El Expositor

Manuel Expósito

Que 60 años no es nada

Crónica política de la semana de Manuel Expósito Moreno

 Que 60 años no es nada

Aleluya.

Ha resucitado. No está aquí. El pastor completa la liturgia de la luz aspergeando/hisopeando a una feligresía embebida/entregada. Aleluya. La tradición revivida consumió, gloria que mereció la pena, una semana larga de religiosidad popular en la calle. La meteorología respetó las viejas usanzas, en buena medida, porque, digan lo que digan los meteorólogos, siempre termina escampando. La economía también es cíclica, sobre todo en el sector primario, donde los milagros se producen solo si Dios y el César se alinean. Ni feria estival ni romerías, el retorno de los emigrantes, de primera, segunda o tercera generación, suele producirse ahora, en Semana Santa. Volver al pueblo, allá en Jaén, para portar la túnica del padre o del abuelo y sacar a los titulares de la cofradía, o simplemente para ocupar, en derecho consuetudinario, los mismos espacios de los que ya no están. Arraigo, pertenencia, identidad, al menos una vez al año. Los jiennenses de la diáspora escarbaron, de nuevo, apenas unas cuantas horas, en busca de la raíz, so pretexto de la fe de sus mayores. Y hallaron lo que buscaban. Santos con peana, propuestos a la adoración de las multitudes, es decir, el triunfo de una moral tan perturbadora como estacional. Han regresado, en todo caso, que es lo que importa, aunque solo sea para reforzar la trascendental decisión que adoptaron hace un tiempo, ellos mismos, quizá sus padres, acaso sus abuelos, al convertirse en exiliados económicos de Jaén, hijos de aquella desruralización incontenible/inevitable de la década de los sesenta del siglo pasado.

Mientras que el mejor jornal del campo fuera peor que el peor jornal de la ciudad no había nada que hacer. Hoy se fuga el talento mejor formado, pero antes, hace sesenta años, en la provincia de Jaén, el número de asalariados agrarios aceleraba el éxodo rural, aparte de por las malas condiciones de trabajo, porque el depender exclusivamente de su jornal les daba mayor movilidad que a los agricultores para los que la emigración suponía renunciar a su condición de propietarios. Por ello, la resistencia, pequeños y medianos campesinos, prefirió generalmente optar por la agricultura a tiempo parcial, empleando por cuenta ajena parte de la mano de obra de la unidad familiar al objeto de obtener ingresos complementarios. A sesenta de los años sesenta, el periodo más dinámico de toda la era franquista, al fin nos damos cuenta de que la violencia de las mutaciones sociales constituyó el vertiginoso proceso de liquidación de una forma de subsistencia tradicional, de apego al terruño, artificialmente sostenida. Por una parte, por los factores de la propia evolución productiva: progreso técnico y mayor equipamiento que hizo cada vez menos necesaria la superabundancia de mano de obra, ampliando el segmento de potenciales migrantes a los pequeños propietarios de explotaciones cada día más marginales/menos viables.



De aquel entonces a esta parte, el punto de inflexión para el sostenimiento de la población en el medio rural de Jaén, tras el fiasco confeso del bluff Uteco, se produjo gracias a la discriminación positiva resultante de la conjunción Unión Europea/Junta de Andalucía: las políticas autonómicas de bienestar social y el proteccionismo comunitario a través de ayudas/subvenciones agroganaderas. Una tómbola, la del combate de la despoblación/desruralización, que daba premios por el mero hecho de participar/perseverar, sosteniendo de paso el censo electoral y el padrón municipal. Pero, en adelante, sesenta años después, el ser o no ser vuelve a encimarnos. Ya no caben milagros, ni siquiera sacando santos entronizados. La exigencia de Europa de convergencia/homogeneización, a corto plazo, de las ayudas de la PAC (reducción a solo dos regiones en el caso de Jaén, horizonte 2027-2030), nos aboca a una reconversión presurosa de las explotaciones oleícolas (la transformación del olivar tradicional de tres pies/10 x 10, en olivar de un pie/intensivo/de copa/ultramecanizado, tesis reiteradamente defendida en los últimos tiempos por reconocidos gurús), allá donde la topografía lo permita, en pos de la cuadratura del círculo de su rentabilidad, aunque deje de ser definitivamente un cultivo social.

Última semana. Mercados. Ligero repunte del virgen extra, 3,82 €/kg., frente a la caída imparable del lampante, 2,84 €/kg. Un viejo propietario, heredero de latifundista autóctono, traza un paralelismo con la producción de cereal que un día abandonara su padre precisamente por falta de rentabilidad. "Dejamos de ser competitivos. ¿Qué ha pasado? Que han plantado olivares intensivos, que han inventado una cosechadora y que en las campiñas de Córdoba y Sevilla producen ya casi tanto aceite como en Jaén. ¿Solución? Transformarse, reducir costes, producir aceites de alta calidad (dejando de barrer aceituna del suelo y de llenar remolques días antes de la entrega), unificar marcas, envasar más y promocionar mejor". Un experto, a propósito de la agricultura española de finales de los 60, sentenciaba: "En estas condiciones, la gran explotación de la sociedad agraria tradicional se encuentra en una posición técnicamente favorable para la aplicación de los nuevos métodos de producción y, al mismo tiempo, le es más fácil disponer del capital necesario para ello, por lo que los grandes agricultores afrontan con optimismo la crisis que atraviesa el sector agrario, pues están en condiciones de sustituir los antiguos métodos de producción por otros nuevos que hoy resultan más rentables. Un optimismo que se explica como reflejo de la actual situación en la que se está realizando la transformación agrícola propugnada por los grandes empresarios, pudiéndose decir que en la actual crisis está surgiendo la estructura y el sistema productivo que los grandes empresarios dirigirán y en el que se reconocen. Queda, pues, claro una vez más que no se puede hablar actualmente de crisis global de la agricultura como sector, sino de crisis de ciertas formas de producción técnicamente inadaptadas". Economía cíclica, capitalismo de manual, generando plusvalías a quienes las maquinan, la historia que se repite, la cadencia de 60 años, con gente antifazada, así como empieza el Tenorio: "¡Virgen santa, qué principio!". Principio y fin. Domingo del Resucitado y del pregón de la Virgen de la Cabeza. Preceptos y constreñimientos, Jaén es abril, juntos y revueltos.