CRÓNICA | "Yo sólo hago rock and roll"

El Xauen Bull Festival completa su segunda cita en la capital, en esta ocasión dedicada al rock, en un concierto vibrante y una actitud irreprochable

El Xauen Bull Festival completa su segunda cita en la capital, en esta ocasión dedicada al rock, en un concierto vibrante y una actitud de los grupos irreprochable

Decía Leño en su canción ‘No voy más lejos’ del álbum de 1980 ‘Más madera’: “Yo sólo hago rock and roll y no voy más lejos”. Y eso fue precisamente lo que pudo verse el pasado sábado en el Auditorio de la Alameda en el Xauen Bull Festival, en esta ocasión, después de la edición del año pasado con ‘Arde Bogotá’, con auténtico rock and roll.



La actitud de las cinco bandas programadas fue irreprochable e hicieron disfrutar a las alrededor de 1.200 personas que se dieron cita en un templo del rock en la ciudad, el Auditorio de la Alameda, como si de un viejo, trasnochado ya, Lagarto Rock, se tratase. Son otros tiempos, no cabe duda, pero algunas bandas siguen siendo las mismas, irreductibles, auténticos templos de culto musical tanto de la escena local como nacional.

El joven Manu López fue el encargado de abrir el festival con su banda y casi aún sin público, soberano siempre, (por ahí han pasado todos, incluso bandas ya consagradas se enfrentan en festivales al silencioso vacío vespertino un bolo sí y otro también). No le quedó grande el escenario. Se movió con soltura y descaro durante toda la actuación con una actitud urbana propia de su edad y de las influencias actuales, pero con un repertorio fresco, contundente y equilibrado. Ahí hay horas de ensayo, trabajo y mucha ilusión. Atentos a las letras de este joven jiennense, muy por encima de la calidad media de la escena local. Manu López debe definir aún su estilo, pero es innegable su talento y, sobre todo, la actitud.


Había ganas de ver a ‘Simulacro de invierno’ en su primera actuación en directo tras publicar recientemente su primer disco ‘Tanta oscuridad’. La vuelta de Kike Gutiérrez a la música y al escenario no solo fue emotiva, sino que confirmó que este músico irrepetible en la historia del rock provincial no puede ni debe estar lejos de un escenario. Kike se fuma los ‘cigarros’ que hagan falta y se come a los ‘enemigos’ cuando pisa unas tablas, pero el sonido no acompañó a la atmósfera creativa y musical que ha diseñado el ‘Guti’ para el simulacro perfecto. Faltó la fuerza de las guitarras y el teclado se quedó mudo, incluso en ‘Tanta oscuridad’, el tema con el que cerraron su repertorio, donde es claramente protagonista, hipnótico.


Juan Araque a la guitarra, Javier Guerrero a la batería, Ricardo Ortega al bajo, Javier Serrano a los teclados y coros y otro grande de la escena musical jiennense, Emilio Ramos, estuvieron a la altura, no, sin embargo, el sonido. Aplastante la base rítmica de Ricardo y Javier desde los primeros compases con ‘Soy piedra’, un tema nuevo que no está incluido en su álbum debut. ‘La señal’, último vídeo y single publicado hizo que el público, aún minoritario, comenzara a entregarse a la banda y a disfrutar de un directo impecable. Emilio se mostró seguro desde el principio, con su habitual carisma natural y defendiendo con soltura esos bajos fondos vocales por los que transita su registro. Con ‘Aislado’ y ‘Ansiedad’ (uno de sus mejores temas) el simulacro constató la calidad de cinco músicos que tienen mucho que decir en invierno, otoño, primavera y verano, cinco veteranos de la escena, cinco estrellas de “un cielo en nuestro techo”. ‘Islas’, con la que quizá se la mejor letra de Emilio en el disco, sirvió, a modo de medio tiempo exquisito, para dar paso al fin de fiesta con ‘Tanta oscuridad’, su primer single, un himno ya de la banda a apenas un mes de su publicación.

Hay ‘Simulacro de invierno’ para rato. Hay banda, hay mucho ‘ochenta’ en este grupo atmosférico salido del talento creativo de un Kike brillante, un Emilio profundo a la par que magnético y Javier, Ricardo y Javier, cuya presencia es imprescindible en este nuevo proyecto.


Ya de noche, con la luz cenital, la fiesta del rock continuó con ‘Lola Nos Quiere’, que dieron un concierto sublime, sólo rock and roll, sin ir más lejos, tan sencillo y extraordinario a la vez. Paco a la batería, Juanlu a la guitarra, Manolo al bajo, Alberto a la guitarra solista y un David ‘brutal’ dejaron constancia de su excelencia, quizá la banda más solvente después de 35 años sobre los escenarios en directo.  Lo de Cárdenas no es de este mundo. Pocos cantantes, de cualquier ciudad de este país, se plantan ante un micrófono con la chulería chulapa y la elegancia con la que lo hace este tío desde hace más de tres décadas. Es como un imán para los espectadores, por no hablar de la calidad vocal que atesora pasados los cincuenta. Como diría Berlanga, “no parecen humanos de lo buenos que son”.

