Que este 28-F, made in PP-A, no se parece a la madre que lo parió, a estas alturas del telediario de Canal Sur Noticias, no admite ningún género de dudas. Seremos más, estudiaremos más, trabajaremos más y hasta viviremos más, como vocea, felicitando la Cuaresma al inquilino de San Telmo, el camaleónico Grupo Joly, pero el espíritu regeneracionista, blanco y verde, que alumbró la Transición, es hoy un grotesco sarcasmo en 8k, producto inverso del metaverso morenobonillista. Mi padrino, un votante de izquierdas de toda la vida, se ha operado de cataratas en un hospital privado y, el otro día, cuando fui a interesarme por su nueva visión de la realidad que le circunda, se deshacía en elogios a Juanma a propósito de la atención recibida. "Digan lo que digan los míos, sobrino, la sanidad andaluza funciona: me han tratado como a un marqués", me decía, mirando al techo, mientras le administraba cuidadosamente unas gotitas de colirio postoperatorio en el ojo izquierdo. "El Gobierno andaluz, a través de una nueva orden de tarifas, pagará más a la sanidad privada por los conciertos de externalización de la Atención Primaria, y el alquiler de quirófanos y maquinaria de diagnóstico: pruebas u operaciones concertadas, fijando tarifas de 150 euros por la primera consulta médica de atención primaria y de 90 euros para las sucesivas.", denunciaba Por Andalucía. "Me gustaría negar categóricamente que el Gobierno de Juanma Moreno vaya a privatizar nada en Andalucía, estamos haciendo todo lo contrario desde hace cuatro años -Los presupuestos para 2023 contemplan 422 millones de euros en inversiones sanitarias, 3,3 veces más que en 2018”, de los que 139,5 millones van destinados a inversiones en centros de atención primaria", respondía esta semana, en sede parlamentaria, la paisana Catalina García, consejera de Salud, justificando la orden revisada de tarifas -la anterior databa de 1998- en el actual "déficit de profesionales" que sufre el sistema sanitario público, tanto en España como en Andalucía. En su comparecencia, Lina pedía al Gobierno de España que convocase más plazas MIR en próximos años, sin embargo, una carta de los tutores de los médicos residentes del área de Cirugía y Traumatología del Hospital Regional de Málaga, dada a conocer hace pocas horas, alertaba a la dirección del centro sanitario de que no pueden ofrecer formación quirúrgica de calidad con una reducción del 80 por ciento de las operaciones en el año 2020 (razonable por culpa de la pandemia) y del 40 por ciento en 2021 (bastante menos justificada).
La construcción del hospital privado de Jaén en el Bulevar, cuyas obras empiezan este mes de marzo, a las pruebas me remito, no es nada casual puesto que en la economía de mercado no hay puntada sin hilo, y el germen de la sociedad promotora, 'Jaén Salud, S.L.', se asemeja una enormidad a aquella confluencia de intereses empresariales que en los orígenes de la autonomía andaluza puso en marcha en Jaén rentabilísimos centros concertados de diagnóstico que llevan casi cuatro décadas facturando puntualmente al Servicio Andaluz de Salud. De aquellos polvos, estos lodos; de la excepción que confirmaba la regla, a esta regla progresiva de externalización cuya única excepción, como ocurre con la educación concertada, sólo se localiza donde la ganancia resulta quimérica: el ámbito rural. La consejería de Salud avanzaba recientemente la fecha del 20 de marzo para la puesta en marcha al 100 por 100 del Centro Hospitalario de Alta Resolución, CHARE, de Cazorla, inaugurado -vaya usted a saber por qué- el 4 de febrero de 2020, 11 años y 25 millones de euros después del primer movimiento de tierras. La cuadratura del círculo -hacer de la necesidad, virtud- pasaba por trasladar a las nuevas instalaciones hospitalarias el centro de salud de Cazorla, necesitado de una rehabilitación urgente y que así cerraría sus puertas en el emplazamiento actual, completando los 6.000 metros cuadrados útiles del nuevo complejo sanitario con unas cuantas consultas de especialidades, catorce habitaciones de hospitalización, rayos X, ecógrafo, mamógrafo y laboratorio. Una engañosa imagen de plena actividad del CHARE al mínimo coste, desplazando la atención primaria de Cazorla a más de un kilómetro de distancia del casco urbano y, para más inri, mermando la oferta hospitalaria prometida al conjunto de la comarca. El SAS, con la anuencia supuesta del gobierno municipal de Cazorla, asumiría el coste de un microbús diurno para el desplazamiento regular de los pacientes. El preacuerdo, si es que lo hubo -a toro pasado, las versiones son contrapuestas-, entre el alcalde, Antonio José Rodríguez -PSOE- y el gerente del distrito sanitario nordeste, Jesús de la Paz -PP-, saltó por los aires en el mismo momento en que, al unísono, el resto de regidores concernidos mostró su oposición frontal al proyecto y el malestar crecía entre la ciudadanía cazorleña conforme se extendía el globo sonda en forma de comunicado oficial. Donde dije digo, digo Diego. Y ahora, ¿qué? El ambulatorio de Cazorla, de continuar donde está, avenida Ximénez de Rada, exige un arreglo urgente, en tanto el CHARE, dado el "déficit de profesionales" y la insuficiente dotación de equipamiento, no funcionaría a pleno rendimiento a partir del 20 de marzo, como se anunció, sino capitidisminuido. O sea, hacer un pan como unas tortas, o un pan como unas hostias, ante el desinterés/falta de estímulo -ni oferta ni concurrencia- de una iniciativa privada que, en este caso en particular, cuestión de volúmenes y cuenta de resultados, no vería negocio por ninguna parte.
En febrero de 2018, unos meses antes de perder el poder y comenzar -como el bético Joaquín- a chupar banquillo, Susana Díaz aseguraba que la sanidad pública andaluza era "la joya de la corona", y eso que, tras lustros de recortes y derivaciones, agravados por el estallido de la burbuja inmobiliaria y la consiguiente crisis financiera, ya no era oro todo lo que relucía. El 28-F de 2023, la Andalucía imparable que crece casi el doble que España en el último cuatrienio -según su aparato de propaganda-, que creció menos que España durante 2022 por culpa de la sequía -es decir, cayó en el campo más de lo que subió en el sol y playa-, y que -este martes- rinde honores folclóricos de pertenencia a Lola Flores y Bisbal, repartiendo certificados de andalucismo light con la efigie de Clavero Arévalo -Hasta nunca, Blas Infante-, por más que se empeñe Rojas Marcos en negar la evidencia -reconciliándose con sus ancestros al final de sus días, como hace Ramón Tamames encabezando la moción de censura de Vox que se registra hoy en el Congreso-, se parecen al sueño compartido por el pueblo andaluz de bien el 4 de diciembre de 1977 como un huevo a una castaña.