Del pabellón central de Ifeja al Olivo Arena, pasando por la zona de maquinaria y el edificio Activa Jaén, la edición recién clausurada de Expoliva, la 22ª, fue un éxito clamoroso. No cabe otro balance. De hecho, no recuerdo entrega de la feria del olivar y el aceite de oliva de Jaén que no concluyera con una valoración plenamente autosatisfactoria. “El mejor miércoles expolivarero de la serie histórica”, proclamaba, a bote pronto, la organización. Y es que, para dormir, solo hace falta una cosa: tener sueño. Y para vender barato el oro verde, pues eso, tener ganas de vender a cualquier precio. Todo cuanto acaece en una tierra, básica y elemental, como la nuestra, cae por su peso. Se vende barato porque hay agua, porque ha llovido más de lo esperado, porque habrá, este verano, dotación máxima de riego, porque mucha tormenta mala (y algodoncillo funesto) tendrá que sobrevenirnos para que la producción de la próxima cosecha no se parezca a la que ahora se comercializa a paso ligero. Los dioses siempre ciegan a quienes quieren perder. Los perdedores hacen cola. Mil aristas, a propósito de una coyuntura con agua y dudas a borbotones. Coag, en las horas previas, formalizaba una denuncia, ante la Comisión Nacional de Mercados y Competencia, por supuesta maquinación para abaratar los precios por debajo del umbral de la rentabilidad (al menos, en el olivar tradicional). Un mantra, un rumor sempiterno, como el de las mezclas fraudulentas, que volvió a sacar a la palestra el gurú Antonio Luque, Dcoop, el pasado mes de noviembre.
Expoliva’2025, desde luego, fue un hervidero en el que cada cual intentó arrimar el ascua a su sardina. Hace dos años la preocupación latente era el agua. No caía una gota y la sequía nos condenaba a una cosecha 2023-2024 rácana, la segunda mala consecutiva. La consecuencia lógica del cambio climático, sentenciaban. Los expertos, no obstante, aseguraban que el problema no era tanto las escasas existencias como la eficiencia: regar lo justo y poner coto a las fugas. Gracias a Dios, al único y verdadero, retornaron las precipitaciones, llovió bien, y la cosecha 2024-2025 superó las expectativas, media alta, con más de 3,3 millones de toneladas de producción mundial: 1,4 mill. Tm. en España de las que 557.000 se produjeron en la provincia de Jaén. “¿Qué más quieres?”. Me viene a la memoria el soniquete infantil de aquellos versos de Alberti, allá por el Duero: “¿Por qué me miras tan serio, carretero? Tienes cuatro mulas tordas, un caballo delantero, un carro de ruedas verdes, y la carretera toda para ti, carretero”. Es verdad, nos solemos quejar por vicio. En el parqué oleícola nacional se empezó a jugar la partida, mediados de noviembre, a partir de un stock técnico cero y ese millón cuatrocientas mil toneladas, promediándose hasta la fecha más de cien mil toneladas mensuales de salidas: abril, 140.000 Tm, 117.071 más importaciones. A este ritmo, con unas reservas a 30 de abril de 881.000 toneladas, asistiremos a otro enlace de campaña, 1 de octubre, técnicamente cero, es decir, en torno a 300.000/400.000 toneladas.
