a perder inconscientemente. ¿Quién conoce al detalle, a raíz de la escalada de precios del aceite de oliva, el plan de negocio oleícola de fondos de inversión de capital riesgo como la nacional Beka Finance o la multinacional neoyorkina BlackRock? Gestoras de activos especializadas en la inversión en plantaciones de olivos con los más modernos sistemas de producción. El superintensivismo en seto que crece exponencialmente en Portugal y que advertimos nítidamente adentrándonos hacia el sur de Andalucía por la A-4, a un lado y otro de la autovía. De seguir sorprendiéndonos el acumulado pluviométrico, una próxima campaña de producción media-alta, nos abocaría, en noviembre, con la llegada de los nuevos aceites, a un descenso de los precios en origen, como mínimo, del 20 al 30 por ciento. El gurú Antonio Luque, presidente de Dcoop, auguraba hace una semana en la Ser que, salvo catástrofe meteorológica, “a partir de noviembre lo normal es que volvamos a un nivel de precios mucho más aceptable para los consumidores y los productores. Yo creo que el precio puede bajar a la mitad, es decir, si el precio está en el entorno de 8 € en origen, pues puede bajar a 4 – 4,5 €, pero depende de lo que llueva”.



Confiando en una floración normalizada, sin catástrofes por las olas de calor, el horizonte de cotizaciones que nos aguarda pondría en serios aprietos la cuadratura del círculo del olivar tradicional. Estudio actualizado sobre el grado de rentabilidad de las explotaciones agrícolas, o lo que es igual, maximizar la cantidad y la calidad de las aceitunas obtenidas mediante la optimización de los costes de producción. Relación asociada entre el sistema de cultivo y el coste de producción por kilo de aceite de oliva: 3,52 €/olivar tradicional no mecanizable de secano; 2,64 €/olivar tradicional mecanizable de secano; 2,18 €/olivar tradicional mecanizable de regadío; 1,90 €/olivar intensivo de secano; 1,60 €/olivar intensivo de regadío; 1,49€/olivar superintensivo de regadío. Posiblemente no se argumentó, in situ, cara a cara, científica y políticamente, con suficiente rotundidad, que la declaración pretendida de Patrimonio Mundial de la Unesco, a favor de nuestros 14 ‘Paisajes del Olivar’, no impediría, en adelante, la transmisión de la propiedad, ni las transformaciones futuras que requiriesen las explotaciones en aras de su viabilidad económica, pero que la retirada de la propuesta supone la renuncia a un marchamo de calidad, en términos de valor añadido, a todas luces -luz de razón, no de confrontación- superlativo. La inopinada ola de calor, el calentón, que seca y tira la flor. Una pena inconmensurable. Así, el cultivo del olivar tradicional, o seguiría sujeto a programas de ayudas de la UE como la PAC, cuya continuidad discuten en cada prórroga los contribuyentes ricos del norte, o correría el riesgo de desaparecer. ¿Podrán sostener los descendientes el santo y seña de sus antepasados? ¿Ha conocido usted muchas familias que prevaleciesen durante más de tres generaciones con la misma casa, la misma tierra, la misma propiedad, el mismo cultivo, los mismos objetos que pasan de padres a hijos, incluso las mismas enemistades?