Mediodía en la provincia de Jaén

Juan Francisco Villar

Empatía vecinal

La opinión de Juan Francisco Villar


Todos habrán visto ya las imágenes de ganado vacuno corriendo descontrolado por las calles de Torreperogil el pasado 16 de junio. Pero no quería yo hoy hablar de este episodio que ha dado hasta para la creación de una canción con inteligencia artificial. Tampoco quería hablar de la trashumancia, esa actividad que ha permitido conservar las cañadas reales porque las utiliza en sus desplazamientos dos veces al año buscando el frescor en verano y la templanza en invierno. Para eso ya están las magníficas fotografías de la artista ubetense Katy Gómez Catalina, que tan bien ha reflejado esta actividad.

Mi intención era hacer una pequeña reflexión sobre las consecuencias de actos que a nosotros nos parecen una tontería y que, sin embargo, deberíamos evitar o, como mínimo regular, para no perjudicar a nadie. La estampida de los animales se produjo a causa de unos cohetes y tuvo en vilo toda la noche y parte del día siguiente a la Guardia Civil, hasta poder recuperar 30 de las 31 reses que se habían descontrolado. Un becerro, si no se ha encontrado después, se dio ya por desaparecido.



Cada vez que uno de los grandes equipos de fútbol gana la liga, nuestras calles se llenan de coches a toda velocidad y a bocinazo limpio. Cualquiera de los que van en uno de esos coches se indignaría si los del equipo rival hicieran lo mismo en un día en que, por alguna razón, fuera especialmente triste para él. Pero él lo seguirá haciendo en la siguiente temporada si gana su equipo. Esto simplemente es una molestia.

Pero los cohetes son otra cosa. Todos sabemos, aunque no tengamos mascotas, todo el sufrimiento que supone para un perro el ruido de los cohetes, un ruido que ni comprende ni sabe de dónde viene, y que identifica como un peligro. Mueren muchos del propio susto. Todos sabemos, aunque no tengamos un hijo autista, lo que representa el ruido de los cohetes, o incluso los bocinazos de los coches, para un autista. ¿Tan difícil es ponerse en la piel del otro cuando celebramos?

De los malos olores, del canto de los gallos en mitad de la noche y de las ratas que vienen a mi casa del solar vecino donde alguien tiene gallinas, quizás hable otro día. También de cómo el ayuntamiento no hace nada aunque lo denuncie una y mil veces, a pesar de que todos los años mande limpiar los solares vacíos.