Todos reconocerán nombres como Auschwitz, Mauthausen, Gussen o Treblinka como campos de concentración nazis. Algunos quizás también Argelès-sur-Mer, Gurs, Rivesaltes o Angoulème como campos de concentración en Francia.
Pero muy pocos sabrán algo de campos de detención en Higuera de Calatrava, Santiago de Calatrava, Jódar, Santo Tomé, Cazorla, Quesada, Huesa, Hinojares o Jaén. No los busquéis. Sólo se conoce la ubicación de la Comandancia Militar de Jaén y los pueblos de Higuera y Santiago de Calatrava que, rodeados de una alambrada, se convirtieron en pueblos campo de detención. En tan sólo los de Higuera, Santiago, Jaén y Cazorla hubo 17800 jiennenses detenidos. De los otros 5 ni se conoce la ubicación, ni el número de detenidos.
Menos aún sabrán que al menos 120 jiennenses, empezando por Ricardo Alba Perea, de Jaén y acabando con Sebastián Zaragoza Gallego, de Begíjar, fueron deportados a los campos de concentración nazis y murieron allí, la mayor parte en Gussen.
A parte de estos hubo otros que salieron pero murieron como consecuencia de su malograda salud por haber pasado por estas fábricas de la muerte. Acabaron allí como apátridas porque Serrano Suñer, falangista, cuñado de Franco y ministro de Exteriores, se negó a reconocerlos como españoles.
Es el silencio que el fascismo español triunfante extendió sobre nuestro país y que la “modélica” transición decidió mantener para no “reabrir heridas”. No hablamos de los crímenes del fascismo aunque haga menos tiempo de sus últimos crímenes que de los primeros atentados de ETA, de los que sí hay que hablar permanentemente.
No. Hay que recordar los crímenes del franquismo, recordar a las víctimas y juzgar a los verdugos, dar a los muertos fieles al gobierno legítimo como mínimo el mismo homenaje que siempre tuvieron los muertos de los golpistas. Y, por supuesto, seguir recordando e investigando los crímenes del terrorismo, del de ETA, del de ultraderechistas y paramilitares y del de estado. Hasta que todas las víctimas obtengan la verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición que merecen.
El próximo día 1 de abril, “Día de la Victoria”, será el primer “Día de la Derrota” con una Ley de Memoria Democrática que, quizás, permita avanzar en este sentido.