La Iglesia de San Lorenzo acoge “La danza de las desposeídas”
Del 18 al 23 de agosto, la bailarina e investigadora Carmela Muñoz lidera una residencia artística en Úbeda que reinterpreta la escuela bolera

Foto: Fundación Huerta de San Antonio
Iglesia de San Lorenzo en Úbeda
La Iglesia de San Lorenzo, en Úbeda, vuelve a abrir sus puertas como escenario de creación. Del 18 al 23 de agosto de 2025 acogerá la residencia artística “La danza de las desposeídas (Invocaciones boleras)”, un proyecto de investigación dirigido por la bailarina y creadora Carmela Muñoz, que reunirá a un equipo multidisciplinar para dialogar entre la tradición de la escuela bolera y el lenguaje corporal actual.
Participarán las bailarinas e investigadoras Esther Solé Alarcón, Nuria Crespo, Celia Espadas, Pepe Lolo, Gaia Pellegrini, María Cerezo, Roberto Guglielmi, Sandra Cruz, Sara Santervás y Carlota Malo, junto al cuerpo sonoro e investigador Derek Van den Bulcke, encargado de explorar un paisaje musical que abarcará desde el flamenco hasta creaciones sonoras inéditas.
Organizado por la Fundación Huerta de San Antonio en el marco del proyecto europeo eSUDOE HITTS, el encuentro propone una semana de experimentación escénica que no busca un espectáculo acabado, sino un espacio de preguntas, investigación y escucha mutua. La figura de Carmencita Dauset, bailarina internacional de principios del siglo XX, servirá como inspiración para estas “invocaciones” que pretenden sacar la tradición de la vitrina y ponerla a dialogar con el presente.
La Iglesia de San Lorenzo, recuperada gracias a un innovador programa de “abierto por obras”, se ha consolidado como un espacio cultural versátil, capaz de acoger desde conciertos y exposiciones hasta rodajes de cine. Sus muros, cargados de historia, serán testigos de improvisaciones, ensayos abiertos y conversaciones coreográficas que conectan pasado y futuro.
La experiencia culminará el sábado 23 de agosto a las 20:00 horas con una apertura al público donde se mostrarán fragmentos y materiales surgidos durante la residencia. No será una representación convencional, sino una invitación a “asomarse a la cocina” de un proceso creativo vivo, en el que tradición y contemporaneidad se habrán encontrado, aunque sea solo por un instante, en el mismo compás.