La reforma laboral del Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz (para volver a sumar, primero hay que restar) se olvidó de un colectivo que, a la vuelta de las elecciones andaluzas del 19-J, se antoja apocado, desnortado y vulnerable: el de los alcaldes de la izquierda transversal, moderada y psoística. Reduce la temporalidad, incrementando exponencialmente la contratación indefinida, pero no incluye salvaguarda alguna que garantice el estatus que privilegiaba hasta ahora a infinidad de popes locales del PSOE jaenita. A todas luces, imperdonable. Ser alcalde del PSOE en muchos municipios de Jaén, desde las primeras elecciones municipales democráticas de 1979, era sinónimo de estabilidad laboral, de cómodas mayorías que les eternizaban en el cargo a lo Buzz Lightyear: hasta el infinito… y más allá. El día después, el más allá, se almohadillaba en la reserva a colocados, personal de confianza, adscrito a los muy variados destinos incluidos en la RPT, relación de puestos de trabajo, que el partido político hegemónico en Jaén y Andalucía poseía mayormente en la Junta y en la Diputación. Podría perderse el gobierno de Madrid, liquidarse el felipismo sin solución de continuidad, aguardarse con escasa convicción el advenimiento a Ferraz y Moncloa de la alternativa generacional en boga, ya fuera zapaterista, susanista o sanchista, pero, de Despeñaperros para abajo, qué quieren que les diga, ancha era Castilla. El descalabro repetido en los comicios autonómicos (2018 y 2022, a estos efectos, son la misma mierda), configura un panorama desconcertante para la dirigencia socialista comprovinciana puesto que, para colmo de males por culpa del cambio de ciclo, las elecciones municipales que se celebran pocos meses después de la cita andaluza, están plagadas de asechanzas e interrogantes. Por eso, precisamente por ello, en la última reunión celebrada por la dirección provincial (“Reunión de pastores, oveja muerta”), Paco Reyes exigió a sus alcaldes el máximo compromiso con respecto al reto municipalista del próximo mes de mayo. No es momento de desfallecer, de mirar hacia otro lado, de buscarse presurosamente una salida por tierra, mar o aire. Conozco a alguno que otro que, así las cosas, mientras se palpa, de arriba abajo, a ver si encuentra, de los bolsillos a la pernera, el alma combativa que le aupó en su día a la alcaldía, siempre concluye la búsqueda echándose mano a la cartera. Relevos planificados cuidadosamente en consistorios, antes del 2 de diciembre de 2018, que, diversos acomodos frustrados más tarde, derivan, en el peor momento posible, en burdos intentos de salida laboral. Pues va a ser que no, clama el mandamás de Hurtado 6, ni en empresas públicas con sede acá o acullá. No es la hora política de los cobardes. Aviso a navegantes.
“Qué vida más diferente, la mía y la suya, señor presidente. Qué poder más diferente, el mío y el suyo, señor presidente”. Pues sí, Moreno Bonilla (“Llámame Juanma”), tuvo la suerte de cara y ahora, su gente, sus partners y franquicias jiennenses, se las prometen felices. Antiguos demoyistas, otrora férreos detractores de Juanma, ejercen, hoy por hoy, de escudo protector frente a arribistas, trepas y retornados (Buena parte de quienes se conjuraron para impedir que los patucos de Porcuna pisaran el despacho central de San Clemente en 2017, reanudarían las hostilidades ante la posibilidad incierta de su vuelta al partido). La vida da muchas vueltas. Se consuma, en escena felliniana, la moción de censura en Linares: Mientras el saliente/doliente, Raúl Caro-Accino, cuenta con arrope presencial del PP provincial, como si ya fuera suyo, el entrante/contrayente, Javier Perales, sin primos de zumosol llegados de fuera, en el salón de plenos se rodea exclusivamente de su equipo de más estrechos colaboradores. Voto a bríos. Caro-Accino reitera su hoja de ruta, la oposición no es para él: regresa a la mullida gerencia de la Cámara de Comercio, en tanto sus leales, la junta directiva de Cs, dimiten en bloque, asegurando haberse sentido “abandonados por las estructuras superiores del partido”. ¿Acaso les sorprende, a estas alturas, lo evidente? Miguel Moreno, coordinador provincial de los naranja, inasequible al desaliento, reconstruirá la formación en Linares a partir de los dos únicos concejales que se mantienen fieles a la disciplina: Pedro Cintero y Rafael Funes. ¿Se marcharán de la corporación, a la par que Raúl, Mayte López y Antonio Barrios? ¿Será Raúl Caro, www.raulcaro.es, a la postre, el cabeza de cartel del PP en 2023, o pondrán todo su empeño los populares en la nueva vía post-Ángeles Isac que encarnaría la parlamentaria de estreno Auxi del Olmo? Caro-Accino elige la opción de hacerse el interesante y verlas venir. Aquí me las den todas. El epítome del triunfo in conquistado.
4 años de contrato fijo frente a un mercado que fuerza el carácter eventual de cualquier aventura política que amenaza ser papel mojado en otoño. Maldecid el otoño, munícipes de todo signo y condición, apurad al límite el espejismo de este estío de escapes, playas y embarcaderos. “Que se vayan a hacer puñetas, vamos a disfrutar del verano, que no nos quiten lo que nos hemos ganado”, vociferaba, en legítima defensa, el día de san Fermín, chupinazo antes del ¡pobre de mí!, el ugetista Pepe Álvarez. Yolanda Díaz viste de largo, sin ídolos de barro que le hagan sombra, el prêt-à-porter de ‘Sumar’, dando una primera lección estratégica: Para sumar bien, hay primero que aprender a restar. Sin otro liderazgo en el punto de partida que el propio, aquel pasado reciente de tropiezos y desencuentros en el espacio común se considerará definitivamente amortizado. Digan lo que digan, al rojo vivo, García Ferreras o sus porqueros, Inda o Villarejo, que, para el caso, son la misma mierda.
Manuel Expósito
El ExpositorFrente a la misma mierda
La reforma laboral del Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz (para volver a sumar, primero hay que restar) se olvidó de un colectivo que, a la vuelta...
Foto: Ecoteuve.es
Ferreras-Villarejo.