Con perspectiva sureña

Antonia Merino

Lamarr, la científica que toda niña querría ser

Se llamaba Hedwig Eva Maria Kiesler, pero su nombre artístico era Hedy Lamarr, una de las actrices más bellas que ha dado Hollywood

Se llamaba Hedwig Eva Maria Kiesler, pero su nombre artístico era Hedy Lamarr, una de las actrices más bellas que ha dado Hollywood en la década de los años treinta y cuarenta. Con el tiempo hemos descubierto que su fulgurante carrera como actriz ensombreció su faceta más desconocida: la de ser una notable científica. Durante años compaginó el cine con la investigación, desarrollando un sistema de comunicaciones secreto, la “técnica de salto en frecuencia”, precursor del actual Wi-Fi. De hecho, en su país natal, Austria, el Día del Inventor se celebra el 9 de noviembre en su honor. Lo de Lamarr es otro ejemplo más de la discriminación que sufren las mujeres cuando destacan en algún aspecto de la vida donde el hombre cree tener el poder. La ciencia está plagada de mujeres ilustres. Hipatia de Alejandría, Sofia Kovalévskaya, Ada Lovelace o Maria Sibylla Merian son algunos de esos nombres que han quedado ensombrecidos frente a los de otros colegas masculinos. Algunas, muy pocas, han conseguido esa distinción que merecían como Marie Curie con sus dos premios Nobel. Pero la mayoría no ha tenido esa suerte. Muchas de ellas han visto como sus compañeros eran premiados por logros que ellas habían conseguido, a veces sin apenas tomar partido. A pesar de las recientes políticas encaminadas a reducir las desigualdades entre hombres y mujeres en el mundo científico, los sesgos de género siguen siendo más que evidentes en aspectos clave en relación al progreso de la carrera científica, como pueden ser la adquisición de becas o premios, asistencia a congresos o apariciones en los primeros o últimos puestos de autoría en artículos relevantes. De acuerdo con la Unesco, las mujeres siguen representando sólo un tercio de la comunidad científica mundial, y el porcentaje se ha estancado en la última década. En algunos países, menos del 10 % de los investigadores son mujeres. Según un informe elaborado el 2024 por esta organización (Changing the equation: Securing STEM futures for women), las mujeres solo ocupan el 22 % de los puestos de trabajo en STEM en los países del G20. Entre ellas, pocas ascienden a puestos de liderazgo, ya que las mujeres representan sólo uno de cada diez líderes en puestos relacionados con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM). ¿Existe realmente el ‘techo de cristal’ que impide a las mujeres que dedican su vida a la ciencia pasar a un nivel mayor en el reconocimiento de sus investigaciones? ¿Sigue siendo necesario que haya un Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia? Desgraciadamente, la respuesta es sí. El 11 de febrero es la fecha elegida para reflexionar sobre el papel de las mujeres en el ámbito científico. Este día tiene como propósito reivindicar la igualdad de oportunidades en el campo científico, promover que un mayor número de ellas se incorporen a las carreras científicas y reconocer y visibilizar su contribución a la ciencia, de modo que las niñas puedan tener referentes y quieran optar por disciplinas científicas.