No hace mucho que un mes de septiembre decidí cerrar, por un tiempo que sabía que iba a ser para siempre, la casa de la familia. Fui el último que la abandonó, aunque la arreglé con más de 25.000 E de inversión para que estuviera como el primer día cuando quisiera volver.
Sabía que tenía una empresa e iba a bajar a Villacarrillo una semana al mes. Ese año decidí también que tampoco ocuparía una plaza, que luego llegó a convertirse en vacante, como Profesor de un Instituto Público en la Comunidad de Madrid. Lo cambié todo para mudarme a Tarragona. Fue una decisión, como todas las mías, que no dije nada más que a los interesados, y decidí hacer la transición poco a poco.
Ese mes de agosto, sin embargo, no empecé a aprender catalán. Me lo pasé caminando de este a oeste todas las playas de Tarragona, leyendo los domingos por L’Arrabassada y contemplando el atardecer desde el Balcón del Mediterráneo hasta que me di cuenta de que no quería irme.
Como Machado en Baeza, cuando miraba los olivos por los miradores de la Muralla, me di cuenta de que, aunque fuera a vivir donde me había comprometido a estar por un proyecto personal, no quería ser un cobarde que se fuera por la puerta de atrás, y justifiqué a quien tenía que hacerlo que necesitaba más tiempo.
El tiempo en que incorporé a Mario a nuestro proyecto. Mi amigo Mario me ayudó a no irme de Villacarrillo, reempezando un proyecto que hoy cuenta con más de 20 personas de forma directa e indirecta y que, como muchos empresarios, contribuimos a cambiar las cosas desde la provincia de Jaén.
No es fácil desarrollar una idea de negocio aquí. Contamos con las barreras de mucha gente que no quiere contribuir a cambiar nada ni ayudar al camino de la libertad de la mano del progreso personal y colectivo. Es una idea de negocio que, aunque haga doce años que la empecé, todavía la estamos comenzando.
Hemos logrado cambiar la tendencia y la mentalidad en un sector a nivel nacional y recuperado capital humano, cuatro de ellos, que se fueron hace más de diez años o que han venido nuevos. Un proyecto con nombre personal, no el mío, pero sí el de Edo, Rocío, Mario, por supuesto, y José, Fran, Olaya, mi amigo Pedro y su hermano José, mi hermano Juan y Eli, Mamen, Teresa, Mercedes, Rosi y tantos otros que no olvido porque todos los días comparto con ellos la idea de que formamos parte del mejor equipo para poder lograr llegar lejos y demostrar que somos capaces porque, como muchas empresas en Jaén, todo, lo queremos hacer juntos contigo.