EXTRA CONFIDENCIAL | Enfermos del mundo, uníos (pero con cita previa)

“ENFERMOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS. LA SANIDAD ES LA SOBERANÍA DEL PUEBLO”

 EXTRA CONFIDENCIAL | Enfermos del mundo, uníos (pero con cita previa)

Foto: EXTRA JAÉN / Archivo

Manifestación por la sanidad pública del 9 de noviembre

El pasado domingo, en la manifestación en defensa de la sanidad pública, una pancarta se llevó todas las miradas, los móviles y las sonrisas: “ENFERMOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS. LA SANIDAD ES LA SOBERANÍA DEL PUEBLO”, rubricada por Jaén Ciudad Habitable y presidida, nada menos, que por la barba más influyente del siglo XIX: Karl Marx.

Pocas veces se ha visto una conjunción tan precisa entre ideología y termómetro. Marx, que pasó media vida tosiendo en la Biblioteca del Museo Británico, habría estado encantado de saber que su legado inspiraba no ya revoluciones, sino revisiones médicas. De hecho, si hoy levantara la cabeza (previa autorización del Comité de Ética, claro), probablemente habría pedido cita en el centro de salud del Polígono del Valle para hacerse una analítica y una reflexión dialéctica sobre la plusvalía de las listas de espera.

“Enfermos del mundo, uníos” suena potente, pero también práctico: unidos, quizá consigamos que nos coja el teléfono el 955. Y es que la consigna tiene su encanto marxista, pero también su toque de sala de espera: una solidaridad hecha de tos compartida, de recetas caducadas y de ese sentimiento fraternal que surge cuando llevas cuarenta minutos mirando el mismo póster de vacunación infantil.



La pancarta continuaba con una frase aún más profunda: “La sanidad es la soberanía del pueblo”. Nada más cierto. Porque un pueblo sin médicos, sin enfermeras y sin ambulancias es un pueblo soberano… pero febril. Y ya sabemos que las revoluciones con fiebre no salen bien: se acaban confundiendo los termómetros con micrófonos.

Así que, desde aquí, mi aplauso para Jaén Ciudad Habitable, por haber logrado lo imposible: que Marx, por un día, bajara de su pedestal para recordarnos que la salud también es un derecho, que la utopía se construye con fonendoscopio y que los pueblos libres no solo votan: también se vacunan.

Eso sí: si los enfermos del mundo van a unirse, que sea con mascarilla, porque la solidaridad está muy bien… pero los virus, más organizados aún.