La Junta busca proteger la fauna amenazada de Sierra Mágina
Con actuaciones orientadas a mitigar los efectos del cambio climático, sobre todo en las zonas de alta montaña

Foto: Extra Jaén
Imagen de Jurinea fontqueri, flor exclusiva de Sierra Mágina
La Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente, dentro del marco del Plan de Impulso al Medio Ambiente (PIMA), ha puesto en marcha en el Parque Natural de Sierra Mágina (Jaén) una serie de actuaciones orientadas a mitigar los efectos del cambio climático y a fomentar la conservación de la flora amenazada, en particular en las zonas de alta montaña de este enclave natural.
El Parque Natural de Sierra Mágina, situado en el corazón de la provincia de Jaén, se alza como una auténtica isla de biodiversidad entre un mar de olivos. Con más de 1.293 especies de plantas descritas, muchas de ellas exclusivas de este territorio, este enclave representa, según la Consejería , "un verdadero santuario ecológico que necesita de una acción decidida para su protección".
Entre las especies de especial interés destacan joyas botánicas como Jurinea fontqueri, un endemismo exclusivo de Sierra Mágina; Crepis granatensis, Glandora nitida, Vicia glauca, Viola cazorlensis o el emblemático Delphinium fissum, cuya única población andaluza se encuentra precisamente en este entorno.
Las actuaciones desarrolladas buscan una convivencia armónica entre los usos tradicionales del parque, como la ganadería extensiva, y la conservación de su valiosa flora. Durante años, se han venido instalando vallados de protección alrededor de las especies más vulnerables para minimizar el impacto del pastoreo, especialmente durante las épocas de floración y reproducción.
En este nuevo proyecto, los esfuerzos se han centrado en acondicionar y adaptar estos cercados. Una de las principales innovaciones ha consistido en permitir el acceso controlado del ganado fuera de los períodos críticos, de manera que los propios herbívoros actúan como colaboradores naturales en el control de la vegetación que compite con las especies protegidas.
Esta solución, basada en principios de gestión ecológica, se alinea con prácticas sostenibles y permite que la ganadería y la conservación caminen de la mano. Además, se han llevado a cabo labores de desbroce selectivo y aclareo de matorral y pinar, cuya densidad reducía la disponibilidad de luz y espacio para las especies más sensibles.
Gracias a estos trabajos, se mejora el hábitat natural de estas plantas, favoreciendo su regeneración y el crecimiento de estas plantas. El esfuerzo de conservación ha sido especialmente significativo para Delphinium fissum, una especie clasificada como vulnerable, cuya población andaluza se restringe únicamente al Parque Natural Sierra Mágina.
Los últimos años han mostrado dificultades en su reproducción natural, lo que ha motivado un seguimiento intensivo y nuevas medidas de conservación activas como la mejora de cercados y vigilancia del hábitat.
También ha sido prioritaria la atención a Glandora nitida, catalogada en peligro de extinción y caracterizada por su espectacular floración azul en primavera. Sierra Mágina alberga la mayor población conocida de esta especie, lo que convierte al parque en su último refugio natural y objeto de constante monitoreo científico. Pero el compromiso no termina aquí.
Actualmente, se encuentra en fase de redacción un nuevo proyecto que continuará con la labor iniciada ampliando las actuaciones de conservación a otras especies igualmente emblemáticas como Jurinea fontqueri, una auténtica reliquia botánica cuyo único enclave mundial conocido es, precisamente, este parque natural.
Este conjunto de actuaciones representa, según una nota informativa de la Consejería, "un ejemplo de conservación moderna y efectiva, que busca no solo preservar la biodiversidad, sino también garantizar la sostenibilidad de los recursos y actividades tradicionales".
El equilibrio entre naturaleza y actividad humana es el eje central de esta estrategia que promueve la Junta de Andalucía. De esta manera, el Parque Natural Sierra Mágina se consolida así como un laboratorio vivo de buenas prácticas medioambientales, demostrando que la colaboración entre administración, ciencia, medio rural y sostenibilidad es posible y necesaria para preservar el patrimonio natural.