En este momento ya nadie puede negar que el clima está cambiando. En el mes de mayo superábamos en Jaén todos los récords históricos de temperaturas, alcanzando los cuarenta grados de media en muchos puntos de nuestra provincia, y desde entonces seguimos con temperaturas inusualmente altas que nos han llevado a un octubre y a un noviembre en los que aún no nos hemos podido poner la ropa de más abrigo, ni siquiera en Santiago Pontones.
El año hidrológico 2021-2022 se cerraba el 30 de septiembre en Jaén con 444 litros por metro cuadrado, casi un 28% menos que un año normal y, desde esta fecha, apenas ha llovido y cuando lo hace es de modo torrencial, causando daños.
La influencia humana en el sistema climático es clara y va en aumento y sus impactos se observan en todos los continentes, pero Andalucía es una de las regiones más vulnerables al cambio climático que hay en Europa y, por lo tanto, en el mundo.
Si no le ponemos freno, el cambio climático hará que aumente la probabilidad de impactos graves, generalizados e irreversibles en las personas, en los ecosistemas, pero también en nuestros cultivos, en el olivar.
Existen opciones para adaptarnos al cambio climático, y con actividades de mitigación rigurosas (que reduzcan la emisión de gases de efecto invernadero) se puede conseguir que los impactos de este cambio climático permanezcan en un nivel controlable, creando un futuro más claro y sostenible, pero hay que actuar ya.
Está previsto que en breve todos los municipios andaluces, y por tanto también los jiennenses, acometan la elaboración de planes contra el cambio climático participativos, en los que los ayuntamientos en colaboración con los diferentes colectivos, agentes del territorio y la ciudadanía definan medidas para reducir las emisiones y adaptarnos a un clima que no es que vaya a cambiar, sino que ya ha cambiado. ¡Pongámonos a ello! Y sumemos nuestro grano de arena para parar esto.