Con perspectiva sureña

Antonia Merino

47 vidas truncadas

No podemos, ni debemos quedarnos de brazos cruzados mientras las mujeres son asesinadas

2024 cerró el calendario con 47 (oficiales) mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas y nueve menores asesinados, víctimas de la violencia vicaria. Sin duda, unas muertes dolorosas e intolerables. Estas cifras forman parte de sesudas estadísticas, pero tras ellas se esconden sueños y esperanzas truncadas, vidas que prometían y familias destrozadas. Cada una de estas víctimas es un recordatorio doloroso de la urgencia de actuar para eliminar esta lacra social. No podemos ponernos de perfil ni apartar la vista porque negarlo es parte del problema. Los buenos deseos y las palabras vacías ya no son suficientes; se necesitan políticas concretas que protejan la vida de las mujeres. La batalla es larga, dura y cotidiana, por ello hay que seguir alzando la voz y apoyando a las víctimas. Como sociedad no podemos permitir que se normalice, se acepte o se invisibilice cada acto de barbarie. A pesar de que 2024 ha cerrado con el menor número de asesinatos por violencia de género desde 2003, cada vida perdida es una tragedia que nos tiene que seguir interpelando a todos. Desde 2003, 1.292 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas, y 36 niños y niñas han quedado huérfanos solo este año. La diversidad de las víctimas, con 23 españolas y 24 extranjeras entre las asesinadas, refleja que esta problemática no discrimina y afecta a toda la sociedad. La incompetencia y la indiferencia de los políticos, incluido el rey, que obvió este tema en su mensaje de Nochebuena, son inadmisibles. No podemos, ni debemos quedarnos de brazos cruzados mientras las mujeres son asesinadas y los mecanismos con los que cuenta el Estado para protegerlas fracasan. En 13 de los casos de 2024, existían denuncias por maltrato, y en seis de ellos, las víctimas estaban inscritas en el sistema VIOGEN. Los buenos deseos y las palabras vacías no son suficientes; necesitamos políticas específicas que protejan la vida de las mujeres. Y en esta lucha, el papel de los medios de comunicación es crucial en la lucha contra la violencia machista. Un informe reciente revela que una de cada cinco noticias sobre violencia de género justifica las agresiones, y una de cada seis vulnera la intimidad de las víctimas. Es fundamental que los medios informen de manera responsable y respetuosa, siguiendo los principios éticos establecidos en las iniciativas deontológicas publicadas en España. La forma en que se abordan estas informaciones influye en la percepción social y en la normalización de la violencia. Tener una memoria histórica feminista es esencial para dignificar las vidas de las víctimas y para que las supervivientes encuentren un espacio donde sus relatos sean escuchados y tenidos en cuenta. Hasta que la lucha contra esta aberración no sea transversal y general, habrá que construir un muro de contención contra la injusticia, el dolor y el sufrimiento que provocan las distintas manifestaciones de la violencia de género.