En una época de cambios constantes en las relaciones personales, hay quien sigue confundiendo la sensibilidad y la empatía con una falta de carácter. Quien lo relaciona, por lo tanto, con la debilidad personal. Los empáticos, al contrario que los segundos, se enfrentan de manera distinta a los desafíos diarios que nos marca la vida en un camino constante para lograr la felicidad, y logran un bienestar propio en la ayuda para la consecución de logros que, aparentemente, y al haber sido realizados por otras personas, le son ajenos.
Está claro que un carácter empático es positivo de cara a las relaciones sociales, mientras que el que es frágil sólo trata de protegerse a sí mismo, potenciando su yo y ego sin querer crear, ni completar ni procurar que los demás lleguen a ser más complejos y mejores individuos. Así, el débil, al igual que el falto de carácter, logra lo contrario que consigue el que sigue los primeros caracteres: un camino más lento hacia un crecimiento personal que siempre viene motivado y favorecido por otros.
Vivimos un mundo demasiado rápido donde el tiempo pasa sin darnos cuenta de que, la mayoría de los retos personales, son también objetivos sociales. Si nos encerramos en nosotros mismos, nuestros problemas, sin preocuparnos de lo que pase en la casa de al lado, estamos contribuyendo a no solventar problemas que, a la larga, también pueden ser los nuestros.
Las corrientes cada vez más potentes que ya impregnan nuestra cultura y forma de ser, que vienen directamente desde EE.UU, han traído, qué duda cabe, aspectos muy positivos en el desarrollismo económico, aunque, a la par, y no debemos ocultarlo ni engañarnos, han hecho que cada uno piense más, si cabe, en sí mismo, que en un vecino que no está lejano ni personal ni ideológicamente, puesto que las dificultades de uno acaban convergiendo en las del otro.
En Jaén tenemos problemas de comunicaciones, de desarrollo tecnológico y de inversiones. Hemos visto cómo la unión de todos los ciudadanos para defender los problemas que tiene nuestro campo, nos han traído algunos aspectos positivos, pero aún no son suficientes. En el aspecto de nuestras carreteras, parece que las reivindicaciones han menguado en la necesaria conexión por autovía con las provincias de Córdoba, desde Martos, y de Albacete, desde Arroyo del Ojanco. Si juntos hemos conseguido mucho, y si todos los problemas individuales pasan también por ser los problemas de todos, ¿Por qué no dejar aparte los partidismos y trabajamos juntos para lograr un objetivo común? Estoy convencido de que si nos mentalizamos en lograrlo, podremos, finalmente, conseguir todo lo que nos propongamos.
Antonio Torres Perales
Mediodía en la provincia de JaénLos roles han cambiado: Estamos en el siglo XXI
Opinión de Antonio Torres Perales