Entre presupuesto y presupuesto, Lechuga

Noviembre es la fecha clave: si en ese mes no hay cuentas sobre la mesa, no habrá milagros de enero y tampoco habrá Lechuga

 Entre presupuesto y presupuesto, Lechuga

Foto: EXTRA JAÉN

Extra Confidencial.

La política municipal jiennense siempre ha tenido sus momentos de gloria, tensión y… carencia de presupuestos. Pero esta vez, la cosa va en serio. Porque no solo están en juego los números, los cuadros de Excel y las partidas imposibles: está en juego Lechuga. Y no hablamos de la de la ensalada, no. Hablamos de Francisco Lechuga, concejal de Hacienda y último reducto de fe contable en esta ciudad de prórrogas eternas.

La situación es digna de tragicomedia. O de un documental de naturaleza política: "Ocho años sin presupuestos", narrado con la voz de Constantino Romero, mientras vemos cómo los interventores sobreviven a base de prórrogas y cafés fríos. Pero ahora, por fin, había una luz. Un impulso. Una hoja verde en el desierto financiero. Y esa hoja era Lechuga.

Desde su llegada, el concejal ha puesto orden, intención y algo que en Jaén ya se consideraba leyenda urbana: un borrador presupuestario. Lo presentó en marzo. Lo defendió. Lo mimó. Pero la maquinaria administrativa, que en esta ciudad se mueve al ritmo de una procesión con tacones, no le dio el informe de Intervención a tiempo. Así que el presupuesto de 2025, como tantos otros, se fue al limbo de los buenos propósitos.

Pero Lechuga no se rinde. Ha puesto ahora su esperanza en el presupuesto de 2026. Noviembre es la fecha clave. Si en ese mes no hay cuentas sobre la mesa, no habrá milagros de enero. Y tampoco habrá Lechuga.

Lo dijo sin rodeos, aunque con ese tono institucional que esconde el drama: "Si no salen los presupuestos de 2026, yo presentaré mi dimisión." Así, con punto y final. Nada de amenazas. Nada de teatro. Simplemente, una dosis de realismo: si no hay voluntad política para aprobar algo tan básico como el presupuesto, ¿para qué seguir?

Y aquí es donde la ironía se convierte en tristeza cívica. Porque si finalmente se va Lechuga, no solo se pierde a un concejal, sino el único verde que quedaba en esta jungla de números rojos.

¿Quién se atreverá a asumir Hacienda después? ¿Quién hará malabares con las subvenciones, las nóminas y los gastos que llegan tarde pero quieren pagarse pronto? ¿Quién se enfrentará al Excel sin miedo? Nadie. O quizás alguien con menos ideas y más tablas de multiplicar equivocadas.

La pregunta ahora es: ¿será Jaén capaz de aprobar un presupuesto a tiempo por primera vez desde que la peseta era una moneda viva? ¿O dejaremos que la ciudad pierda a su Lechuga y se quede con un plato vacío de futuro?

Lo sabremos en noviembre. Mientras tanto, vayan regando las esperanzas… o preparando la despedida institucional más vegetal de la historia democrática local.