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Todo lo que daba por sentado se puso en pie.
La Feria de San Lucas suele constituir una suerte de paréntesis en el guirigay de la confrontación política doméstica de Jaén, una tregua mal simulada de suela gastada. Pobre sino el de la suela, decíamos ayer, siempre pegada al suelo, condenada a renunciar al cielo, obligada al cauteloso precepto de saber siempre el terreno que pisa, a un sucio destino del que solo escapará cuando la desechen por vieja, y, sin embargo, casi nadie repara en la gloriosa emoción que embarga a la suela derecha de un automovilista temerario, el respeto patriótico que impone cuando se deja oír envuelta en la impecable marcialidad de un desfile militar pasado por agua o la sensación de alivio que experimenta suspendida en la furia patas arriba de un columpio desbocado 2.0. Pero comoquiera que no hay suela que cien años dure ni tacón que lo aguante, la suela jaenera, cada año por San Lucas, se apresta a meterse en todo tipo de charcos, a embadurnarse con el polvo de La Vestida, a embarrarse hasta los cordones, a ensuciarse de fiesta y perder el decoro a altas horas de la madrugada, acosada en la penumbra por infinidad de espectros, en forma de micción, vómito o deposición, ¡Qué suerte, la nuestra!, entregada, en pie y alma, al desinhibido divertimento, esta vez de viernes a viernes, de un recinto atestado de cachivaches, puestos y casetas, radiante de hospitalidad impostada, en la última feria del calendario, ¡San Lucas y cierra España!
Vuelta a las andadas en el complejo proceso de organización del evento para un ayuntamiento entrampado hasta las cejas, acosado por acreedores, concesionarias y trabajadores, con 520 millones de euros de deuda viva y una plantilla sobredimensionada por el peso insufrible de más de 1.200 nóminas mensuales. Resulta fácil ahora invocar un futuro presidido por la eficiencia en la gestión de esta ruina después de casi treinta años de sucesivos gobiernos que desoyeron las recomendaciones de los expertos creando y sosteniendo chiringuitos, patronatos y sociedades municipales, donde enchufar a centenares de propios y recomendados. El balance de descocadas colocaciones, a tutiplén, sin ton ni son, durante el mandato 1995-1999 merecería análisis concienzudo y pormenorizado. El alcalde González Romo, aferrándose al clavo ardiendo del mejor de los escenarios posibles, se vanagloria de que los proveedores cobren ya sus facturas en menos de un año, confiando en que una tasa de reposición ‘0’ respecto a los jubilados venideros, junto a una ahorrativa reordenación de la RPT (Relación de Puestos de Trabajo), vayan paulatinamente menguando el monto desproporcionado del Capítulo Uno. ¿Entretanto? Más impuestos y menos gasto. La AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) se lo dejaba meridianamente claro, el jueves, en Madrid, a los concejales Chema Álvarez Barrientos y Luis García Millán: reducir el incremento de gasto anual del 11% actual al 3,2%. ¿Y la subida de impuestos en ciernes, de cara a 2025, avanzada al CES local? Marcha atrás en lo tocante al IBI, a la contribución, ante la negativa de JM+, no así en relación al resto: ICIO, IAE e IVTM. Mientras, el portavoz del PSOE, Julio Millán, sugiere un acuerdo marco entre los dos principales partidos, en pos del saneamiento y la sostenibilidad. ¿Gobierno de concentración? El ex regidor entiende que un pacto entre populares y socialistas en materia económica y financiera “es lo que espera la gente sensata y la mayoría social de Jaén”. Un brindis al sol, cuerno quemado, si nos atenemos a la reacción subsiguiente de los dos socios que conforman la mayoría de Gobierno.
Copa de feria. Sin casetas propias, los gallitos de la política jaenita confraternizarán en corrales ajenos. Lunes, vermú a mediodía del partido provincialista. Martes, PP y PSOE, de La Alberca al Tropel del Colegio de Enfermería. Los socialistas, en trémulo proceso congresual, entre comentarios recurrentes sobre koldos y ábalos, una lechuga, invitado especial, verde, verde, verde lechuga, Juan Espadas. Las incógnitas por despejar se resolverán en clave matrioska, es decir, una muñeca dentro de otra. La clave de poder, en línea de continuidad, de Santos Cerdán a los mandos de Ferraz resolvería las dudas existentes en torno al futuro del bedmarense Juanfran Serrano. La protección de su mentor navarro le mantendría en Madrid como adjunto a la secretaría de Organización o le catapultaría a la política andaluza en puesto relevante en el nuevo organigrama de una dirección regional que seguiría liderando Espadas. María Jesús Montero se resiste al sacrificio de hacerse cargo de un PSOE-A en horas muy bajas. No es la única que no quiere cambiar Madrid por Sevilla. A la fuerza ahorcan. Pero si Pedro Sánchez prescindiera de Cerdán en el puente de mando, Juanfran podría ser opción plausible de relevo de Paco Reyes al frente del PSOE de Jaén. El oficialismo reyista, como sucediera hace 3 años, maneja asimismo la alternativa del alcalde de Arjona, Juan Latorre. Juanfran Serrano o Juan Latorre, con el senador José Latorre y la diputada provincial Isabel Uceda coordinando el staff de Hurtado. Unas primarias provinciales disputadas situarían, directa o indirectamente, a Ángeles Férriz en la pugna. La prensa de derechas ha insistido hasta la saciedad en las posibilidades de Juan Espadas como ministro de Transición Ecológica en sustitución de la flamante eurocomisaria Teresa Ribera. Pertrechada en su portavocía parlamentaria y en la hipotética permanencia de Espadas como barón territorial, Férriz no disputaría en primera persona la secretaría general provincial al candidato de Paco Reyes. Los críticos presentan su nueva plataforma autonómica, Bases Andaluzas Socialistas, atrayendo a algún que otro susanista irredento al colectivo que viene encabezando el profesor universitario Luis Ángel Hierro. Susana Díaz, excluida de la delegación de compromisarios del PSOE de Sevilla al próximo Congreso Federal. Abracadabra, pata de cabra, cajitas de muñecas rusas, suela gastada, tómbola de feria y mil cábalas para la copa, sin tapa, de San Lucas.