El pacto de Jaén, refrendado por Repullo.
Influir, imbuir, inferir e inquirir. Sí, siempre, a la postre, inquiriendo. La pregunta queda en el aire, flota en el ambiente, tras el esplendoroso sábado de constitución de ayuntamientos e investidura de alcaldes y alcaldesas. ¿Cuánto durará en pie este castillo de naipes, compuesto, deprisa y corriendo, a beneficio de inventario, en municipios donde el 28-M dejó la gobernabilidad al albur de pactos irredentos? ¿Quién arrienda las ganancias a los usufructuarios de unos acuerdos cogidos con pinzas, sustentados en alianzas precarias, buenos sueldos y cuentos de la lechera? El duodécimo mandato municipal democrático se abre a expectativas inciertas en cuantos escenarios se antepuso la erótica del poder, la alternancia a cualquier precio, la evidencia de la paja en ojo ajeno. Centrémonos en casos concretos. Jaén capital. Las 101 medidas para el cambio que suscribieron PP y JM+ ante notario, el viernes, en Condestable Iranzo (firmó Repullo, Antonio Repullo, no se olvide, firmó el partido, no la Junta), constituyen en sí una reescritura atropellada del pasado reciente. Precisamente el sábado, 17 de junio, se conmemoraba el sexto aniversario de la manifestación de las pastiras y los chirris que principiaba la era de las movilizaciones ciudadanas made in Jaén Merece Más: una ola de indignación indisimulada contra la invisibilización de una ciudad, que lleva la vida entera aspirando a ser capital, capital de verdad, doblemente capital, en los desvelos y las ansias del bipartidismo imperante. De los polvos de aquella enredadera, plantada en las Palmeras, dos años después, nacería una candidatura política al Ayuntamiento que venía a representar esa legitimísima tercera vía que, desde la moderación liberal y centroderechista, aspiraba a reeditar en Jaén el papel pragmático y aprovechado, bisagrero y finalista, de Convergencia i Unió y el PNV: la emulación de la determinación del nacionalismo catalán y vasco para traducir sus votos decisivos, en tiempos de mayorías parlamentarias insuficientes, en discriminación positiva, contante y sonante. El problema residió entonces, 2019, en los egos, en la distancia insalvable entre María Cantos y Cuqui Márquez, en el hecho de ser cuñas imperfectas de la misma madera. Que no digo que sean iguales, pero, en lo sustancial, a todas luces, complementarios. El no propiciar aquella unidad de acción entre la derecha nacional y la derecha nacionalista fue paulatinamente orillando a Cantos y Cuqui en el seno de sus respectivos espectros. Mejor, bien es cierto, para Márquez, que acabó en el cementerio de elefantes del Senado, que para María, María de la O (ya se saben la copla). Por ello, honestamente, en puridad, el pacto hoy entre el PP y JM+ es una reescritura ágil, necesaria, presurosa, de un desencuentro histórico imperdonable hace cuatro años. Al fin y al cabo, son las dos caras de una moneda, moneda de curso legal, antipsoística por naturaleza, condenada a formar parte de un todo por menos de nada. Pacto, pasta y pasto, el caso es comer (entiéndaseme, comer por poder), que diría un rumiante, si hablara, regurgitando. JM+, que es heredero del Cs de 2019, refrendaba el sábado lo preestablecido en el firmamento del Castillo de Santa Catalina: la mayoría sociológica jaenera, desde los tiempos del recordado Perejil, si no la desmoviliza la lucha fratricida, pone y quita alcaldes (y alcaldesa) en la ciudad de Jaén. En ninguna otra capital andaluza la absorción/fagocitación del votante de Ciudadanos por parte del PP halló obstáculo electoral tan sólido y solvente como aquí con JM+ (y eso que el PP, a drede, con este propósito, situó en su lista a gente proveniente de Cs en lugares preeminentes). ¡Ea! ¡hala!, y a otra cosa, mariposa. El aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami (el andaluz es muy exagerado) al otro lado del planeta (y el jaenero, más). Al otro lado de Clavijo. O del río Montizón. O del Zumeta. En Baeza, por supuesto, dada la ecuación preexistente, derecha que suma y antipsoísmo en carne viva. En Santisteban del Puerto, tierra de ex-pliego, tiempo ha, reconquistada. O en Santiago-Pontones, donde Antonio Rodríguez, Rodri, el de la Pariera, ya abrió brecha en la corporación anterior a través de su grupo independiente, UCIN. No hizo falta llevar el tira y afloja del reparto de años de alcaldía hasta extremos indeseados por ambas partes. Se impuso la generosidad del PP respecto a JM+ porque, en ese punto de la partida, la capital lo resumía todo. Cambio de cromos y dedicaciones exclusivas. Bien está lo que bien acaba.
El PSOE de Paco Reyes, así, abrochada la Diputación, tampoco se esmeró/enfrascó hasta el paroxismo (RAE. Exaltación extrema de los afectos y las pasiones) en remediar lo irremediable. En Jaén capital, proclaman sus voceros, nunca el PSOE hizo hasta ahora oposición pertrechado en la autoridad de ser el partido que ganó las elecciones, que trajo al fin la esperanza compensatoria en forma de Cetedex, que dejó tan bien embocada la reactivación del tranvía, que dinamizó en mayor medida la estadística turística, que focalizó mejor la atención colectiva en la regeneración del casco antiguo. No es mal punto de partida para el desempeño subsiguiente de Julio Millán y sus valientes: 5 ó 6 liberaciones en el consistorio y un puesto destacado en el gobierno de la corporación provincial. Perpetrado el pacto, la pasta y el pasto, ya les digo. Otra cosa fue el fiasco resultante, desenlace inopinado en otros confines de la geografía provincial, en el marco del tradicional entendimiento entre las izquierdas al objeto de impedir que las derechas gobernaran más ayuntamientos de la cuenta. El mal rollo de antaño, la inquinas del pasado, se reprodujeron hasta tal extremo que el PSOE, por activa o pasiva, propició la investidura de regidores del PP en Torredonjimeno y Huelma, que el PP le diera la alcaldía al PSOE (garantizándose el bastón de mando durante el último año y medio) en Villatorres, o que, en Jódar, la segunda fuerza en votos, IU-Podemos, se hiciera con el poder en detrimento de los socialistas, merced al apoyo de los dos concejales populares. Sólo se cumplió la regla, establecida en 1979 en pos de pactos sociocomunistas en las corporaciones democráticas, en los casos de Lopera (a costa de que la alcaldesa socialista, Isabel Uceda, flamante diputada provincial, cediera el sillón a su segunda (Mari Carmen Torres), en Baños de la Encina (a favor del capitidisminuido Antonio Las Heras, PSOE) y en Lahiguera (facilitando la continuidad como regidora de Paqui Calero, IU, lista más votada). La III Internacional revivida, con mencheviques y contrarrevolucionarios favoreciendo el cisma, ¡Más madera!, entre los herederos de Marx. De esta guisa guerracivilista, con estos mimbres preconstitucionales, ya se pueden imaginar cómo están los ánimos del rojerío comprovinciano de cara al 23-J. Así se las ponían a Felipe II. Y a Fernando VII.