Abrieron con uno de sus clásicos, “Hoy”, para regalarnos a continuación tres de los temas nuevos que están grabando “Ajuste de cuentas”, “MSP 754 Vuelo al Castillo” y “El mejor golpe”, donde el giro que Alberto le dio a la banda cuando entró, hace ya algunos años, queda más que patente. ¡Cuánta frescura y riqueza ha impreso Alberto a los Lola!


Con el público a sus pies (no hay grupo que cuente con una parroquia tan fiel que acude a cada uno de sus conciertos) llegó “Caerás”, para dar paso a un tema imprescindible ya en su repertorio. “Olvidados” reúne todo lo que debe tener un camción de rock: te golpea musicalmente en el pecho, te levanta medio metro del suelo y traslada una denuncia social. “Olvidados” es un homenaje a los cooperantes españoles que el Gobierno dejó tirados en la pandemia en Centroamérica y otros lugares del mundo. Los mismos a los que visitó en los últimos días la reina Leticia. Cientos de ciudadanos españoles atrapados en los países donde desarrollaban sus proyectos solidarios de cooperación internacional de los que no se acordó nadie más que sus familias, desechas, sin saber si la conversación por wasap de un día cualquiera de la pandemia podría ser la última que tuvieran, pudiera ser el último recuerdo antes de que la fría angustia de un hospital y una morgue vacíos los dejara huérfanos de esperanza, de futuro.

Falta denuncia social en este rock adormecido del nuevo siglo. Faltan muchos ‘Lola’ en la escena musical, es normal que se les quiera tanto. Sí, David, ¡sois brutales!

Los Enemigos y Los Zigarros

No cabe duda, “Los Enemigos” en Jaén juegan en casa y se nota. La Alameda, ya con unas 1.200 almas entregadas a un repertorio que forma parte de la historia de la música de este país no tuvieron más remedio que comenzar saltando y gritando “Eres tú John Wayne o lo soy yo”. Los de Josele (con algunos despistes entrando tarde u olvidando las letras, son ya algunos años) basaron gran parte de su concierto en dos discos que están en el paseo de la fama de la música, 'La vida mata' de 1990 y 'La cuenta atrás' de 1991. Joder, han pasado otros treinta años y estos herederos del rock urbano de los Burning y de los Leño siguen sonando a asfalto, a hormigón. No hubo tema que el respetable no coreara como si de un mantra devoto se tratara. Pura liturgia lo de Los Enemigos en Jaén.

Mención aparte merece Fino Onoyarte, el almeriense que conoció en San José a Iñaki Fernández de Glutamato Ye-Ye y que hizo las maletas para fundirse unos años después con sus “enemigos”. ¿Quién reverencia a Fino? Pues en Jaén todo el Xauen Bull Festival, a la par que a Josele y el resto de la banda. No faltó 'Desde el jergón', quizá la mejor canción jamás compuesta por Josele. Y con el compás de Chema 'Animal’ Pérez y el icónico Manolo Benítez*. ‘Los Enemigos’ se impusieron en casa por goleada, alegrando la noche a quienes, con dos cojones, asistieron a la derrota del Real Jaén y luego a la fiesta del rock and roll.


Quienes sí que no van más lejos y solo hacen rock and roll son “Los Zigarros”, que también jugaban en casa, además con el factor sonido veinte puntos por encima del resto de bandas. Hubo quienes, no por enemistad, se marcharon tras los de Josele, pero la mayoría, seguidores fieles también de los hermanos Tormo, y algunos que seguían con ganas de fumar, disfrutaron de buena parte del rock más setentero que una banda siga poniendo sobre el escenario. “Los Zigarros” suenan a todo lo que antes hayamos escuchado, tómese eso bien o mal, pero lo hacen con absoluta maestría. Da igual, es solo rock and roll.


El resto sobre el Xauen Bull Festival no es más que ruido. El pasado sábado 8 de junio en el Auditorio de la Alameda hubo un concierto con cinco bandas, una de ellas emergente, otra de estreno con un futuro tan largo como la trayectoria y la maestría de sus componentes, y otra, un mito ya de la escena musical jiennense, junto a dos artistas invitados de altura, inmejorables y únicos en lo que hacen, “Los Enemigos” y “Los Zigarros”. El ‘run run’ de si la entrada es cara, la bebida también, que si podía haber ido más gente y el bla, bla, bla de una ciudad que espera meses para ir a comer a un Estrella Michelin para gastarse la pasta que a duras penas gana a fin de mes, es realmente anecdótico.  

Aquí ha habido un empresario (Juan Toro) que ha organizado un festival con todo el esfuerzo, cariño e ilusión de quien sale de su zona de confort para elevarse al cielo o estrellarse en el suelo. Eso es lo que hacen un día sí y otro también los promotores y los empresarios: emprender, programar. Además, con gente que se dejó la piel esa noche para que todo fuera bien, con sus aciertos y errores; gente como Pablo, Ana y Amanda en las barras (entre otros), técnicos, seguridad, patrocinadores, ‘pipas’, montaje, sonido, luces, para que al final esto sólo sea rock and roll, sin ir más lejos.

La puta vida misma.

*Fe de erratas: Manolo Benítez hace años que no toca en Los Enemigos. Es David Krahe. Disculpen el error.