La “telebasura” es una bestia omnívora. Come de todo y lo transforma en mierda para gloria del sicofante de turno escoltado por sus adláteres que nos guiará una vez más a la revelación. Debe ser un oficio cansado. Un día montan un juicio paralelo a un señor ya juzgado y absuelto y se arrogan el poder de una instancia judicial suprema. Si en la Edad Media lo que decía el rey era ley ahora lo que es ley es lo que dice el “prime time”. Que hay una señora con condenas en firme en Italia por secuestrar a sus hijos aquí nos lo pasamos por el forro y luego si te he visto no me acuerdo, donde dije “digo” digo “Diego” o “que quiere que haga si dios no me dotó con el gen de la disculpa” y a otra cosa mariposa. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol ,exhumamos otra vez el crimen de las pobres chicas de Alcasser , creamos expectativas falsas para los familiares de Marta del Castillo y cuando no hay noticia nos tiramos los trastos unos a otros para ver quién se droga más o tiene la cornamenta más tupida. “ Show must go on". Y claro, la pobre Ucrania no iba a escapar de sus garras y lo que antes era un “urgenciólogo" (sic) y luego vulcanólogo por arte de birlibirloque , de un día para otro y sin pasar por casa para ducharse ,se convierte en ucraniólogo y todo ese bagaje anterior de terminología explotado hasta la saciedad léase “fajana", “carga vírica", “piroclasto" o “ antígeno" que antes no se les caía de la boca es desdeñado a la papelera de reciclaje donde compartirá terruño con otras viejas glorias como “cayuco", “bolardo" “Filomena” o “prima de riesgo" a la espera de un retorno glorioso. Ahora lo que parte la pana es Putin, Zelenski, Mariupol y Kiev. Ya Trandsniester, Donest, Lugansk o Abjacia va a ser demasiado. Aún más cuándo su propósito no es informar sino como siempre el morbo y para eso nada mejor que repetir “ad nauseam" explosiones, violencia, sangre…que quedan devaluadas en su perpetua exposición. Porque de lo que va esto es tener todo el día puesta la tele y de paso que estos señores, pretéritos polemistas de la novia de Enrique Ponce, se envuelvan en la bandera ucraniana y el vulgo vea como las lágrimas brotan de sus ojos ante las imágenes de los refugiados y todos nos conmovamos ante el gran corazón de tales bustos parlantes mientras roban la atención a los que de verdad la necesitan.
Carlos Oya
La chapaCarnaza
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