
Foto: AYUNTAMIENTO DE JAÉN
Acto central del 1200 aniversario del Ejército del Aire y del Espacio en la plaza de Santa María.
Jaén no es capital, hoy por hoy, para el porvenir del resto de la provincia, por mucho que se empeñen en proclamar lo contrario prestamistas de la fe y voceros del politicastrismo. Los jiennenses no capitalinos llevamos 1200 años tragando con una martingala en la que no cree ya ni el que asó la manteca. Ni nos sentimos ligados a la autoridad moral de la bella ciudad que corona el castillo de santa Catalina ni queremos que nos tutelen políticamente quienes resultan incapaces de lograr para sí lo que, en justicia, les corresponde. Lo único que nos une a Jaén es un gentilicio, compartido a regañadientes, y, ni que decir tiene, el magnetismo consumista del Jaén Plaza y la odiosa obligación de ir al especialista médico, a litigios, a trámites administrativos varios o, de cabeza, a la ‘Jaén II’ (Las penas con pan, y en casa, son menos penas). Ni siquiera la carretera hacia acá, por Andújar, comunicación más directa (¡¡ !!) hacia su homóloga cordobesa, al día de la fecha, está abierta y, menos aún, una conexión ferroviaria troncal que reforzara su preeminencia logística.
Bien es cierto que puede haber otro futuro en nuestra gastada relación de dependencia/subordinación/insignificancia, y ése, indubitablemente, empieza y acaba en los campus de la Uja (afortunadamente, tiempo ha) y del Cetedex. Los antidrones del Inta y la industria armamentística, en general, anuncian sinergias nuevas en el contexto incierto de la defensa/seguridad mundial, aunque ello, permítaseme un cierto escepticismo al respecto, puestos a unir o desunir, juntar o separar, acercar o separar más, todavía esté por ver y definir en su justa medida. Incluso, en el ámbito políticamente representativo, ¿cuál es el peso de Jaén, en la actualidad, dentro de la estructura provinciana de responsables de instituciones públicas y organizaciones políticas, patronales y sindicales? Presidencia y vicepresidencias de la Diputación, delegación del Gobierno andaluz, liderazgos en Psoe, Pp, Cej, Ugt y Ccoo, rectorado universitario, diputados, senadores y parlamentarios andaluces… Apenas las salvedades, que confirman la regla, del subdelegado del Gobierno central, de un par de diputados autonómicos y pare usted de contar. Un poquito menos es nada de nada.
1200 años de ruedas de molino es mucha comunión, a base de hostias, con lo que no se siente por dentro. Celebrar la capitalidad, pues, por todo lo alto, con pompa y boato, espectacular efeméride, indescriptible conmemoración, sin contar a efectos -efusivos y protocolarios- con los extracapitalinos, se antoja error mayestático, propio de monarcas engolados y pretenciosos, que desfilan su cetro, por tierra, mar y aire, más desnudos que la madre patria que los parió y los entronizó caprichosamente. A otro perro con ese hueso. Linares sueña con recuperar Santana y Úbeda, su academia benemérita; Andújar, conseguir de una puñetera vez el área logística de transporte intermodal que vienen prometiéndole desde que cayó en el abandono y la desindustrialización y Martos, buscar horizontes de distribución por autovía, fuera de la provincia, mucho antes; Alcalá, ser cada día más Graná y menos Jaén, y Cazorla, no tener forzosamente que hacer 100 kilómetros para visitarla de urgencia -pancarta en ristre- porque 4 capitostes le nieguen el pan y la sal de la atención primaria en su casco urbano. Déjennos ya de monsergas, vuelos fatuos y tirabuzones en el aire con los 1.200 años de capitalidad huera a cuantos amamos a la muy noble y leal ciudad Jaén como a una prima que se arrima, a una hermana grandota y protectora o a una amiga con derecho a roce, pero jamás como la mala madre/madrastra que nos viene condenando, la intemerata, a reírle las gracias por el mero hecho de tener en su código postal más ceros, por supuesto, a su derecha. ¡Y que viva Cartagena! ¡Cantón y libertad!