La Fundación Caja Rural cede temporalmente la obra ‘Camino’

De Godofredo Ortega Muñoz para su exposición en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, dentro del proyecto BBKateak

 La Fundación Caja Rural cede temporalmente la obra ‘Camino’

Foto: EXTRA JAÉN

Imagen de la obra

La Fundación Caja Rural de Jaén ha cedido temporalmente la obra ‘Camino’ (óleo sobre lienzo, 1978), de Godofredo Ortega Muñoz, para su exposición en Museo de Bellas Artes de Bilbao. Este préstamo permitirá que la pieza creada por el pintor extremeño pueda visitarse en una exposición, incluida en el proyecto BBKateak, que confronta trabajos de Godofredo Ortega y Eduardo Chillida.

Esta muestra, que se inaugura el martes 25 de junio, podrá visitarse hasta el próximo 21 de octubre. “Es una gran satisfacción, y una responsabilidad, poder participar en esta exposición, en la que se dan cita dos de los grandes artistas de nuestro país dentro de un espacio de gran tradición cultural como el Museo de Bellas Artes de Bilbao”, ha destacado el gerente de la Fundación Caja Rural de Jaén, Luis Jesús García-Lomas.

En esta exposición, se dedican tres salas a las sugerentes analogías formales entre Eduardo Chillida y Godofredo Ortega Muñoz. Este cara a cara evoca la primera exposición individual del artista de San Vicente de Alcántara en el Museo de Bilbao en 1957 y el hecho de que, un año más tarde, Chillida recibiría el Gran Premio Internacional de Escultura de la Bienal de Venecia. Además, se suma a la celebración del Centenario Chillida.



‘Camino’ pertenece a la colección artística de la Fundación Caja Rural de Jaén sobre obras pictóricas de temática rural. Incorporada al catálogo de la institución en 2015, esta pieza supone una aproximación al paisaje desde un punto de vista introspectivo y se podría decir que existencial. Su visión es también poética. El paisaje podría entenderse como una metáfora de la propia existencia del artista surcada por caminos sin término y con bifurcaciones que obligan a tomar una decisión. Esta representación tan personal encuentra en un lenguaje cercano a la abstracción su mejor vehículo expresivo, reduciendo el paisaje rural a líneas y formas geométricas simples con un tratamiento de apariencia tosca o descuidada con el que logra de forma directa transmitir la realidad pura: un paisaje despojado de elementos embellecedores, sólo tierra y un camino con pocas alternativas.

Sobre Godofredo Ortega Muñoz
Ortega Muñoz tuvo una larga vida a lo largo de la cual presenció directamente muchos de los cambios que el arte experimentó en el siglo XX, desde las vanguardias de los años veinte hasta los movimientos que se sucedieron tras la Segunda Guerra Mundial, especialmente la abstracción y el pop.

No tuvo una formación académica, pero desde joven hasta su madurez viajó por toda Europa, desde París hasta Italia pasando por varios países del Este y por los países bálticos, lo que le proporcionó una visión amplia del arte que supliría una formación formal. Pintó desde joven y pronto tuvo la oportunidad de exponer en diversos lugares del mundo, incluyendo lugares tan distantes como Noruega o Alejandría, que en la época era una importante capital del arte occidental contemporáneo en oriente.
En España tuvo relación con los pintores que fundaron la Escuela de Vallecas -Benjamín Palencia y Alberto Sánchez, entre otros- con quienes comenzaría a tener una afinidad debida tanto a su interés por el paisaje y por la vida campesina, como a su concepción renovadora del arte.

En 1935 expuso en Madrid y tuvo un reconocimiento que le conduciría a ser seleccionado para representar a España en la Bienal de Venecia, junto a Maruja Mallo, José Caballero y Gregorio Prieto. Tras la Guerra Civil expuso en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y desde entonces consiguió numerosos reconocimientos en exposiciones institucionales. En los años sesenta expuso en La Maison de la Pensée de París, en una colectiva de pintores españoles contemporáneos y también en esos años estuvo representado en la exposición del premio internacional que llevó a cabo el museo Guggenheim en Nueva York.

A partir de los años sesenta fue también un artista estimado por el mercado del arte contemporáneo y logró éxitos en exposiciones de las galerías Biosca y Theo, ambas con un gran prestigio en la época. Por esas fechas se llevó a cabo una retrospectiva en, el Casón del Buen Retiro, la Biblioteca de Cataluña en Barcelona y el Pabellón Mudéjar de Sevilla y por último, dentro de su largo recorrido de exposiciones, podemos mencionar su participación en la colectiva Masterpieces of Fifty Centuries celebrada en el Metropolitan de Nueva York en 1971.

Recibió elogios de los grandes críticos de arte españoles de la época, como Eugenio D’Ors, Manuel Abril, Camón Aznar, Gaya Nuño, José María Moreno Galván o Santos Torroella, entre muchos otros, a los que habría que sumar el ensayo del poeta Gerardo Diego sobre el pintor.