Mediodía en la provincia de Jaén

Juan Jurado

Son tus huellas mi camino

La opinión de Juan Jurado


El exilio es nostalgia y dolor. Sentimientos que, a veces, se pueden albergar sin tener que abandonar tu tierra. En muchos momentos, he intentado acercarme al corazón del poeta republicano en su tortuoso camino hacia la nada, que así ocurre cuando no hay destino, cuando el destino es la huida. Y estoy seguro de no haberlo conseguido, ni siquiera escudriñando en sus palabras, aquellas que plasmara en las estaciones, en los paréntesis, que lo condujeron hasta su final, cuando, fuera ya de su tierra, escribió: Estos días azules y este sol de la infancia. Palabras del que, huyendo de la muerte indigna y sintiéndola cerca, se refugió en el calor de la memoria.



Hoy, cuando paseo por los olivares, entre Úbeda y Baeza, pienso que la otra España, la que con tanto atino describiera el poeta, vuelve a amenazarnos el futuro. Y me rencillo, y me pregunto cómo hemos podido consentir que la calavera de la sinrazón vuelva a coger músculo, cómo ha podido ocurrir que su aliento nauseabundo, plagado de todo lo que pudre al ser humano, impregne el aire de racismo, de homofobia, de negación, de odio, de incomunicación.

No, mi dolor, no podrá acercarse al del poeta que descansó en tierra extraña, pero el miedo a desandar la historia con el sabor amargo de no haber aprendido nada, ese miedo no me lo saco de encima. Algo que sólo atenúan los versos del pastor poeta, versos nacidos en esta tierra: Jaén levántate brava sobre tus piedras lunares. Y me prometo que nunca dejaré de hacer frente a esta amenaza, a esta renacida barbarie, con la razón, con la palabra de los poetas, aquella con la que conviví en el aula toda mi vida.

Querido Antonio, admirado maestro, en estos tiempos de sombras, son tus huellas mi camino y nada más.