Retomamos el pulso de la actualidad de la provincia de Jaén desde el ámbito de la opinión. Y en este regreso nos topamos con que somos noticia más allá de nuestros límites provinciales por cuestiones que en realidad deberían avergonzar a cualquier demócrata.
La crisis política del Ayuntamiento de Jaén, que tarde o temprano se saldará con la ruptura del pacto entre Partido Popular y Jaén Merece Más, nos ha traído una nueva concejal en las filas del PP.
Una joven que ha asumido la concejalía de Deportes y de la que hemos sabido que destaca por su enaltecimiento del franquismo y de la figura del dictador en redes sociales.
El alcalde de Jaén se ha apresurado a quitar hierro al asunto aludiendo a la edad de la joven, que tenía 24 años cuando evidenciaba su melaconlía en redes sociales; 5 menos que ahora.
No parece acertado atribuir el ímpetu juvenil a esa exhibición pública tan inadecuada en un representante político de una institución democrática. Máxime cuando no ha sido un caso aislado, porque a los pocos días nos enterábamos de que esa melancolía por el franquismo es compartida también por la portavoz del PP en el Ayuntamiento de Porcuna, que, además, es la directora del Hospital Alto Guadalquivir de Andújar.
Esa frustración de no vivir en un estado totalitario y añorarlo es criticable en el ámbito personal en función de las querencias y creencias de cada cual, pero es inadmisible en la esfera pública y en concejales u otros representantes en las instituciones democráticas.
Sabemos que el PP cuenta con más de estos melancólicos; así que sería oportuno que aclare si comparte esa decepción porque España sea un estado democrático; porque de no ser así, cuesta entender que no se abra expediente a las ediles melancólicas y sean expulsadas de su formación política y de las instituciones.
Porque ya saben, si caminan como pato, graznan como pato y nadan como pato, no son gaviotas, son patos.