Cuando la música acaricia los muros de Vandelvira

La Orquesta de la Universidad de Jaén conmemora el 365º aniversario de la consagración de la Catedral en una velada del Festival de Otoño

 Cuando la música acaricia los muros de Vandelvira

Foto: EXTRA JAÉN

Concierto de la Orquesta de la UJA por el 365º aniversario de la consagración de la Catedral

La música ha vuelto a llenar este sábado la Catedral de Jaén en una velada conmemorativa a cargo de la Orquesta de la Universidad de Jaén (UJA), bajo la dirección de Daniel García Caro y enmarcada en el XXVI Festival de Otoño de Jaén. El evento ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de Jaén, el Cabildo Catedralicio y el Vicerrectorado de Cultura de la UJA, instituciones que hicieron posible esta cita.

Este concierto forma parte de los actos conmemorativos del 365º aniversario de la consagración del templo, celebrada en el año 1660. Aquel momento histórico marcó la apertura de la Catedral al servicio espiritual tras años de construcción entre finales del siglo XVI y principios del XVII por el arquitecto renacentista Andrés de Vandelvira.
El programa del concierto ofreció un recorrido por la música sacra desde el Barroco hasta la actualidad, con obras de Vivaldi, Bach y Arvo Pärt. A través de ellas se propuso un diálogo entre distintos estilos y épocas en torno a temas como la fe, el consuelo y la espiritualidad. La combinación de compositores permitió al público apreciar cómo, con lenguajes muy diferentes, todos exploraban el uso del sonido como puente hacia lo trascendental.

El recital comenzó con Psalom, de Pärt, pieza que refleja su estilo característico: el tintinnabuli, basado en la sencillez y el silencio como parte activa de la música. El contratenor Manuel Ruiz Rodríguez interpretó después el Stabat Mater de Vivaldi, centrado en el dolor de la Virgen ante la cruz, y la Cantata BWV 54 de Bach, que aborda la lucha interior frente al pecado. Completaron el programa Summa y Da pacem, Domine, también de Pärt, obras de tono sereno y meditativo que cerraron el concierto con una atmósfera de calma y recogimiento.



La acústica del templo, imponente y envolvente, amplificó cada interpretación, mientras las columnas, bóvedas y detalles renacentistas de Vandelvira parecían dialogar con la música y la enriquecían con su presencia histórica. Los asistentes llenaron las naves y fueron partícipes de la solemnidad del espacio y la elegancia del entorno.

El concierto, desarrollado en tal privilegiado escenario, realzó la grandeza de la Catedral y otorgó a la música un carácter majestuoso. La conmemoración a la Santa Iglesia, sin lugar a duda, hizo justicia a su relevancia histórica y arquitectónica. Pero, no conforme con eso, puso además de manifiesto su capacidad para servir de vínculo entre la ciudadanía y el patrimonio a través de este tipo de eventos, que tan esperados, bien recibidos y valorados son siempre por el público.