Me gustaría pensar que es sólo un juego de palabras con el título de una histórica película. Pero por desgracia casi forma parte de la historia de una ciudad. Aquel proyecto que iba a poner a Jaén a la altura de una urbe moderna y ecológicamente sostenible.
Como el fantasma de un deseo colectivo, aunque desgraciadamente no compartido por todos, el tranvía de Jaén solo vive hoy en el recuerdo. Dejado de la mano de una clase política que ha sido incapaz de ponerlo en marcha en años. Siempre en medio de polémicas sesgadas por la ideología del posibilismo presupuestario; como si los servicios públicos que hoy garantizan nuestra calidad de vida dependieran de los dividendos que producen o su rentabilidad económica.
Antes de que los ciudadanos de aquella capital de provincias –nunca mejor dicho en este caso- pudieran comprobar su utilidad social, corría la tinta en la prensa y la polémica en las tertulias radiofónicas sobre el cuento chino de su coste para las arcas del ayuntamiento. Con un candidato a alcalde, que luego lo fue, haciendo demagogia barata en contra de una infraestructura diseñada y promovida por los adversarios políticos. Lastimoso que en esta falsa dialéctica creada por intereses electoralistas entrara una parte de la ciudadanía. Y como era de esperar, también los intereses de una empresa que llevaba décadas gestionando los deficientes transportes urbanos de la ciudad, junto a finalmente una resolución judicial que, con nula atención al interés general y deficiente apoyo jurídico, decidió que había que paralizarlo.
Así que desde entonces el tiempo parece hacerse detenido. Si bien, por el contrario, ha corrido de plano por legislaturas y gobiernos municipales y autonómicos, que dicen haberse puesto de acuerdo para darle al botón que lo pondría en marcha, pero nunca llega este momento.
Sin duda, un transporte como éste haría de Jaén un lugar más sano ecológicamente; lo que significa hacer algo más real y efectivo ese valor constitucional de la calidad de vida, concretado en un derecho constitucional que ha adquirido hoy carta de naturaleza como derecho socialmente fundamental.
Europa está impulsando un “Pacto Verde” que necesita de modelos de referencia a nivel local, en cuanto expresiones de una sensibilidad por el futuro de quienes están demandando la responsabilidad ineludible para construir espacios públicos en los que la vida pueda vivirse con menos humos, menos ruidos, y más aire para el pulmón de nuestras futuras generaciones.