Buenas tardes, cómo no hablar hoy 26 de noviembre, aquí en la radio, de la violencia que se ejerce hacia las mujeres por el mero hecho de ser mujeres.
Cómo olvidar todos los datos que han ofrecido las diferentes organizaciones políticas, sindicales, feministas y todas las reclamaciones que se han hecho en esta provincia, durante este mes.
Ayer vimos que hay un movimiento feminista que tiene muchos lados, que es amplio y diverso y que no tiene una sola voz. Yo participo en él desde mi compromiso social, político y cultural con las mujeres, con las que nos han precedido y las que están y que me lleva de forma natural a relacionarme con las mujeres que dan la cara, que ponen el cuerpo y que se arriesgan a no ser
comprendidas.
Conozco este entramado de organizaciones, plataformas, áreas sindicales y de partidos políticos en las que mujeres de diferente extracción social y diversidad laboral, de edad y de origen se plantean crear una red de apoyo, una caja de resistencia, cada cual a su forma, cada una a su manera, para que las mujeres que sufren algún tipo de violencia puedan sentirse oídas, comprendidas y, para que desde ahí, se pueda actuar de forma reivindicativa y global o de acompañamiento individual, para recibir los recursos que el Estado a través de sus administraciones tienen liberados, para proteger a las víctimas.
Porque desde la Ley de Violencia de Género y después con la Ley de Sí solo es Sí, si hay denuncia como si no la hay, sin consentimiento, siempre es agresión y por tanto la victima tiene derechos y debe ser protegida.
Y hablando de consentimiento este relato que escribí hace tiempo:
Ella dormía y él la besó en la mano y en el brazo, la besó en el cuello,
en la mejilla, en los labios y ella siguió haciéndose la dormida.
Años después, él cada noche le besaba la mano, el brazo, el cuello, la
mejilla, los labios y ella seguía haciéndose la dormida.
Una mañana, él, antes de levantarse de la cama, le dijo:
- Buenos días, cariño. Toda la noche besándote y no te has dado cuenta.
- Sí, claro que me he dado cuenta. Tenía mucho sueño.
- ¿Te has despertado?
- Sí, me he despertado varias veces. Tenía mucho sueño.
Él enfadado le gruñó: - Pues no lo entiendo, parecías dormida.