Con el aove, hoy, a 3,30/3,20€/kg., y el lampante a 2,70/2,50€/kg., aquí el que no corre, vuela. Vírgenes y refinados valen prácticamente lo mismo. El sector aguza el ingenio comercial sacando de la chistera eufemismos tronchantes: virgen extra con cata o virgen extra sin cata, lampante genuino o lampante no genuino. La repanocha. El coste para producir un kilo de aceite de oliva procedente del olivar superintensivo, apenas 1,40€. En el tradicional, casi el doble. Y si, además, la mano de obra especializada escasea, urge asumir el desafío de la reconversión. Más tecnología y menos personal. ¿Reconversión o extinción? En la provincia que es líder mundial en producción, olivares tradicionales y modernos pueden y deben coexistir armoniosamente. Botón de muestra. Una finca de 260 hectáreas de olivar superintensivo, plantado hace 3 años, en Fuerte del Rey, riego procedente del río, a razón de 3.500 metros cúbicos por hectárea. Arbosana y arbequina, y 5 hectáreas perimetradas para experimentar genéticamente la combinación de ambas variedades con el picual. ¿Picual, en seto? Vade retro. En otros puntos de la Jaén oleícola, con hasta un 30 por ciento de pendiente, maquinaria específicamente adaptada al terreno, olivar intensivo, el de un pie, preferiblemente picual, recolección mecanizada, mínima necesidad de personal, línea de ayudas a punto de aprobarse en Bruselas. En el resto, el olivar tradicional de toda la vida, tantas veces sin concesión de riego, secanos dependientes doblemente del cielo: agua y subvención. Por más que, en los 5 próximos años, en aras de la convergencia de ayudas, la subvención irá menguando, ante ese horizonte 2027-2030, así en la finca como en la almazara, más tecnificación, menos mano de obra y agua suficiente, sea regenerada o no, cómo para garantizar cada campaña una producción estable de aceite de oliva: precios bajos, pero sin dientes de sierra, aprovechando el complemento de renta del oleoturismo y los subproductos (Aventum promueve actualmente hasta 8 plantas de biogás en la provincia: la primera en Úbeda y, en fase inminente, otras en Arjona, Andújar y Torredonjimeno). La cuadratura del círculo del olivar jiennense del siglo XXI se completaría incrementando la promoción, en pos de superar el manido techo del 3 por ciento entre las grasas vegetales (incrementar la demanda para vender, porque vender se vende siempre todo, un poco más caro), e incorporar al sector en el mercado voluntario de emisiones de derechos de CO2 (Un eje estratégico de sostenibilidad, subrayado por el COI durante esta Expoliva, al desarrollar una herramienta digital que permite a los productores medir el balance de carbono de sus olivares)…
Entre pasillos de la mayor feria sobre olivicultura del mundo, comentarios recurrentes acerca de los procesos congresuales en que están sumidos, uno terminando y el otro empezando, PSOE y PP. Julio Millán renueva como secretario general de los socialistas capitalinos. Aunque apoyara a Férriz, el desenlace cercano no podía ser otro. ‘2’ y ‘3’ del nuevo staff, muy aparentes, para la incombustible Carmen Espín y el meritorio Pedro Carlos Garrido, todo un secretario general de la Subdelegación al frente del área de Organización, la mano que mece la cuna de Manuel Fernández Palomino, que también tiene hueco y secretaría junto a Mercedes Gámez, conformando la escuadra oficialista respecto a la línea de Hurtado, combinándose con el cartabón juliano puro de los África Colomo, José Manuel Higueras, Padorno y compañía, incluso el transportador de ángulos representado por la tercera vía de María de los Ángeles Jiménez Samblás. Boceto arquitectónico, bosquejado en estudio para contentar a todos, mediante la correlación cansosa de medio centenar de nombres, paralelos y perpendiculares. Que cierre el último. Mientras, en el PP, el anuncio del jefe Feijóo de activación congresual, también de abajo a arriba, predice lo que está por venir. Para julio, el cónclave nacional; a vuelta de vacaciones, el regional; y antes de acabar el año, el provincial. La nomenclatura sevillana del partido más votado en las últimas elecciones autonómicas, generales y europeas, además de filtrar el consenso entre la alta dirigencia para cortocircuitar en la medida de lo posible el maldito invento de las pseudoprimarias, nido de víboras e innecesarios problemas añadidos, deja caer ya la identidad del candidato mejor situado para sustituir en la presidencia provincial a Erik Domínguez: Marino Aguilera. El alcalde alcalaíno podríamos decir que es el clónico más logrado del líder Juanma. Proviene del sector crítico de Miguel Moreno que, al igual que Jesús Estrella, apoyaba aquí a Moreno Bonilla frente al intento numantino de los seguidores de Fernández de Moya de conservar su soberanía, allá por 2017. Antonio Marino gobernó su ayuntamiento en el mandato anterior, como Juanma Moreno la Junta, gracias al equilibrio pluscuamperfecto que practicó con Ciudadanos, para, en los siguientes comicios, absorber su electorado sin amago siquiera de indigestión. Ahora, Marino Aguilera, pues, es el Miguel Moreno que las circunstancias no dejaron ser al de Porcuna hace 8 años. Ayer es hoy, o más vale tarde que nunca, cuando las cosas caen por su peso.