Belin: “El spray es la técnica más difícil”

El pintor linarense Miguel Ángel Belinchón asegura que dominar el spray le ha servido para trabajar ahora con otras técnicas en una evolución natural de su arte

Video: Carolina Cañada | Ramón Guirado

Belin.

“Yo ya no soy grafitero”, asegura Belin. Y no lo es porque cree que hacer una obra al año no es ser grafitero, porque su trayectoria vital y artística lo ha llevado hacia otras técnicas en un continuo crecimiento, que en estos momentos lo fija al cubismo más puro, el de principios del siglo XX, pasado por el filtro del realismo, la deconstrucción y una estética propia, reconocible ya en el mundo entero.

“El spray es como un caballo salvaje que hay que dominar”, afirma Belin. Por eso, cuando lo domas, técnicas como el acrílico o el óleo son más sencillas para crear.



Autodidacta, reconoce que siempre tuvo problemas de concentración, que los tiene aún hoy, y que la educación reglada nunca fue su fuerte.

Reivindica la pintura de forma clandestina, de donde viene, aunque ya no la practique, y la separa del arte urbano que se hace en la actualidad. “Es distinto, te dan un muro y te dejan plasmar tu obra, pagándote”.

En sus cuadros predomina el verde, pero el verde de su tierra, el del olivo o la encina, con una concentración alta de magenta. “Son los verdes que me acompañan y son muy distintos a los del norte”, explica.

Sobre Belin

Belin es un artista autodidacta que, desde temprana edad, construyó un lenguaje visual único: una síntesis entre realismo y abstracción que desafía las categorías tradicionales del arte.

Su primera herramienta artística, el spray, estableció una conexión cruda y directa con la creación, libre de restricciones académicas. Esta relación instintiva con el arte le permitió desarrollar una técnica que combina la precisión del hiperrealismo con la deconstrucción cubista, dando lugar a una estética propia que trasciende el muralismo y se expande a otros soportes.

Su trayectoria ha estado marcada por una evolución constante. En sus inicios, Belin se enfocó en el realismo a gran escala, dominando la anatomía y la expresividad con una precisión casi fotográfica.

Con el tiempo, su lenguaje visual comenzó a transformarse. La fragmentación de la imagen no surgió como un giro repentino, sino como el resultado de una exploración constante, una necesidad de ir más allá de la representación tradicional.

Su obra adquirió un carácter más conceptual, donde la deconstrucción y la superposición de planos generan una percepción fragmentada de la realidad. Este proceso no es solo técnico, sino también filosófico: un cuestionamiento sobre la identidad, la memoria y la manera en que percibimos el mundo en una era de sobreexposición visual.

El arte de Belin no es solo una manifestación técnica o estilística, sino también una extensión de su evolución como ser humano.

Su vida está profundamente ligada a su búsqueda artística, donde el descubrimiento del arte es, en sí mismo, un viaje de autoconocimiento y transformación. Como creador, pareja y padre, su visión se ha nutrido de experiencias personales que han moldeado su sensibilidad.

Su obra refleja esta madurez, explorando no solo la fragmentación visual, sino también los fragmentos emocionales que conforman la existencia. En cada trazo, en cada color y en cada composición hay una historia de aprendizaje, de descubrimiento y de evolución personal.

Hoy en día, su trabajo es una exploración entre la forma, el color y la percepción.


Su enfoque postneocubista reinterpreta los fundamentos del cubismo, descomponiendo la realidad en capas dinámicas que desafían el espacio, la emoción y el tiempo. Su dominio del realismo con spray le permite crear composiciones de gran precisión, pero al mismo tiempo las rompe intencionalmente, jugando con abstracción y movimiento para revelar la complejidad de la expresión humana.

Con más de dos décadas de trayectoria, Belin ha dejado su huella en ciudades como Nueva York, París, Londres, Colombia, México y Dakar, exhibiendo su trabajo en museos, ferias internacionales y espacios públicos icónicos.

Su capacidad para fusionar los principios del arte clásico con influencias contemporáneas urbanas ha sido reconocida por instituciones como el Instituto Cervantes en Dakar, el STRAAT Museum en los Países Bajos, y en eventos oficiales con la presencia de los Reyes de España y los Países Bajos.

Más allá del muralismo, ha expandido su creatividad hacia la escultura, la moda y colaboraciones con marcas de renombre, manteniendo siempre su esencia: una evolución constante que nunca pierde su raíz en la calle.

Ha trabajado en proyectos destacados con organizaciones como la UNESCO y la Embajada de España en Bélgica, consolidando aún más su impacto a nivel internacional.

En 2025, su obra sigue desafiando los límites del arte, posicionándolo como una figura clave en la escena contemporánea.

Cada trazo de Belin rompe con lo convencional, desafía el tiempo y declara que el arte no conoce límites.

Hoy, en ‘De bar en peor’, desde el pub Pipa’s de la capital, el artista linarense, Miguel Ángel Belinchón, Belin.