PODCAST | El bombardeo de Jaén
Un reportaje de Raúl Beltrán con la locución de Lorenzo Ruiz
Bombardeo de Jaén.
“Sin objetivo militar y con la única justificación de vengarse de las derrotas que nuestro Ejército causa a los invasores, la criminal aviación fascista bombardea ferozmente un pueblo pacífico. Y en su impotencia, se ensaña una vez más en los cuerpos de mujeres y niños”. De este modo y bajo el título ‘Jaén bombardeado’, recogía el periódico ‘Frente Sur’, el 4 de abril de 1937, el bombardeo a Jaén del ejército ‘nacional’, cuatro días después de que se produjera, en su edición del domingo. Y proseguía: “Jaén ha conocido en la carne de sus mujeres y niños lo que es capaz de hacer el fascismo. Los que venden la patria al extranjero, los que traen aviones alemanes e italianos para lanzar metralla contra una población indefensa”.
A las cinco y veinte de la tarde del jueves 1 de abril de 1937 seis trimotores ‘Junkers’ de la legión Cóndor bombardearon la capital. La fatídica hora quedó marcada en el reloj de la iglesia de San Ildefonso durante meses. El balance fue de 159 muertos (45 de ellos menores de 10 años) y 280 heridos. La represalia del ejército republicano dejaría otros 126 fusilados. En total, 285 muertos como consecuencia del bombardeo más cruento de la Guerra Civil Española y el que más muertes dejó en un único ataque de todo el conflicto.
El historiador Juan Cuevas Mata describía en su libro ‘El bombardeo de Jaén’ cómo se produjo el ataque: “Los aviones, seis trimotores, aparecieron desde detrás de las Peñas de Castro, después de haber rodeado Jabalcuz a baja altura, y encararon la ciudad por el sur14. El ataque se llevó a cabo en una sola pasada de dos formaciones en cuña de tres aviones cada una, siguiendo los usos normales de la aviación de bombardeo en 193715. Los acompañaba un grupo de escolta compuesto por nueve cazas”.
Cuevas Mata recuerda en su libro que las dos escuadrillas de bombarderos se desplegaron sobre la ciudad formando un pasillo aéreo de unos 150-200 metros de ancho, atravesándola de sur a norte, en toda su extensión, entrando en el barrio de San Ildefonso por el Recinto, dejando a la izquierda la Catedral que era su referencia principal, y saliendo por el Paseo de la Estación. Las bombas afectaron a las siguientes calles y plazas: calle Fuente de don Diego, calle Olid, plaza de San Félix, calle Juan Izquierdo (Josefa Segovia), calle Batería, calle Miguel Romera, calle Jorge Morales, calle Pilar del Borrego (Obispo Aguilar), calle los Romeros, calle Azulejos, calle Mesa, calle Ancha (Muñoz Garnica), plaza de San Ildefonso, calle Hurtado, calle Teodoro Calvache, calle Nicolás Salmerón (Tableron), calle Chinchilla, plaza del Deán Mazas, calle Mesones (Federico de Mendizábal), calle Pablo Iglesias (Rastro), calle Julio Burell (Virgen de la Capilla) y el Paseo de la Estación. También cayeron algunas bombas en las inmediaciones del Barranco Hondo, la Corona y la Huerta Baja, en las afueras de la población.
“La orden de bombardear Jaén fue dada por el general Gonzalo Queipo de Llano como represalia del ataque de la aviación gubernamental, efectuado ese mismo día, alrededor de las 12´30 horas, sobre la ciudad de Córdoba. Apenas hora y media después, a las 14 horas, el comandante Vicente Gil Mendizábal, jefe del grupo de bombardeo 3-G-22, con base en el Aeródromo de Tablada (Sevilla), recibía la Orden de Operaciones núm. 295, en la que se indicaban los extremos que debían seguirse en su ejecución. El grupo tenía que ponerse de acuerdo con las escuadrillas de caza 2-E y 3-E, con base en Córdoba, sobre el punto de reunión y altura de vuelo, para que le sirvieran de escolta ante la posible respuesta de los 9 o 10 cazas que, según los informes de la aviación ‘nacionalista”‘, tenían los republicanos en Andújar”, explica Juan Cuevas en su libro.