Mediodía en la provincia de Jaén

Ana Dolores Rubia

Y si faltaba poco, llegó la polilla

La opinión de Ana Dolores Rubia


Hoy, día 5 de junio, se celebra el día Mundial del Medio Ambiente, y nuestra provincia está inmersa en un problema medioambiental que afecta a nuestro preciado olivar. Y es que la polilla del olivo se ha cebado con nuestro mayor elemento de sustento. Las sequías, el calor, las plagas y otras amenazas hacen que nunca estemos tranquilos en este sector.

Ahora ha tocado con el “Prays oleae” que trae de cabeza a olivareros de distintas zonas de nuestra provincia y al sector en general, ya que, junto a la mosca del olivo, se trata de uno de los enemigos más devastadores del olivar.



La Red de Alerta e Información Fitosanitaria de Andalucía ha advertido ya sobre la presión crítica que esta plaga está generando en esta fase de floración del olivar. Y es que casi el 12% de las flores están dañadas, un porcentaje muy superior al umbral del 5% que establece la Gestión Integrada de Plagas como límite para tratar. Igualmente el dato de inflorescencias por brote es de 7, y por tanto menor a 10 que se marca también como límite para efectuar los tratamientos. Estos dos datos se han obtenido en 179 muestreos realizadas en la provincia.

Estamos por tanto ante un problema significativo que deriva claramente en la necesidad de realizar los tratamientos fitosanitarios adecuados en cada caso. Para ello, dicha Red de Alerta recomienda a los olivareros consultar con los técnicos antes de realizar los tratamientos, mediante una respuesta ajustada a cada situación, ya que el control de la polilla debe adaptarse a cada fase del insecto.

Está claro que una acción preventiva en el campo es muy importante evitando los excesos de fertilización nitrogenada y de humedad y realizando podas adecuadas que aumenten la aireación en el árbol. Pero cuando la polilla ataca como en este caso, se hace necesario el control de la misma. Dicho control puede ser biológico con enemigos naturales del Prays, ya sea con parásitos como avispas del género Trichogramma que ataca a los huevos o con depredadores como mariquitas y crisopas que se alimentan de las larvas. Está claro que fomentar la biodiversidad en el olivar con el uso de cubiertas vegetales y evitando el uso excesivo de pesticidas ayuda a mantener estos depredadores en el campo.

Sin embargo, cuando la población del prays supera los niveles, se hace necesario un control químico con insecticidas específicos. En los últimos años, se está observando que las sustancias activas autorizadas están perdiendo eficacia contra la generación carpófaga, que emerge a principios de junio y es la más destructiva. Por esta razón, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación autorizó en febrero la comercialización y el uso excepcional de los productos fitosanitarios formulados a base de Z-7-tetradecenal y que estará vigente hasta el 9 de junio.

Nuestro olivar, que en la provincia cuenta con más de 580.000 hectáreas de superficie y una producción media anual de alrededor de 600.000 toneladas de aceite, no puede quedarse de brazos cruzados, ya que esta plaga podría provocar una merma significativa que podría cuantificarse en millones de euros si no se llevan a cabo los controles efectivos en este momento crítico que supone la floración.