Con el título pretendo trasladar el estado de ánimo de la sociedad española ante la concentración de convocatorias electorales, unas de carácter general y otras, más restringidas, circunscritas al ámbito autonómico. Pero afecta, sobre todo, el uso del debate, no para trasladar a la ciudadanía el modelo de país que se pretende construir, y la repercusión que el modelo tendrá en la vida cotidiana de las personas, sino para descalificar al adversario con informaciones sin verificar, cuando no con bulos o falsedades, centrando el debate político, no en las propuestas a debatir sino, en un rifirrafe contra la persona en base a descalificaciones sobre la dignidad de la misma, sin el más mínimo recato y respecto a la dignidad de las personas y el cargo que ostentan.
Con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina, entendía que este podría ser un momento propicio para que las aguas volvieran a su cauce, se debatiera sobre programas y temas que nos afectan de lleno y, habláramos de cuestiones europeas que nos atañen. Sin embargo, se están dando dos circunstancias que hacen que pasemos de soslayo sobre las cuestiones europeas; por un lado, los debates europeos son una situación más para seguir enfangados en el debate personal. Por otro, y como consecuencia del primero, el seguimiento por parte de la ciudadanía del debate europeo es escaso.
A pesar de estos condicionantes, quiero resaltar la importancia de las elecciones europeas y su incidencia en la vida cotidiana de los ciudadanos españoles. A estas elecciones están convocados a votar más de 400 millones de europeos. Los españoles elegiremos a 61 eurodiputados en una época donde es precisa una Unión Europea fuerte ante las situaciones actuales, invasión de Ucrania y masacre en Palestina, así como el auge de la extrema derecha.
El 80% de lo que hacemos en nuestra vida cotidiana está regulado desde la Unión Europea y los grandes temas que nos afectan no tienen una solución individual sino colectiva y, de ahí la importancia de estas elecciones europeas.
Temas como el cambio climático, la política migratoria, el respeto a las minorías, o la transición energética demandas actuaciones conjuntas de todos los países, puesto que son problemas comunes a toda la Unión Europea.
Las grandes precipitaciones o los records de calor son fenómenos intensos inducidos por la acción humana. A las perdidas económicas generadas por las intensas lluvias debemos añadir las más de 11.000 personas que murieron en España por el calor extremo en el verano de 2022. Con una consecuencia añadida que, generalmente, los efectos de esas situaciones impactan de llenos en las personas con bajo nivel de ingresos, produciendo una merma de sus derechos fundamentales.
Aunque las elecciones de la Unión Europea parecen lejanas, parece que no nos importan, vemos con las pinceladas descritas anteriormente que nos importan y mucho. Por tanto, creo que debemos participar y analizar las propuestas presentadas, reflexionando sobre las mismas y no dejarnos llevar por el estruendoso ruido que tenemos tan cercano.