Mediodía en la provincia de Jaén

David Avilés

La Sierra de Segura languidece

La opinión de David Avilés


Este vasto territorio dejó de ser murciano en 1833 para agregarse al antiguo Reino de Jaén conformando una de las provincias en las que se estructuró el país.

Ocurrió tras la muerte de Fernando VII, por el impulso de Javier de Burgos, miembro del gobierno “absolutista-reformista” de Cea Bermúdez.



Imagino que el hecho pasaría totalmente inadvertido para los quince mil serranos que habitaban estas agrestes tierras y que sólo se comunicaban a través de caminos de herradura. Seguramente, en su inmensa mayoría, ni siquiera supieran de esa dependencia murciana, ocupados como estaban en sobrevivir.

Poco o nada se hizo por ellos desde la capital de la huerta y así continuarían las cosas tras su estrenada dependencia de Jaén y Andalucía. Sólo la entrada en producción de los olivares plantados en los siglos XIX y parte del XX, creó una falsa imagen de prosperidad y crecimiento demográfico que se truncó estrepitosamente a partir de la década de los cincuenta.

Con la llegada de la Democracia y las inversiones en servicios, infraestructuras y equipamientos públicos, pareció que las cosas, por fin, iban a ir bien. Pero no, ni siquiera la entrada en la Unión Europea y la llegada de las subvenciones al campo, lograron invertir la tendencia. Lo habíamos fiado todo al olivar y éste no era suficiente.

Recientemente tuve una pesadilla: una de estas noches de Marzo de abundantes lluvias, la Presa de Siles, con la que aún a los serranos no se les permite regar, colapsaba y que arrasaba el Hospital, la gran inversión de la Junta de Andalucía, hoy en franca decadencia por el olvido al que la actual Administración Autonómica lo somete. Ni presa ni hospital. Todo en una tacada. Realidad disfrazada de sueño.