El Madrid, con una semana de antelación, ganó las europeas en la cuna del Brexit. Tras un primer tiempo para olvidar, dos regalos alemanes, tipo Next Generation, a lo Von der Leyen, catapultaron al equipo blanco a la decimoquinta orejona. Mayor simbolismo europeísta no cabe. Dos orejas y rabo. ¡Hala Madrid! Ahora, el domingo que viene, habrá que ver quién da la triunfal vuelta al ruedo en la Villa y Corte. Todo empieza y acaba en Madrid. Considerando el peso poblacional de Jaén, la única provincia andaluza con saldo migratorio negativo, el tema de la circunscripción electoral nos hunde aún más en la miseria. 38 millones de españoles con derecho a voto de los que poco más de medio millón integra el censo electoral de la provincia de Jaén (518.000, en total; 503.622 viéndolas venir desde aquí). El 1,31 por ciento del total. Ese es nuestro peso específico. Esa es la magnitud de nuestra consideración. Solo Jaén y Córdoba en Andalucía pierden población respecto a los comicios continentales de 2019: la vecina, 2.896 menguantes; nosotros, 9.584 menos. Tanto pesas, tantos vales.
Ni jiennenses en puestos de salida (el '25' de la paisana María Jesús Molina en el PP constituiría, de consumarse, del aro a la canasta, un doble o triple rebote) ni visitas estelares de las caravanas electorales, si exceptuamos la escapadita de Juanma Moreno, el jueves, al Paseo de las Bicicletas, o el visto y no visto de Óscar Puente, este miércoles, con mitin anunciado y tentetieso. Vino Juanma a hablar de riegos y agua, 6 años después de que prometiera en campaña que, si llegaba a la presidencia de la Junta, las conducciones de la Presa de Siles serían una prioridad apremiante. Aterriza (es un decir) el ministro de Fomento, el ciclónico Puente, en una provincia que aguarda impulso decidido en los dos tramos siguientes de la A-32, de Vva. del Arzobispo a Beas de Segura y de Beas a Arroyo del Ojanco, 212 millones de euros de inversión, quimérico con los presupuestos prorrogados, para cuyo fin apenas se han destinado por el momento 2,9 millones en la redacción de los proyectos. Llegan y se van, en un abrir y cerrar ojos, llevándose consigo la resignación de unos correligionarios disciplinados en grado sumo. El resultado final lo justificaría todo, incluso el silencio cómplice. En 2019, el PSOE, con el viento de cola, derrotó sin paliativos al PP con casi 13 puntos de ventaja en el conjunto estatal, 18 en el regional y más de 22 en el provincial. El 9-J, pues, arrojará lecturas necesariamente interesadas. Los populares se conjuran para invertir los términos y obtener pleno de victorias.
Agustín González Romo y Manuel Carlos Vallejo retornan defraudados del Ministerio de Hacienda. La declaración, aun siendo pobres de solemnidad, les salió a pagar. Preguntaron qué había de lo suyo, de lo nuestro, de la supuesta condonación/rebaja de la deuda municipal cuando fantasearon PSOE y JM+ con una moción de censura en el Ayuntamiento, y la directora general de Estabilidad Presupuestaria, Mónica García, les vino a decir que ella, sobre castillos en el aire, no acostumbra a pronunciarse en público. ¿Acaso esperaban otra cosa? La política frente al adversario siempre es pose, ademán, paripé, artificio. Juanfran Serrano no intercedería ante María Jesús Montero en pos de una mayor flexibilización en el pago de la deuda del consistorio jaenero. Erik Domínguez no dimitirá por mucho que se empeñe Paco Reyes. Carmen Cristina de Toro no lideraría la última y desesperada vía de diálogo con los 8.500 oleicultores de la Zona 14 de la candidatura de Paisajes del Olivar a Patrimonio Mundial, aunque se lo hubiera pedido, vía whatsapp antes de haberlo bloqueado, su paisano, Emilio Torres, alcalde de Martos (el viernes se presentaba, ‘in extremis’, la plataforma ciudadana de apoyo a una iniciativa que, mucho me temo, o se rehace sin la Campiña de Jaén o está condenada al hasta nunca jamás).
Europa somos todos, empezando por nosotros mismos tan necesitados de atenciones en forma de subvenciones a fondo perdido, explicaban el sábado, entre nosotros, de Andújar a Peal de Becerro, la candidata número 6 del PSOE al Parlamento Europeo, la sevillana Lina Gálvez, y el vicesecretario nacional de Economía del PP, Juan Bravo, Juanele para sus viejos conocidos de la capital del Santo Reino. Las ayudas de la PAC, cuyo valor añadido se ciñe a una condicionalidad sostenible que no todos por estos pagos olivareros están dispuestos a aplicar a las primeras de cambio. Las políticas energéticas de la UE, priorizando unas renovables insuficientemente implementadas todavía en Jaén pese su potencialidad, así como la propuesta del CES provincial de inclusión de Jaén en la red de autopistas eléctricas de España, horizonte temporal 2025-2030, conectando la infraestructura existente en la vecina Baza con dos más, ya en territorio jiennense: en Úbeda, bifurcándose esta hacia Villanueva del Arzobispo, por un lado, y Jaén-Alcalá la Real, por otro, y la subestación final de Marmolejo. La Comisión Europea estableció recientemente, 11 de octubre de 2023, un paquete de herramientas (instrumentos reguladores, marcos estratégicos y financiación) para gestionar el cambio demográfico, es decir, “el declive de la población residente y una importante movilidad hacia el exterior de los jóvenes”. La tendencia de Jaén, de un tiempo a esta parte, sin dramatizar, verbigracia.
Pero la discusión, que debiera ser serena y sensata acerca de lo que realmente se dirime en esta convocatoria del domingo, se encona y polariza a partir de exhortos sobre supuestas corruptelas al albur de la crisis pandémica -suministros sanitarios urgentes y ayudas reembolsables como consecuencia del parón turístico-, las venturas y desventuras profesionales de los cónyuges de los gobernantes en edad de merecer y, por supuesto, la controvertida ley de amnistía que recurrirá ante el Tribunal Constitucional todo buen español que presida una comunidad (autónoma, de propietarios o cuñados). Se trata de España, imbécil. La inteligencia artificial, al servicio de la posverdad. La alianza inevitable, en defensa del mundo libre, carajo, entre Elon Musk y Donald Trump. ¡Jeee, burro! ¡Aaarre, burro! El temor formado tiempo atrás, mantenido y repetido dentro de los límites del ceremonial. Es Europa, oiga.