El aceite de oliva vive una renovada vida en plenitud. La fidelidad de los consumidores es bien conocida si nos atenemos a los datos que ofrece, mensualmente, la AICA. Sus informes son esperados por un sector que insiste en tirarse piedras a su propio tejado. Y así es difícil levantar el vuelo en una tierra que vive, piensa y ejecuta en verde olivar. Es incomprensible que, con el presente que tenemos y el futuro incierto que se nos abre, haya quien juegue de nuevo con los precios en origen tirándolos como simples colillas mientras mantienen altos los precios al consumidor. Como siempre, los dos eslabones más débiles de la cadena son los perjudicados de unos intereses especulativos que buscan denostar el buen nombre de la grasa vegetal más sana y saludable del mundo.
Porque sí, las lluvias han caído muy bien, permitiendo al campo recuperarse de una larga ausencia de precipitaciones. Y es verdad que si paseas por nuestros olivares, actividad recomendada a los exentos de alergia, podemos ver cómo está la trama. Pero por eso no podemos lanzar las campanas al vuelo. El año pasado también había una imagen maravillosa de las ramas y las elevadas temperaturas que llegaron en la floración dieron al traste con todas las previsiones. Y, aunque al final nos hemos desviado muy poco del aforo presentado por la Junta en octubre de 2023, lo cierto es que los agricultores han vivido la segunda mala cosecha consecutiva de la historia, lo nunca visto hasta ahora.
Por lo tanto, previsiones inciertas y una campaña de comercialización que sigue como un tiro, nos hacen analizar el futuro con precaución porque, de no cubrirse las expectativas de la floración nos podemos encontrar con un serio problema de abastecimiento de aceite. Los expertos, o sea los propios olivareros, son los que más saben de estas cosas y ellos son los que advierten de una tormenta perfecta que podría acontecer esta campaña.
Eso sí, al menos tendremos el consuelo de que las dotaciones para regadío mejoran con respecto al año pasado, algo que sin duda beneficiará a nuestro olivar. Con todo habrá que seguir mirando al cielo para comprobar si las temperaturas nos benévolas con el sector y si las ventas de aceite mantienen su línea. Todo se andará.