Entre olivos, aceitunas y aceite

Juan Vilar

¿Por dónde empieza la sostenibilidad?

En la actualidad somos más de 8 mil millones de personas, y desde hace 100 años a esta parte, este número se ha multiplicado por cuatro

 ¿Por dónde empieza la sostenibilidad?

Foto: EXTRA JAÉN

Cultivo.

En la actualidad, somos más de 8 mil millones de personas, y desde hace 100 años a esta parte, este número se ha multiplicado por 4. Paralelamente en todo el mundo, un tercio de los alimentos, con un valor estimado de más de 1 billón de euros, se pierde entre la cosecha y la mesa (PNUMA 2021), y el 10 por ciento de la población, 810 millones de personas, pasan hambre, es decir, se desperdicia un tercio de los alimentos producidos en el mundo, a la vez que, con la tercera parte del desperdicio, podrían alimentarse de forma sobrada, ese 10 por ciento de la población mundial que no tiene nada que comer.

La superficie de la tierra es de 510 millones de kilómetros cuadrados, el 29 por ciento es tierra firme, el resto, 71 por ciento, son mares y océanos. Del total del planeta, tan solo el 3 por ciento, algo menos, es terreno cultivable, e igualmente, casi el 1 por ciento, 0,7; es agua potable accesible por el ser humano y resto de especies animales y vegetales.

Para alimentar al 90 por ciento de esa población, (8.000 millones de personas menos el 10 por ciento que pasan hambre), incluyendo lo que se desperdicia y derrocha, es necesario que en la actualidad se generen a través del sector primario, por ejercicio del orden de 11.000 millones de toneladas de alimentos, que suponen aproximadamente unos 4 billones de euros de volumen de negocio. El 99,7 por ciento de los nutrientes de los cuales nos alimentamos provienen de la agricultura.



Mientras que más de 7.000 millones de humanos viven en 3 millones de km cuadrados, fundamentalmente en ciudades, además de en dicha superficie, en 51 millones de kilómetros cuadrados, que suponen los bosques, 35 millones de kilómetros cuadrados, que corresponden a tierras improductivas, 45 millones de kilómetros cuadrados que suponen los pastos, 15 millones de kilómetros cuadrados, que suponen los terrenos cultivables, y 362 millones de km cuadrados que es la superficie de mares y océanos, conviven con nosotros 9 millones de especies vivas, vegetales y animales, de las cuales, de forma aproximada, tan solo se han descubierto unos 2 millones, 15 por ciento son plantas, 4 por ciento son hongos, y el restante 81 por ciento son animales.

La biodiversidad global es una medida de la diversidad, y se define como la variabilidad total de las formas de vida anteriormente descritas, se ha calculado que del total de esta variabilidad de especies vivas, de esta biodiversidad, tan solo viven en la tierra el 1 por ciento, es decir, el 99 por ciento del total de seres vivos que alguna vez vivieron, o han vivido en la tierra, se extinguieron.

En  la actualidad el 4 por ciento del PIB procede de la agricultura, la población activa mundial actual es de 3.450 millones de personas, de estas, el 25 por ciento trabajan en agricultura, y se calcula que al menos el 9 por ciento, la mayor parte incluidos en ese 25 por ciento anterior, son agricultores.

Por lo tanto, el primer paso fundamental para que los agricultores sigan produciendo ese 99,7 por ciento de los nutrientes necesarios para alimentar a la humanidad, es que su actividad sea sostenible desde la perspectiva económica, de otro modo se abandonarían explotaciones agrícolas, impidiendo que pudieran dotar de alimento a sus dueños, empleados, así como, al porcentaje de la humanidad que se abastece de las mismas. Es decir, una explotación agrícola debe de ser sostenible en términos económicos para su dueño, y para quienes colaboran con este en su actividad, sin olvidar al resto de eslabones que conforman la cadena de valor, solo de este modo se garantiza el abastecimiento de alimentos, por lo tanto el primer paso que exige la sostenibilidad, es remunerar con sus frutos de forma razonable al 10 por ciento de las personas que trabajan y ostentan la tierra, permitiéndoles garantizar la alimentación del restante 90 por ciento, hablamos de sostenibilidad económica, sin esta premisa, jamás existirían el resto de acepciones del término  sostenibilidad.

En segundo orden, la agricultura ha de ser innovadora, y sosteniblemente alimentaria, de tal modo que garantizando la alimentación de la totalidad de la humanidad, debe de optimizar el uso de los recursos necesarios y escasos, como son la tierra, y el agua, impidiendo con una mejor gestión, e implicación del resto de la cadena de valor, el desperdicio, y derroche de alimentos, no se ha de producir más de lo necesario, ni llevar a cabo una actividad que suponga un uso excesivo, ocioso, e innecesario de recursos escasos, evitando en todo caso, y de igual modo, los potenciales efectos colaterales nocivos de los posibles insumos agrícolas utilizados.

Supuesto el ser humano, convive con otros nueve millones de especies vivas, con quienes comparte entorno, y esto se denomina biodiversidad, es decir, la combinación de seres vivos de toda índole que conforman la vida en la tierra, en este ámbito, la actividad agrícola ha de permitir un uso responsable y condescendiente del entorno, tal que mediante la gestión de la misma, permita al resto de especies vivir en un equilibrio pleno, garantizando su ciclo natural de vida, y pervivencia sostenible en el tiempo. En este caso hablamos de biodiversidad sostenible, es decir, gestionar el planeta de tal forma, que todos vivamos en equilibrio, garantizando un entorno adecuado, para que esto siga sucediendo en el futuro.  

Por lo tanto, y para concluir, resulta vital, y extremadamente necesario, que la agricultura sea sostenible en términos de competitividad económica, permitiendo remunerar a quienes ejercen la función de trabajarla durante toda la cadena de valor, dicha gestión, ha de ser adecuada en la optimización de los recursos, sin excederse en su uso, y mediante la evitación y eliminación del desperdicio, cubrir la plena necesidad alimentaria de la humanidad, sin olvidar, un uso responsable de insumos y ser en el desempeño de tal actividad condescendiente con la biodiversidad, del cual el ser humano forma parte, permitiendo el pleno equilibrio de desempeño de vida de todas las especies en el medio, garantizando plenamente su futuro y permanencia, así como la de sus descendientes. De ahí que el futuro de la agricultura pase por que esta sea, sosteniblemente rentable, innovadoramente sostenible, eficientemente sostenible, socialmente sostenible, biodiversamente sostenible, y sosteniblemente responsable.