Mediodía en la provincia de Jaén

Ana Cortecero

Respeto en las aulas

La opinión de Ana Cortecero


Leo en la prensa que más del 80% de los docentes considera que la autoridad del profesorado ha empeorado en “los últimos años”. He dedicado más de treinta años de mi vida a la educación y les aseguro que esa queja no es nueva y ha existido desde los antiguos griegos, aunque actualmente se haya convertido en el lamento por excelencia entre mis colegas. Es curioso cómo el mensaje ha calado en nuestra sociedad y haya quienes lo utilicen contra el sistema educativo actual. ¿Pero, tanto han cambiado los adolescentes desde que nosotros estudiábamos?

La memoria es selectiva y a veces olvidamos lo que no nos interesa recordar. ¿Qué pasaba en las aulas de los institutos hace 50 años? ¿No existían las faltas de respeto al profesorado? Recuerdo cómo muchos compañeros se burlaban de un profesor y llegaban a hacerle un paseíllo fuera de clase mientras gesticulaban detrás de él y le gritaban algún improperio. O cómo la rabia de algunos compañeros les llevó a dedicarle pintadas ofensivas a una profesora en las paredes del centro. Unos diez años después, cuando comencé a dar clases, un alumno al que suspendí me rompió los pilotos del coche, otra manifestación clásica y bastante frecuente de la falta de respeto al profesorado.



Eso sucedía en lo que algunos nostálgicos consideran “aquellos maravillosos años”, cuando se asumía sin más que la autoridad del profesorado conllevaba grandes dosis de autoritarismo. Se confiaba absolutamente en su criterio, se podía humillar al alumnado en las clases y las familias ni rechistaban. ¿Qué ha cambiado en “los últimos años”? Por ejemplo: Los criterios de evaluación del alumnado son mucho más complejos y tienen que estar bien justificados porque las reclamaciones penden como la espada de Damocles sobre sus cabezas. “Autoridad” ya no es sinónimo de “autoritarismo” y los docentes tienen que ganarla en las aulas cada día. Por otro lado, las familias exigen más información académica sobre sus hijos. Sin duda, ser profesor hace medio siglo era más fácil que actualmente, sencillamente porque aquel mundo era más simple, pero también, no lo olvidemos, más injusto.