Miércoles de Ceniza con La Borriquilla entrando triunfal en la Catedral
Nuestro Padre Jesús de la Salud entrando en Jerusalén han presidido el Vía Crucis de hoy
Foto: DIÓCESIS
Miércoles de Ceniza en la Catedral.
Arranca, como cada año, la Cuaresma en este Miércoles de Ceniza en el que cientos de jiennenses han querido participar en la imposición de las cenizas, en la solemne Eucaristía que ha presidido el obispo de Jaén, Monseñor Chico Martínez, en la Catedral.
Pocos minutos después de las 17:30 horas salía de su Templo, el de Belén y San Roque, la imagen elegida este año por la Agrupación de Cofradías para acompañar al Vía Crucis posterior a la celebración eucarística, la de Nuestro Padre Jesús de la Salud, de la Cofradía de la Borriquita. Poco antes de las 8 llegaba al Templo de Vandelvira para ser colocado en el presbiterio.
El obispo de Jaén, acompañado de miembros del Cabildo y del Provicario General, el Vicario de la zona de Jaén y Mágina, a la sazón, Consiliario de la Agrupación de Cofradías de Jaén, han sido los encargados de concelebrar la Santa Misa, en este Miércoles de Ceniza alejado de cualquier medida de contención frente a la COVID.
Numerosas autoridades, civiles y militares han querido acudir a la imposición de la ceniza como recuerdo y llamada a la conversión, que se nos pide a los cristianos en este tiempo de preparación a la Pascua. También, han sido muchos los fieles, los cofrades y los representantes de cofradías y hermandades quienes han querido dar comienzo a este tiempo litúrgico marcado por la limosna, el ayuno y la oración, recibiendo las cenizas de manos del obispo de Jaén.
Las lecturas han estado participadas por cofrades y el acompañamiento musical ha estado a cargo del coro de San Ildefonso bajo la dirección del canónigo D. Alfonso Medina.
Homilía
En su predicación, el obispo Don Sebastián ha comenzado recordando el significado auténtico de la Cuaresma: “La Cuaresma es un tiempo totalmente presidido y marcado por el recuerdo de Dios. Un un tiempo santo, que desde el ámbito interior, pero también unidos a la comunidad eclesial nos lleva a contemplar el rostro de Dios, que se desvela plenamente en Cristo entregado, crucificado, muerto y resucitado; es una preparación seria que nos conduce hasta la Pascua del Señor, para, avivando nuestra fe y acogiendo la Gracia derramada en la entrega redentora de Cristo, renacidos a la Nueva Vida, nos constituye en “testigos fuertes y valientes” del Amor de Dios entregado a los hombres, en signos eficaces de luz y esperanza para nuestra sociedad, oscurecida y ensombrecida por tantas situaciones que estamos viviendo (guerra, terremotos…) y realidades que se están dando”.
Después, el Prelado jiennense ha señalado que “Como la Cuaresma, nuestra vida tiene un tiempo definido, un inicio y un final. Ahora nos vemos como personas importantes, necesarias en nuestra familia, en nuestro ámbito social y laboral. No podemos imaginarnos el mundo sin nosotros. Pero otros pasaron y ya no están. Vendrán otros y nosotros no estaremos ya en este mundo. El signo de la ceniza nos recuerda esta verdad: ‘polvo eres y en polvo te convertirás’”.
De igual manera ha querido subrayar este tiempo litúrgico como “un tiempo de lucha y de penitencia, de pedir perdón y liberarnos de nuestros pecados. La liturgia de este tiempo, los actos de piedad, la oración, la limosna, el ayuno… nos ayudarán para este encuentro”.
Después de su predicación, el Obispo ha procedido a la bendición de las cenizas, que después ha recibido de mano de sus hermanos sacerdotes y que de igual manera él ha impuesto en las frentes de los sacerdotes, seminaristas y pueblo fiel, recordando la llamada a la conversión y la oportunidad de cambio en estos cuarenta días: “Conviértete y cree en el Evangelio”.
La celebración ha culminado con la Comunión y con el recuerdo del Obispo del encuentro personal con el Señor en estos días que nos llevarán a la renovación de los misterios centrales de la vida cristiana: la pasión, muerte y resurrección de Cristo, nuestro Señor.
Al concluir la Santa Misa ha dado comienzo el piadoso del Vía Crucis. El obispo ha querido tener presentes, de una manera especial, a los jóvenes en este año que la Iglesia diocesana dedica a ellos. No en vano, han sido el grupo joven de la Cofradía de la Borriquita el encargado de portar al Nuestro Padre de la Salud en sus primeras estaciones.