La Jahenciana evoca lo mejor del pasado y provoca un futuro distinto

Diez años después de la primera Noche Jahenciana, Jaén Genuino ha vuelto a convertir el conjunto histórico en la mayor producción patrimonial de la historia

Nunca en la ciudad de Jaén el conjunto histórico había visto cómo sus gentes, abrazando cualquier punto de una rosa de los vientos cada vez menos marchita, se desbocaban como un pura raza libre, ebrio y candoroso de patrimonio, aunque esté todo el año, aunque la sombra de sus nobles piedras calizas amaguen con evaporarse en el distraído caminar diario de tantas miradas gachas, como si en el suelo fueran a encontrar la dicha que florece radiante en balconadas y cornisas.

Hasta hace diez años solo una pequeña muchedumbre acertaba, sigilosa y apesadumbrada, a desandar el goteo de los cirios de las penitentes cofradías que serpenteaban por las calles más antiguas de la capital. El paseo espurio, ingrávido al patrimonio, desatendía la belleza del túmulo patrimonial mustio y silente.

Fue hace diez años, un 31 de octubre de 2015, que un programa nacido del hastío, la rebeldía y la esperanza, Jaén Genuino, convocaba a los jiennenses para conocer la riqueza histórica y patrimonial de su capital. Fue la primera Noche Jahenciana, el génesis de una cita que bien podría decirse que ha llegado esta noche a su apoteosis, al apocalipsis desatento del interés por la belleza.



Fue Gestión de Medios Jienenses, editora de EXTRA JAÉN (entonces de otro medio) quien un 28 de mayo de 2015 creyó que sería bueno reivindicar que el pasado de la capital tenía futuro y que Jaén era genuina, irrepetible y única. Y tras los primeros actos en defensa del patrimonio, llegó la Jahenciana, la noche que desde la primera edición, con más de veinte mil personas recorriendo el casco antiguo de un monumento a otro, dejó boquiabiertos a propios y extraños y provocó un titular: “Ya no hay excusas”, porque no las había, porque Jaén quería conocer su patrimonio, quería entrar a verlo, aunque solo fuera una vez al año, en una gran quedada cultural, en una irremediable algarada que había tardado demasiado tiempo en llegar…

Esta noche, diez años después, la Jahenciana, la más multitudinaria que conoce el conjunto histórico una vez al año, ha vuelto a demostrar que el presente no solo evoca lo mejor del pasado, sino que provoca un futuro distinto, que mira cara a cara a su tradición y su caudal costumbrista y hereditario, piedra a piedra, sangrado sobre sangrado.

De once monumentos abiertos en la primera Noche Jahenciana, hoy, una década después, veintiocho puertas se han abierto para inundar cada plaza, cada calle, cada rincón del viejo y dormido Jaén que serpentea desde las faldas del castillo hasta las aceras que antes ocuparon la labranza y el sudor de un pueblo que mira al cielo de cornisas, torres y balconadas.

Veintiocho puertas abiertas en el corazón de Jaén y quince conciertos y representaciones teatrales para poner la banda sonora y el metraje a una producción civil que no tiene parangón en cuantas citas se celebran cada año en la capital.

La Noche Jahenciana ha cumplido hoy diez años haciendo bueno el trabajo y el sueño de un grupo de hombres y mujeres, los que hacen Jaén Genuino, que ha calado en el pueblo, ha mostrado su legado y ha convertido en arte el amor de la gente por su conjunto histórico.

Si hace diez años la Noche Jahenciana demostró que no había excusas para mantener oculta tanta belleza, hoy no las hay para negar tanto orgullo.