Neofascistas, en Madrid.
A la vista está, alterar el estado de ánimo de un país, de una sociedad, resulta fácil y sale barato. La polarización campa a sus anchas por las Españas, mientras nosotros, pobres provincianos bienintencionados, asistimos atónitos al secuestro ilegítimo de las instituciones y la horripilante depauperación de la convivencia. Ser demócrata, en sentido estricto, dejó de estar de moda y el toque a rebato de la intolerancia vende como nunca en las redes sociales e, incluso, tras la consulta electoral del domingo pasado, en las urnas. Al tiempo que el PP concomita con los discursos de la ultraderecha, el PSOE resiste a costa de abrazar postulados simplistas a su siniestra. Vox se palpa las contraseñas ante la irrupción inopinada de Se acabó la fiesta, en tanto Sumar se sume en una depresión de caballo, atenazada por el fuego amigo de coaligados y ex socios. Y todo podría ir a peor. “La policía no identifica ni detiene a una pareja ultra que insulta, a voz en grito, ‘rojo de mierda y maricón’, al periodista y escritor Fonsi Loaiza en la Feria del Libro de Madrid”. “Carlos Torres, presidente del BBVA, felicita al Gobierno por su gestión económica (el banco calculaba, a principios de año, un crecimiento en España durante 2024 del 2,1%, frente al 0,7% en la eurozona, y acaba de revisar al alza la previsión hasta el 2,5%), así como por su apuesta decidida por la transición ecológica y las energías renovables”. Pero los mentideros de la Villa y Corte solo propalan profecías acerca de las tres espadas de Damocles que se ciernen sobre el gaznate de la XV legislatura, a raíz de la recién publicada Ley de Amnistía (“Los fiscales del Tribunal Supremo que intervinieron en el juicio del ‘procés’, desoyendo la orden del fiscal general, insisten en que no se puede amnistiar el delito de malversación”), la indisoluble asociación entre la contribución de Junts en pos de la gobernabilidad del Estado y la investidura inverosímil de Carles Puigdemont en Catalunya (El mal menor, la pela es la pela, sería “una financiación singular, compatible con la del resto de comunidades autónomas”, oferta Pedro Sánchez) y, por descontado, la investigación judicial abierta a Begoña Gómez, esposa del presidente Sánchez Pérez-Castejón. Madrid D.F. es una caldera, programada por mentes calenturientamente de parte –“El que pueda hacer, que haga”-, donde, por ejemplo, no cabe conexión entre los manejos del ‘púnico’ Francisco Granados y la que era su jefa, Esperanza Aguirre, y, sin embargo, alienta hasta el paroxismo másteres en intercesiones presuntamente ilícitas por parte de la inquilina consorte de Moncloa. Un ciclo telecomandado, inextinguible y demencial, que forzaría repeticiones electorales hasta conseguir el objetivo. Rull propone el caramelo envenenado de la investidura a Illa, éste renuncia de antemano o acepta a riesgo de fracasar y de que el flamante president del Parlament encargue el empeño, en segunda instancia, a su correligionario Puigdemont. Truco o trato. Victoria o muerte.
Jaén, desde luego, no es Madrid, ni se le parece, gracias a Renfe. Madrid está tan lejos de Jaén que aquí los remedos de la tensión política en la capital del reino llegan tarde y sin urgencias. Ida y vuelta. Madrid en Jaén es mentira, mayormente, y todo cuanto proviene de allí suena a exageración y pantomima, excepción hecha del -muy alabado en su larga despedida/pase a la reserva- subdelegado de Defensa, nombre de santo, santo en prácticas, Manuel Martín Porres, y, por supuesto, del Cetedex (‘Anuncios previos de nuevas licitaciones relacionadas con el Cetedex. Al tratarse de anuncios previos no indica el comienzo del plazo de licitación, sino de la notificación de la próxima puesta en marcha de dicho proceso’), aferrados como estamos a la necesidad de que se cumplan los plazos, nos ponga en el mapa y nos saque de pobres, por lo que somos nosotros, más bien, invirtiendo los términos, quienes solemos ir a la montaña, atraídos, un poner, después de la Capilla y la resaca de las elecciones europeas, por la mitología y sus efluvios, caso de la gira postrera del más grande, el Boss, Bruce Springsteen. Madrid nos engaña y Catalunya nos roba, viene a decir, circunspecto, el alcalde, Agustín González Romo, por aquello de las dos varas de medir, mero recurso negociador/conciliador en el tira y afloja, pero que se presumían cuando el PSOE cortejaba a JM+. ¿Qué son 600 míseros millones de deuda consistorial jaenera comparados con la inmensidad de los 15.000 millones de euros, también condonables/condenables, que la Hacienda estatal perdonaría a Catalunya? Un agravio, un menosprecio, un tocamiento interterritorial de salva sea la parte del principio constitucional de igualdad. Cambios en lontananza. Juan Espadas se resiste, por más que Susana Díaz le cante las cuarenta (“Perdí el Gobierno de la Junta, pero no las elecciones”) y Luis Ángel Hierro insista -desde Mancha Real- en la exigencia de asunción de responsabilidades. Una patada para arriba no ha lugar si quien tendría que bajar, María Jesús Montero, repite hasta la saciedad a su entorno, en Ferraz y Moncloa, que, hoy por hoy, sería precipitado. La remodelación en el ejecutivo juntero de Juanma Moreno es otro cantar. Toca antes de vacaciones. 26 de junio, debate de política general en el Parlamento andaluz, y, antes de la estampida vacacional, tras el último Consejo de Gobierno de julio, anuncio oficial de la reorganización para afrontar con renovados bríos la segunda mitad de la legislatura. Todas las quinielas señalan como muy probable el relevo del titular de Turismo, Cultura y Deporte, Arturo Bernal, entre malagueños andaría el juego, en cualesquiera de los casos, en la órbita del otrora todopoderoso Elías Bendodo, venido a menos desde que emprendió su aventura madrileña a la vera -es un decir- del nuevo líder Núñez Feijóo. Asimismo, la paisana Catalina García, consejera de Salud y Consumo, atrapada en el laberinto sanitario postpandémico, una vela a Dios, véase, sistema público de Salud, y otra al diablo, o sea, conciertos privados a tutiplén, y, para más inri, diálogo cortocircuitado con los sindicatos, especialmente significativo en el caso del influyente Sindicato Médico, aliado tradicional del PP-A, figura en lista de espera. Si saliera Lina, la también jiennense María Luisa del Moral, viceconsejera, podría ascender, o, en su defecto, aparecer en escena otro comprovinciano en el staff de Moreno Bonilla por aquello de la cuota territorial, tipo Jesús Estrella. En el charipeo o lavado de cara, con recomposición de áreas y competencias, no se descartan cambios en las delegaciones territoriales. Calienta que sales.